Por Alberto Ford (*)
El desafío, para todos, amerita un gran trabajo de visualización y seguimiento de los cambios, la elaboración de un nuevo sistema conceptual, y el diseñó de tácticas y estrategias amigables en las relaciones inter-nacionales, en momentos en que el universo de las instituciones ha sido partido por la mitad.
El puntapié inicial lo dio el G7 en su cumbre presencial de junio de 2021 cuando limitó de hecho las incumbencias consensuales del G20. Poco después, en diciembre, EEUU convocó a los que considera sus amigos para organizar a distancia La Cumbre de la Democracia. Con esas dos reuniones comenzó a delimitarse la Guerra Fría 2.0: de un lado, 100 países democráticos, y, del otro, los 100 restantes denominados autocráticos. Luego, como no podía ser de otra manera, Vladimir Putin dio la nota al ingresar con sus tropas a territorio de Ucrania en febrero de 2022 blanqueando una guerra que ya venía desde 2014.
Esos tres hechos, a lo que se debe sumar crecientes reverberaciones en los diversos organismos multilaterales, han contribuido a delimitar lo que se suele llamar la nueva grieta global.
En el trabajo se trata el presente de tres organismos supranacionales.
En primer lugar la Comisión Trilateral -un espacio de think tanks que nutre a los países desarrollados- a sus cincuenta años de vida transcurridos sin estridencias, que es la forma discreta con que los decisores controlan la exposición de sus actividades.
En segundo lugar, el G20, afectado por una crisis incrementada por la guerra de Ucrania pero manteniendo su estatus de poseedor de la mayor competencia con respecto a la agenda global.
Finalmente, los BRICS, la apuesta más promisora del bando autocrático para empoderar su protagonismo en la escena internacional.
Restyling trilateral
A 50 años de su lanzamiento, la Comisión Trilateral (C3T) vuelve a reactivar sus ánimos fundadores. Al igual que en los setenta -cuando en su rol de influencer dio luz a la operación logística más grande de la historia- ese discreto espacio del poder global se propone tender de nuevo una alfombra hacia adelante.
No se trata esta vez de relocalizar en territorio chino miles y miles de empresas norteamericanas, europeas y japonesas, como ocurrió durante la operación Boluan Fanzheng conducida por Deng Xiaoping. Ahora es ver y pavimentar el camino del mundo para los próximos treinta años, hasta el 2050.
El tiempo marca el ritmo al que se teje la filigrana de la experiencia. Así, nuestra conciencia histórica reposa en la comprensión de la continuidad entre el pasado y el porvenir, con apenas una efímera detención en el presente. Estos flujos temporales son la base para la conceptualización de lo que vamos viendo y modelizando.
Cabe interrogarnos si nuestro destino es pura incertidumbre. Alguna pista asomaba por aquellos años en los foros de consenso. En la C3T se decía: el futuro no se enfrenta, se construye. Mucho de lo que pasó de ahí en más estuvo determinado por ese apotegma.
El mediano plazo
En junio de 2022, luego de comenzada la guerra de Ucrania, se publicó el informe final del Grupo de Trabajo Trilateral sobre Capitalismo Global en Transición. Durante más de un año, la task force examinó el futuro del capitalismo en términos de lo que se considera los principales desafíos mundiales: el abordaje climático, la revolución digital y la pobreza estructural. Con su diversidad de puntos de vista, el informe de consenso dio lugar a una pauta para identificar prioridades y hacer recomendaciones.
Los países desarrollados siempre son los motores más efectivos para el crecimiento. Sin embargo, los costos devengados en amplios sectores de las sociedades han dado una sensación de descreimiento y desencanto que no solo es visible en el mundo del desarrollo. Así, el abordaje de las inequidades con el fin de incrementar la gobernabilidad, se transforma en el principal desafío de la política.
El mundo se encuentra en un punto de transición histórico. Se augura que las personas deberán vivir y trabajar con cero emisiones netas (NetZero) para 2050, tener acceso a los beneficios de la digitalización y la posibilidad de cada uno para realizar su máximo potencial.
El informe pide un nuevo Pacto Social con las Próximas Generaciones. En ese sentido imagina estrategias por parte de gobiernos, empresas y organizaciones sin fines de lucro para el logro de los objetivos perseguidos.
La C3T establece las megatendencias. De sus análisis, deliberaciones y sugerencias surgen los lineamientos estratégicos que pueden dar lugar al desarrollo en un periodo histórico. Apela a expertise exclusivos, y está sustentada en el mayor empoderamiento posible.
La C3T tuvo su origen y etapa fundacional en los ´70. Se evidencia en sus 14 informes liminares entre ellos uno de síntesis: Hacia un sistema internacional renovado de Cooper, Kaiser y Kosaka. A partir de los ´80 le siguió una etapa de monitoreo sobre la forma en que se plasmaban sus orientaciones (Unos días antes de aprobarse la ley de convertibilidad del presidente Menem, abril de 1992, el ministro Cavallo fue a Londres a rendir cuentas al board de la C3T).
A partir de los ochenta y en las dos décadas siguientes se pone en marcha la globalización. En esos años ocurren tres procesos bien delimitados. Por un lado, el apronte hacia el denominado capitalismo neo-liberal (Escuela de Chicago, Milton Friedman), que se caracterizó por el desmonte de estructuras cristalizadas que obstaculizaban el ingreso de los flujos modernizadores. La obra estuvo a cargo del denominado Consenso de Washington.
Por el otro, hubo dos componentes, más trascedentes, aunque su denominación no haya estado comprendida dentro de las definiciones del puro capitalismo.
Uno fue la puesta en marcha de la apertura en China, un país comunista de más de mil millones de habitantes, que en 40 años ha llegado a ser la segunda economía y primera potencia industrial a nivel mundial, y alcanzar el fin de la pobreza. El otro, la implosión de la URSS y el fin de la fase europea del campo socialista que de hecho significó el fracaso histórico del proyecto marxista-leninista.
En conjunto, esos procesos simultáneos en clave de construcción y de-construcción, caracterizaron el arranque de un proceso nuevo en la historia de la humanidad donde todos los sucesos de la convivencia, los buenos y los malos, se empiezan a cuantificar a escala global, subsumiendo progresiva e irremediablemente el nivel cuántico de lo inter-nacional.
Un personaje emblemático
El fundador de la C3T fue Henry Kissinger (HK) en los años en que era el funcionario de más poder en EEUU luego del presidente. En ese momento negociaba simultáneamente la limitación de los misiles de largo alcance con la Unión Soviética, el fin de la guerra de Vietnam, la apertura china y otros temas “menores” como el plan Cóndor de las dictaduras del Cono Sur, el tema urticante de las deudas externas, y hasta tuvo una activa participación en el mundial de fútbol de 1978: aparte de seguir varios partidos desde la platea, junto al presidente de facto Jorge Videla ingresó al vestuario en Rosario a “saludar” a los jugadores peruanos que luego perdieron 6 a 0 con nuestra selección, un resultado imprescindible para que Argentina no se detuviera en su camino al título.
Como correspondía, HK recibió el Premio Nobel de la Paz: no hay antecedentes en la historia de un negociador con esos merecimientos. A sus 100 años -descangallado pero totalmente lúcido- hace pocos días fue recibido en la Ciudad Prohibida por el presidente Xi Jinping como un “gran amigo” de China.
La difícil convivencia
Aparte de la C3T, en la cúspide del poder global ha venido operando el Grupo de los Veinte (G20). Al ser un organismo de consenso, el G20 está siendo afectado por el clima confrontativo que rodea la guerra de Ucrania.
En el G20 se da una dicotomía y una disfuncionalidad que contradice los principios que le dieron origen, y que ponen en riesgo su continuidad más allá de un punto (por ejemplo, luego de la cumbre que completará la serie de 21 que empezó en Washington en 2008 y culminará en Europa en 2026). La dificultad estriba en cómo funcionar al calor de posiciones tan encontradas.
En las declaraciones del Grupo aparecen notas a pie de página evidenciando el desacuerdo de China y Rusia con las posiciones del resto cuando se menciona la problemática ucraniana (el único antecedente de disidencia fue la posición de Trump con respecto al Acuerdo de París en la Cumbre de Hamburgo en 2018).
El problema (o la ventaja) del G20 es que, aun habiendo dificultades para su funcionamiento en términos políticos, el Grupo constituye un hub para el formateo de la agenda global. Lo está mostrando la calidad de los insumos para la preparación de la Cumbre de Líderes de Nueva Delhi del mes que viene.
El G20 y la C3T son organismos funcionales (no estructuras) que se parecen en la capacidad de generar contenidos relevantes. Las diferencias estriban en que uno (G20) está constituido por países pero con una salvedad curiosa: para oficiar en las cumbres sus líderes actúan en forma independiente sin representar ni comprometer a sus mandantes (por esa regla no escrita las declaraciones del G20 son encabezadas por “Nosotros, los líderes del G20…”). Por el contrario, en la C3T participan personalidades de lo más representativas pero sin funciones mandatarias.
La C3T es un organismo de características estratégicas. Puede influenciar en lo que se denominan las megatendencias, como se ha demostrado, durante períodos más largos de tiempo. El G20 por su parte está constituido con relación a una agenda más táctica, de contenido similar a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas con los cuales se vincula por medio de frecuentes referencias en sus declaraciones.
El papel de Lula
El BRICS es la alternativa más promisoria para institucionalizar la parte autocrática de la grieta. Esta semana, en la que será puesto en evidencia el músculo de la organización, tendrá lugar la Cumbre de Johannesburgo. En su preparación también ha repercutido la guerra de Ucrania.
Para eludir ser detenido, el presidente ruso no podrá asistir debido a que la Corte Penal Internacional (a la que se debe el anfitrión) ha dictado orden en su contra. Se lo acusa de traficar con niños durante la guerra. En solidaridad con su par ruso, avisó que tampoco se hará presente el primer ministro de la India, Narendra Modi.
El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, envió invitaciones para la cumbre a los líderes de 67 países africanos y del ‘Sur global’, y a 20 organizaciones; al menos 34 de ellos ya confirmaron su participación.
25 países han solicitado su ingreso al BRICS, con el atractivo de ser un bloque económico emergente que aporta el 31,5% del PIB global y concentra el 40% de la población del mundo. Para algunos analistas la posible incorporación de nuevos países al grupo representa el surgimiento de un nuevo mapa geopolítico mundial
La incógnita es la forma en que se va a integrar la Argentina al BRICS cuya postulación ya ha cosechado el apoyo explícito de los presidentes Lula, Modi, Putin y Xi. Sin embargo, sorpresivamente, hace unas horas se informó que ante la falta de consenso para el tratamiento del ingreso en esta cumbre, el presidente argentino desistió de viajar a Sudáfrica. Cabe preguntar si en los traspiés diplomático y económico (se cae la promesa de Dilma Rousseff hecha hace unas semanas en Pekín al ministro Massa sobre financiamiento por parte del Banco BRICS) habrá incidido la declaración de Milei, luego del batacazo en las primarias, referida a la posición que adoptaría con respecto a China: “con los comunistas no queremos saber nada… si los privados quieren hacer negocios, allá ellos”.
Durante la Cumbre, a puerta cerrada, los países de la asociación, junto con diez representantes de cada delegación participante, discutirán geopolítica, temas de seguridad, finanzas y economía. Asimismo, tendrá lugar una sesión abierta en la que las organizaciones invitadas presentarán sus informes. Los jefes de los Estados miembros adoptarán una declaración final.
El presidente Lula está mostrando mayor actividad internacional que en el pasado. Defiende la idea de que el BRICS tenga su propia moneda y opere con independencia en materia financiera. Dijo que el Banco de Dilma “sería más generoso que el FMI”. Sin embargo, le preocupa que una expansión demasiado rápida del BRICS sea perjudicial para el bloque. Lula se propone discutir en Johannesburgo los requisitos para el ingreso de nuevos socios. Según Itamaratí “Brasil va a tener que flexibilizar su posición, ceder en algún momento porque somos realistas y no está en nuestra naturaleza bloquear las cosas”.
Futuro previsible
La fase superior de la globalización es el camino estratégico a recorrer durante las próximas décadas. Aunque el derrotero puede prestarse a confusión por la conflictividad existente, los aspectos tácticos son previsibles: la profundización de la grieta estará obligando a cada lado de la misma a “vivir con lo nuestro”. A ese condicionamiento empujarán sanciones, guerras comerciales, re-shoring y otras movidas geopolíticas. Paradójicamente o no, y como siempre ha ocurrido en la historia, al final los resultados serán favorables al progreso.
La task force mencionada más arriba muestra que los principales objetivos globales son totalmente alcanzables. “Solo” hace falta una nueva política.
(*) Por el ingeniero Alberto Ford, IRI/UNLP. Agosto de 2023. albertoford42@yahoo.com.ar