Qué son Vuca y Spofs: siglas que sí importan

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Hace doce años, en un Foro Económico Mundial de Davos, se escuchó por primera vez la palabra “Vuca”. El acrónimo de origen militar estadounidense significa “Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad”. Antes de la crisis financiera de 2008, no era una palabra conocida en Davos.

Los asistentes veían la globalización, el capitalismo de libre mercado y la democracia como cosas positivas que impulsaban el futuro. La vuca era sobre todo un problema de los países pobres. Hoy ya no. La crisis de 2008 debilitó el apego a las ortodoxias del libre mercado, mostró los peligros de una desregulación excesiva y desató un nivel de intervención gubernamental en las finanzas hasta entonces inimaginable.

Los años posteriores de flexibilización cuantitativa dañaron aún más las ideas convencionales al desnaturalizar el valor del dinero. Acontecimientos como la pandemia de Covid-19 y la crisis energética de 2022 propiciaron aún más intervención gubernamental. La democracia se debilitó por el aumento del populismo en Estados Unidos y Europa, y se intensificó la autocracia en países como China y Rusia.

La globalización también retrocede ante el aumento del proteccionismo, el nacionalismo y los conflictos militares. Los participantes en Davos se enfrentan a un mundo que se muestra más incierto e inestable que nunca.

Llámese, si se quiere, Vuca al cuadrado. ¿Cómo deberían afrontarlo? Un punto de partida sería reflexionar sobre un nuevo acrónimo: Spof, o Single Point Of Failure (punto único de fracaso). El término fue acuñado por ingenieros para designar los riesgos que surgen cuando una máquina o sistema complejo depende de un solo engranaje, nodo o conducto.

Antes era un concepto que se invocaba con relación a estructuras a pequeña escala (por ejemplo, cuando un coche sólo puede funcionar si funciona un circuito).

Pero en la actualidad, los Spof son también un problema macro.

O si no, veamos las cadenas de suministro del comercio pre-covídico. A principios del siglo XXI, muchas empresas occidentales obtenían componentes esenciales de Asia. Cuando el transporte marítimo se paralizó, aparecieron graves problemas. Lo mismo ocurrió cuando Rusia invadió Ucrania. Esto se debe a que, en los comienzos del siglo XXI, se tenía tanta confianza en el libre mercado y la globalización que la economía mundial se interconectó estrechamente y pasó a depender cada vez más de los movimientos financieros y comerciales concentrados y de los nodos.

Las crisis de la cadena de suministro obligan a las empresas estadounidenses a plantearse los problemas preguntando”qué pasaría si…”. Consideremos el caso de AIG. Antes de 2008, la multinacional de seguros y finanzas apenas recibía atención. Cuando estalló la crisis, salió a la luz que numerosas instituciones financieras la habían utilizado para asegurar sus compromisos crediticios, creando una concentración extrema de riesgos. Una eventual quiebra de AIG amenazaba a todo el sistema; era un Spof.

Incluso el ciberespacio es propenso al Spof, por más que se suponga que Internet es una plataforma descentralizada. Países como Grecia, que dependen de cables submarinos para mantener el funcionamiento de Internet, son vulnerables a que se corten estos enlaces.

A medida que arranca 2023, muchos ejecutivos se apresuran a reorganizar las cadenas de suministro, crear cíberplataformas de reserva y adoptar el modelo “por si acaso”, que valoriza la resistencia además de la eficiencia.

El costo es uno de los problemas de este cambio. Un sistema muy depurado suele ser mucho más barato que uno con duplicados. Otro es cultural: cualquiera que haya crecido a finales del siglo XX, cuando imperaban las ideas del libre mercado, tiende a asumir que las empresas deben optimizar sus beneficios individuales.

La tarea de combatir los Spofs casi nunca puede ser abordada por una sola empresa; requiere la colaboración de los gobiernos.

Además, si las empresas occidentales quieren reducir los riesgos que surgen al depender de un país como China para las baterías -o de Taiwán para los chips -, será necesaria una política industrial más amplia. Hasta ahora, países como Estados Unidos se han mostrado reticentes. De ahí que Vuca y Spof deban considerarse juntos. La última década no sólo ha traído conmociones financieras, económicas, médicas y geopolíticas. También socavó las premisas de Davos.

 

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A principios del siglo XXI, se tenía tanta confianza en el libre mercado que la economía mundial se interconectó y pasó a depender de los movimientos financieros y comerciales concentrados.

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