Prisoners of Geography es un libro publicado en 2015 por Tim Marshall. Allí analiza cómo los líderes nacionales suelen estar moldeados por las montañas, los océanos y los ríos de sus países.
La obsesión de China con las alturas de la meseta tibetana – por citar un ejemplo – surge en gran medida del temor de que India busque controlarlo en cuyo caso las regiones bajas de China quedarían expuestas a una invasión.
Luego publicó The Power of Geography, una colección de ensayos que analizan todo tipo de países, desde Australia hasta Etiopía y Reino Unido. “El punto de partida de la historia de cualquier país es su ubicación con relación a sus vecinos , sus rutas marítimas y sus recursos naturales”, dice allí Marshall. Respalda su tesis con dos argumentos que chocan con la ortodoxia intelectual.
El primero sugiere que la ubicación en el mapa es importante para el desarrollo económico. Esto se encuentra en la base de muchas teorías económicas importantes. La investigación de Paul Krugman, por ejemplo, sobre cómo la distancia afecta los patrones de comercio global. Pero los economistas del desarrollo mencionan ahora muy frecuentemente que las fuertes instituciones políticas o la disponibilidad de capital humano cuando explican por qué algunos países florecen y otros no. Para ellos dónde está ubicada una nación , y por ende su clima, sus recursos naturales y demás, importa menos.
Desde el punto de vista geopolítico Marshall se suma a una larga lista de pensadores que usan la ubicación para analizar el mundo. Muchos especialistas en relaciones internacionales contemporáneos critican lo que consideran un crudo determinismo geográfico.
Aún así, los argumentos de Marshall sirven para recordar el valor de consultar un atlas antes de meter la pata en asuntos mundiales. La realidad de la competencia entre Estados Unidos y China, por ejemplo, estará moldeada por el mapa que comparten ambos países. A Washington le resultará difícil competir económicamente con China en gran parte de Asia por la simple proximidad de China con sus vecinos y su disposición a invertir miles de millones para mejorar infraestructura.
La realidad geográfica también sugiere que el Sudeste asiático está destinado a convertirse en un foco cada vez más grande de competencia no solo entre Estados Unidos y China sino también la India., dada la importancia económica y la posición estratégica de la región entre las dos superpotencias asiáticas. Luego está lo que el catedrático John mearsheimer llama “el poder obstaculizante del agua”, que se refiere a lo difícil que es incluso para ejércitos muy bien equipados montar investiones en los grandes océanos. De ahí los dilemas de China con Taiwán.
Border Wars, un libro de Klause Dodds, no se ocupa tanto de la geografía como de las delgadas líneas que separan a un país del otro y que podrían presentar conflictos en el futuro. Dodds dice que la demarcación y la defensa de las fronteras podría volverse cada vez más tirante a medida que el mundo las pasa por alto con la globalización. Las fronteras globales están haciendo el pasaje cada vez más difícil, sugiere Dodds, y sus defensas las están convirtiendo en lugares hostiles. En el futuro habrá “muros, vallas y barreras además de vigilancia digital”.
“En nueva nueva era de emercencias por cambio climático y pandemia de Covid 19, los cierres de fronteras serán cada vez más comunes porque los estados y las comunidades buscarán más ventajas mientras se aíslan de “los virus de los demás” y de “enemigos invisibles”, dice.
Terra Incognita: 100 Maps to Survive the Next Hundred Years es un libro publicado el año pasado por Ian Goldin, profesor de la Universidad de Oxford y Robert Muggah, analista político. Fue recientemente adaptado para incluir un análisis sobre la pandemia de coronavirus. Sus abundantes mapas muestran que la geopolítica del siglo 21 es inestable desde muchos ángulos, desde la caótica urbanización masiva hasta la desordenada migración climática.
“Los mitos de la soberanía exclusiva y las fronteras fijas son peligrosos”, dice Dodds. “Debemos cultivar una visión profundamente diferente de frontera que abarque las complejas realidades del cambio en la tierra y de la probable migración masiva de personas en una era de cambio climático y de conflictos cada vez más intensos”.
Finalmente, Marshall en su libro dice que la geografía no es el destino – los seres humanos tienen voz y voto en lo que ocurra – pero importa