En un momento en el que el hambre y la pobreza están aumentando debido a los conflictos, el cambio climático y la pandemia de la COVID-19, algunos de los países más pobres del mundo han sido los primeros en presentar promesas de contribución al Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) para apoyar su labor y lograr así que la población rural más vulnerable pueda acceder a alimentos nutritivos e ingresos dignos.
Burkina Faso, Côte d’Ivoire y Malí se han comprometido a, como mínimo, duplicar sus contribuciones más recientes al FIDA, mientras que Gambia, Sierra Leona y Uganda también aumentarán sus contribuciones para apoyar la Duodécima Reposición de los Recursos del FIDA (FIDA12), un proceso por el que los Estados Miembros se comprometen a asignar fondos a la organización para su labor durante el período 2022-2024. La Argentina, Egipto, El Salvador, Mongolia, Myanmar y Nicaragua se encuentran igualmente entre los primeros países que han presentado promesas de contribución.
“Teniendo en cuenta los enormes desafíos que estamos afrontando, las promesas de contribución de estos países constituyen un testimonio del impacto que tiene la labor del FIDA en la vida de la población rural. Agradecemos los compromisos de estas naciones, que son, a su vez, beneficiarios del apoyo del FIDA, de dar prioridad a las personas rurales y de invertir en sus comunidades más vulnerables”, afirmó Marie Haga, Vicepresidenta Adjunta del FIDA, quien lidera la movilización de recursos para la organización.
“Estos países del Sur han dejado claro que están dispuestos a ponerse en pie y ayudar a otros a hacer frente a los inmensos desafíos de acabar con la pobreza y el hambre. Es la hora de que más Estados Miembros del FIDA presenten compromisos firmes. La crisis de COVID-19 nos ha demostrado que ningún país puede enfrentar estos grandes problemas por sí solo. Es fundamental redoblar juntos nuestros esfuerzos para erradicar el hambre y la pobreza, regenerar las economías rurales y construir un mundo más estable, pacífico y resiliente para todos nosotros”, añadió Haga.
El 11 de diciembre, el FIDA celebrará su primera sesión oficial para la presentación de promesas de contribución y pide a todos los Estados Miembros que incrementen de manera considerable sus contribuciones a fin de favorecer la consecución del objetivo de un mundo sin pobreza ni hambre para 2030.
El FIDA pretende duplicar su impacto para 2030, así como el nuevo Programa de Participación del Sector Privado en la Financiación y la ampliación del Programa de Adaptación para la Agricultura en Pequeña Escala (ASAP+). Durante el período de la reposición (2022-2024), estos fondos contribuirían al aumento de la producción y los ingresos de aproximadamente 140 millones de personas de las zonas rurales gracias a un mejor acceso a los mercados, a la creación de puestos de trabajo y a la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición de las personas más vulnerables del mundo, entre ellos las mujeres, los jóvenes, los pueblos indígenas y las personas con discapacidad.
Tres de cada cuatro de las personas más pobres del mundo viven en zonas rurales. La mayoría de ellas trabajan en el sector agrícola, en pequeñas explotaciones. Aunque producen el 50 % de las calorías consumidas a nivel mundial en solo el 30 % del terreno agrícola de todo el planeta, muchas de esas personas son pobres y no pueden alimentar a sus familias.
Esa situación se ha visto agravada por la pandemia de la COVID-19, que ha originado restricciones en el comercio y la circulación. Eso ha impedido que los agricultores plantaran y cosecharan sus cultivos y accedieran a los mercados para vender sus productos y adquirir insumos. Las disrupciones en las cadenas de suministro de alimentos nacionales e internacionales también han puesto en peligro millones de medios de vida rurales.
“La pandemia ha revelado las deficiencias de nuestros sistemas alimentarios y nos ha brindado la oportunidad de construir un mundo más sostenible y resiliente mejorando los medios de vida de la población rural” — declaró Haga—. “Necesitamos invertir en las zonas rurales y asegurarnos que las personas que producen la mayoría de los alimentos que consumimos puedan generar ingresos decentes. Además, debido al creciente riesgo de que los países en desarrollo sufran un sobreendeudamiento por el impacto de la crisis, tenemos que prepararnos para prestar el correspondiente apoyo”.
Las investigaciones revelan que el crecimiento económico en la agricultura es entre dos y tres veces más eficaz para reducir la pobreza que el crecimiento en otros sectores. Las inversiones en las zonas rurales promueven la prosperidad, la seguridad alimentaria y la resiliencia a los cambios climáticos, los desastres naturales, el aumento de los precios y otras perturbaciones. El FIDA se encuentra entre las instituciones financieras multilaterales del desarrollo agrícola y rural más importantes del mundo y lleva a cabo sus operaciones en casi 100 países de todo el mundo.
FIDA 12 es un proceso de consulta de un año de duración durante el cual los Estados Miembros se reúnen para acordar orientaciones estratégicas y movilizar fondos para que el FIDA pueda otorgar préstamos en condiciones favorables y donaciones a países en desarrollo.