domingo, 22 de diciembre de 2024

Putin se ha convertido en un fenómeno editorial

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La industria editorial no siempre tiene suficiente cintura para reaccionar ante los regates de la actualidad, pero cuando la jugada tiene continuidad y puede anticiparse, la contundencia está garantizada.

Por Jaume Claret (*)

 Así, la eternización de Vladímir Putin (San Petersburgo 1952) al frente de Rusia, ya sea como primer ministro (1999 y 2008-2012) o como presidente (1999-2008 y 2012-presente), y su conversión, incluso antes de la invasión de Ucrania, en el enemigo número uno del bloque occidental, anuncian una cascada de novedades sobre su figura y trayectoria.

De hecho, ya en 2004, coincidiendo con su segundo mandato presidencial y la constatación de que no se trataba de un simple paréntesis, llegaron al mercado algunas pioneras aproximaciones para tratar de explicar cómo ese gris ex agente del KGB se había convertido primero en el hombre de confianza del presidente Boris Yeltsin y finalmente en el nuevo zar del gigante euroasiático.

Entre aquellos títulos iniciáticos encontrábamos desde Putin: Russia’s Choice, del rusófilo politólogo británico Richard Sakwa, a la denuncia de la desaparecida periodista Anna PolitkóvskayaLa Rusia de Putin (en Debate al año siguiente), pasando por el Putin’s Progress del corrupto Lord laborista Peter Truscott, entre otros.

De las obras posteriores, también son reseñables el negativo retrato de 2012 firmado por Masha Gessen, la biografía del alemán Hubert Seipel de 2015, traducida dos años después por Almuzara; o el Putin v. People de Samuel A. Greene y Graeme B. Robertson de 2019.

Desfasados por la actualidad

Sin embargo, buena parte de esta bibliografía ha quedado desfasada por el paso del tiempo y resulta insuficiente para interpretar la actualidad de estos días. Para responder a esta urgencia, muchos sellos españoles y catalanes han ido a buscar a referentes locales con obras previas sobre el mundo ruso-soviético.

Es el caso de Putin trenta anys després del final de l’URSS firmado por Llibert Ferri, decano de los corresponsales catalanes tras el antiguo telón de acero, donde se buscan las raíces históricas del ascenso del presidente ruso y se advierte respecto de su peligrosidad, sin evidentemente prever la actual escalada bélica.

Ya con la campaña militar en marcha, otros dos veteranos han ofrecido su particular mirada sobre la actualidad: Rafael Poch-de-Feliu en una recopilación de sus artículos más recientes bajo el título La invasión de Ucrania; y Carlos Taibo en una actualización y ampliación de su previo Rusia frente a Ucrania.

A nivel internacional, el florecimiento ha sido aún más ingente, justificado por la evolución y actualidad de Putin y por su conversión en icono del autoritarismo. De entre la diversidad de obras recientemente anunciadas o publicadas y sin ánimo de exhaustividad, sí pueden escogerse algunos títulos por su relevancia y/o aportaciones.

En primer lugar, difícilmente nadie podrá superar la minuciosa biografía firmada por el periodista británico Philip Short. Este experimentado biógrafo –tiene obras previas dedicadas a Pol Pot, François Mitterrand o Mao, esta última la única traducida al castellano– ha aprovechado el conocimiento acumulado a lo largo de sus años como corresponsal internacional, incluido Moscú para la BBC entre 1974 y 1976, así como un trabajo de documentación que se ha alargado durante seis años.

Las dos obsesiones del régimen

Pero biografiar a personajes aún vivos y activos tiene sus peajes y difícilmente Short podrá incluir el desenlace del actual conflicto y, sobre todo, los años finales del autócrata.

Estas carencias lógicas no desmerecen una aproximación que sitúa en la idealización de sus años y experiencias como agente de la KGB y en la nostalgia del “homo sovieticus” buena parte de las claves interpretativas del Putin individuo. Seguramente, pocas imágenes más reveladoras que la de la huida desde Dresde en el coche familiar, con una lavadora de segunda mano sobre la baca.

En cambio, para decodificar al Putin presidente, Short pone el acento en las conexiones entre los antiguos miembros de los servicios secretos y los nuevos oligarcas con proyección internacional, donde a menudo cuesta distinguir dónde comienzan unos y terminan otros. Eso sí, todos ellos se encuentran alineados para alcanzar las dos obsesiones del régimen: resarcirse de los agravios exteriores –reales o inventados– y rehacer las glorias –tuneadas o imaginadas– imperiales.

Precisamente, Los hombres de Putin, de la corresponsal Catherine Belton, se centra en estos círculos opacos de poder y riqueza para explicar los últimos treinta años de la política rusa.

Considerado el libro del año el pasado 2021 por las grandes cabeceras anglosajonas, resulta especialmente interesante y preocupante el análisis de cómo el (sucio) dinero ruso ha inundado Londres y Washington. Mientras que quizás los vínculos con Trump han merecido mayor cobertura, los lazos con la capital londinense, más allá de la chapucera y cruel eliminación de destacados refugiados, impacta por la profundidad de las influencias económicas y políticas. Pero también por la nómina de artistas invitados, como el caso de Román Abramóvich, descrito como el hombre de paja de los intereses de Putin en la City.

Por si existía alguna duda sobre la falsa independencia de los magnates rusos, el ex máximo responsable de la petrolera Yukos, Mijaíl Jodorkovski, se encarga de desvanecerlos en su autobiógráfico The Russian Conundrum, anunciado para junio y escrito a cuatro manos con el políglota corresponsal Martin Sixsmith, con la voluntad de sumarse a la desacreditación de Putin y, de paso, vindicarse de cara a posibles tiempos mejores.

También escrito a cuatro manos pero mucho más interesante se presenta Spin Dictators, previsto para la primavera, del reconocido economista ruso –y víctima de las persecuciones de Putin– Sergei Guriev y del politólogo estadounidense Daniel Treisman.

En él, sus autores nos recuerdan cómo los autócratas del siglo XXI ya no necesitan actuar como monstruos de terror y violencia, sino que les basta con el control y concentración de las palancas del poder y de los medios de comunicación.

Tras la senda iniciada años atrás por Lee Kuan Yew en Singapur, Putin sobresale como un alumno aventajado en la puesta en práctica de estrategias que combinan el potencial de la modernización en beneficio propio (ya no practican la autarquía), de la manipulación sofisticada (ya no grosera) y de la explotación de las debilidades democráticas (ya no el combate directo).

En esta misma línea de original estudio comparativo sobresale otro título anunciado también para las próximas semanas y que tendrá versión castellana en Crítica: The Age of The Strongman.

Este análisis sobre “cómo el culto al líder amenaza la democracia en todo el mundo” viene avalado por la firma de Gideon Rachman quien, a sus orígenes cosmopolitas y su formación como historiador en Cambridge, suma una trayectoria profesional envidiable como periodista en el servicio mundial de la BBC, reportero en Washington, miembro durante 15 años de la plantilla de The Economist (con cargos en América, Asia y Europa) y referente en los últimos tiempos en el Financial Times.

Autócratas y contramodelos

Con este capital acumulado, construye un libro brillante que viaja por el mundo entero para diseccionar el concepto de hombre fuerte. Después de reprochar a la comunidad internacional sus repetidos errores de cálculo (“Esta tendencia inicial de los comentaristas occidentales a confundir a los líderes fuertes con los reformistas liberales es una especie de patrón”), Rachman despliega unos primeros diez capítulos donde traza breves biografías de diferentes autócratas –Bolsonaro, Erdogan, Bin Salman, Xi Jinping, Orban, Modi…–, tan implacables como bien informadas gracias a las entrevistas e incluso conocimiento directo previos.

Caracterizado el perfil, Rachman todavía tiene tiempo para comentar los posibles contramodelos representados por Macron, Trudeau o Ardern; para denunciar la batalla ideológica personificada por el bien (George Soros) y el mal (Steve Bannon); y para abrir la puerta a una posible –y voluntariosa– corrección de rumbo a partir de la presidencia de Joe Biden.

Por desgracia, uno de esos hombres fuertes, Vladímir Putin –precisamente quien abre el libro– puede acabar condicionando tanto el arriesgado pronóstico de futuro, como la esperanzada mirada que sustenta.

(*) Historiador. Profesor agregado en los Estudios de Artes y Humanidades, UOC – Universitat Oberta de Catalunya

 

 

 

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