A juzgar por los múltiples análisis que aparecen estos días, la guerra en Ucrania ha sido más o menos esperada por los analistas políticos, expertos en geopolítica y relaciones internacionales. Sin embargo, no sabemos cuál será su desenlace.
Por Daniel Rajmil (*)
La razón es clara: existe una incertidumbre inherente asociada a la guerra que supera toda planificación y diseño estratégico de los asesores y analistas que pueda haber detrás de cada administración o gobierno de un país. En cualquier situación de guerra siempre se deberá lidiar con factores impredecibles o que puedan verse modificados durante el transcurso de una operación bélica.
La guerra en Ucrania ha vuelto a poner de relieve el papel que la disuasión y, en su máximo exponente, la disuasión nuclear, pueden llegar a tener en dichas planificaciones y posibles desenlaces.
La amenaza nuclear en la guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la fragilidad del actual y cambiante orden internacional ante los riesgos de confiar en la disuasión nuclear como garantía de seguridad frente a las adversidades. Las consecuencias para la población civil, así como sus posibles graves consecuencias ambientales, aumentan la complejidad que conllevan asociadas las armas nucleares.
La teoría de la disuasión nuclear
Si analizamos la teoría de la disuasión, encontraremos un sinfín de artículos académicos con argumentos a favor y en contra del elemento central que nos presenta la teoría de la disuasión nuclear: el hecho o la ilusión de llegar a pensar que poseer capacidades nucleares puede ser una garantía de seguridad a largo plazo.
Y es precisamente en este punto donde la vulnerabilidad de la disuasión nuclear reaparece: para que la disuasión nuclear funcione en una situación de conflicto entre dos potencias nucleares y que finalmente esta no se llegue a producir, los costes asociados a una hipotética situación de destrucción mutua asegurada deben ser iguales (situación conocida en inglés bajo el acrónimo MAD).
Dicho de otra manera, todos los actores implicados deben considerar de igual modo la ecuación de cálculos de costes beneficios de llegar a desplegar o utilizar su armamento nuclear, de tal modo que la probabilidad de que llegasen a aniquilarse mutuamente precisamente sería el hecho que frenaría que se diera la confrontación.
No obstante, la historia nos demuestra la triste paradoja de que poseer armas nucleares como garante de seguridad, lejos de su voluntad o razón de ser inicial, aumenta de facto el riesgo de una escalada nuclear. La guerra en Ucrania es un escenario más en donde reaparecen las dudas sobre si la teoría de la disuasión nuclear funcionaría más allá de la teoría o de si un fallo de cálculos por parte de una de las dos partes puede terminar en un fatídico desenlace.
Los dilemas del desenlace en Ucrania
Analizar la probabilidad de un posible desenlace nuclear en la guerra en Ucrania se encuentra lleno de dilemas, complejidades y dudas que nos transportan a explorar y repasar los orígenes de la teoría de la disuasión nuclear, su consolidación durante la Guerra Fría y posterior evolución.
Es momento para detenerse a pensar y analizar de manera global los riesgos de la disuasión nuclear en Ucrania o más allá, en su posible papel desestabilizador en cualquier conflicto internacional. Según estimaciones del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), solo en 2021 existían más de 13 000 armas nucleares en el mundo, siendo Rusia (6 255) y Estados Unidos (5 550) los países que encabezan la lista. Sin duda alguna, Ucrania es un escenario más donde los dilemas de la disuasión nuclear reaparecen.
Ante la renovada importancia de la disuasión nuclear es necesario recuperar las enseñanzas del Premio Nobel de Economía de 2005, Thomas Schelling. En su discurso de recogida del galardón, el brillante economista abría con una de las advertencias y reflexiones más simples, pero a su vez más contundentes sobre el uso de la disuasión nuclear en el sigo pasado:
“El acontecimiento más espectacular de estos últimos 60 años es uno que no llegó a ocurrir”.
Las palabras de Schelling se convierten en una alusión histórica más de los riesgos que comporta confiar en la disuasión nuclear como estrategia de seguridad a largo plazo.
(*) Profesor e Investigador de Relaciones Internacionales, Geopolítica y Geoeconomía, UOC – Universitat Oberta de Catalunya