No es lo mismo cómo llega cada país a la pandemia en términos de economía, infraestructura, situación sanitaria, etc.
La realidad es que por un lado las economías latinoamericanas ya venían reflejando importantes debilidades antes del inicio de la emergencia sanitaria; sin embargo, los países emergentes venían tomando vuelo a un buen ritmo de crecimiento.
La pandemia no solo empeoró estos problemas ya existentes, tanto económicos, productivos, sociales y hasta políticos de la región, sino que el impacto del virus y la capacidad y potencial que las economías de cada país tienen para recuperarse y volver a este ritmo de crecimiento son muy distintas.
Por eso, aunque hablemos en su conjunto de América Latina, hay países más afectados que otros. Frente a las distintas olas y épocas de la pandemia, los países tomaron distintas medidas y estrategias, más o menos severas. También las empresas PyMES, principales generadoras de valor y empleo en la región fueron quienes tuvieron el impacto más negativo. Principalmente porque no estaban tan organizadas y preparadas operativa y tecnológicamente para abordar un escenario tan incierto donde se vio afectada la continuidad del negocio, la cadena comercial, el abastecimiento y el trabajo remoto.
¿Cómo llegamos hasta acá? Con una economía que venía creciendo en la región, aunque con países con economías desacopladas. Venezuela muy complicada por su situación, casi fuera del mapa en términos financieros. Argentina venía con un estancamiento de la actividad económica y fuerte crecimiento de su inflación. Brasil al mismo tiempo también atravesaba sus complicaciones. El resto de los países venían creciendo. Sin embargo, parecía que Argentina y Brasil enfrentaban el virus con ventajas de infraestructura, pero eso fue cambiando y otros países de la región llegaron mejor parados al momento de la crisis.
El desafío ahora es el tránsito hacia la recuperación luego de la fuerte recesión y cambio en muchos de los paradigmas de negocio establecidos. Estamos frente a una realidad que aceleró el desempleo y aumentó la creación del empleo informal, profundizó la crisis económica, cerró los mercados, redujo el comercio, dejó altos índices de pobreza y desigualdad, quiebre de empresas, deterioro de cuentas públicas y un mercado financiero alerta de lo que puede suceder. La recuperación depende en gran medida de las reformas y acciones emprendidas por los gobiernos, y también de la evolución de la económica mundial y del dinamismo de los flujos internacionales en comercio y finanzas hacia la región.
El Covid continua y vamos a vivir más tiempo en este período de pandemia. Lo importante es ¿cómo seguimos? Uno de los principales desafíos es lograr que el ritmo de vacunación en los países funcione y sea ágil para luchar contra el virus. Los shocks externos son las principales amenazas que puedan afectar la recuperación de Latinoamérica.
Es fundamental hoy contar con reglas fiscales más claras, una inflación un poco más estable y manejable, economías que bajen el nivel de gasto público para consolidar mínimamente el desbalance que tienen. La estructura Latinoamericana va a estar beneficiada por las demandas que vengan a nivel global.
Históricamente, los sectores que siempre tienen una recuperación más rápida y con mayores aportes a la economía son los commodities. Muchos sectores hoy condicionados en términos financieros al precio de dólar.
Otro camino importante es el aumento del empleo, núcleo del desarrollo y activo de la economía. ¿Qué pasa en términos laborales? La virtualidad llegó para quedarse. La pandemia provocó un cambio casi rotundo de tendencia en la forma de trabajar y puso el trabajo remoto en primer lugar, siendo hoy las búsquedas más aceleradas en el mercado.
El teletrabajo ha sido un elemento diferencial y fundamental para poder mantener la producción y la actividad laboral. Pero la realidad es que no es posible para todos los mercados, ni todas las empresas, ni para todos los empleados.
Lo relevante es que la virtualidad hizo y seguirá haciendo que crezca la industria de servicios al exterior. En un mundo cada vez más globalizado, un mundo que va a poder contratar gente desde cualquier lado, el talento y los servicios basados en el conocimiento van a ser lo más exportable que tengan las economías.
La digitalización hace que los mercados más lejanos hoy estén más cerca. Se amplían los mercados, pero también se amplía la competencia. Por eso la orientación internacional debe ser uno de los objetivos estratégicos de las compañías con visión de futuro y crecimiento.
(*) Presidente de Auren Latam