Cambios en política económica en las dos grandes potencias

En el nuevo escenario mundial, compiten dos superpotencias. Las dos economías más grandes del mundo, y ambas en la vanguardia de la innovación y la tecnología, con capacidad de influir sobre otros países y con la intención de reducir la significación global de la otra.

2 agosto, 2022

Por Jorge Remes Lenicov, (con la colaboración de Lucas Pina.)

Ese es el partido que juegan China y Estados Unidos. Pero entenderlo no es
tan sencillo porque ambos contendientes por la hegemonía global, tienen sus
problemas internos.

China, problemas y propuestas

Durante los últimos años en la economía china se fueron acumulando varios
problemas y el gobierno adoptó medidas que han determinado una
desaceleración del crecimiento. En 2022 estiman crecer “solo” 4,4 %, tasa
relativamente baja de acuerdo a lo sucedido en las décadas anteriores, y que
según las circunstancias puede ser menor.
Los problemas son varios:
• Muy elevada deuda pública 73,3 % (2021) y privada 182 % (2020) -en
términos del PIB-, debido entre otras cuestiones a la reducida tasa de interés,
en un contexto donde la banca pública ofrece créditos baratos a los sectores y
empresas de su elección.
Para resolver este problema, a fines de 2020, se implementó una política que
establece límites máximos para la relación deuda / activo de los promotores
inmobiliarios, relación deuda / capital, y relación deuda / efectivo. Debido a
que muchas empresas no pudieron cumplir con uno o más de estos requisitos,
y los bancos se muestran reacios a proporcionar nuevo financiamiento, deben
vender activos, reducir las operaciones o ambas cosas.

• Lo anterior provocó burbujas inmobiliarias, que afectaron seriamente a los
desarrolladores inmobiliarios. La principal empresa, Evergrande, a fines de
2021, no pudo pagar su voluminosa deuda (US$ 300.000 millones) y el
gobierno no considera que haya que rescatarla; hay muchas otras en igual
situación.
Esto determinó una caída en las ventas de viviendas, que en abril último fue
del 47 %, lo cual afectó fuertemente a la construcción (representa 20 % del
PIB) y por tanto a la industria del acero, cemento, muebles y
electrodomésticos. Además, las pérdidas en préstamos inmobiliarios afectarán
al sistema bancario, reduciendo su capacidad prestable.
Debido a que los prestamistas estatales más grandes prefieren otorgar
préstamos a otras empresas estatales, las empresas privadas han comprado
participaciones en los bancos con la esperanza de obtener acceso preferencial
al crédito. The Economist calcula que hasta un 20% del sistema bancario
comercial puede tener vínculos estrechos con magnates o empresas privadas.
El gobierno está trabajando para aumentar las regulaciones en el sector
inmobiliario.
• La inclusión en la “lista negra” de las empresas de educación en línea, la
aplicación más estricta de las leyes antimonopolio y la promulgación de una
ley de protección de datos redactada de manera amplia, han reducido a la
mitad los precios de las acciones de muchas empresas de la economía digital
que cotizan en bolsa; esto también afectó a sus proveedores, que han tenido
que reducir sus planes y despedir personal.
• La Pandemia también afecta el crecimiento porque la política de tolerancia
cero realizada en 2021/2 con epicentro en Shanghái exige bloqueos más
frecuentes que en la mayoría de los demás países, afectando no solo a la
industria sino también a los servicios, en particular al turismo.
• Si bien hubo una drástica reducción de la pobreza, los sectores medios se
están estancando y no aumenta su consumo, mientras que crecen los
multimillonarios.
• Por el compromiso de detener el aumento de las emisiones de dióxido de
carbono antes de 2030 y lograr el “cero neto” para 2060, el gobierno ha
reducido de manera estricta y abrupta la generación de electricidad en las

centrales de carbón, que son muy relevantes. Los cortes de energía resultantes
interrumpieron la producción en las fábricas afectadas.
• Un modelo de negocios donde los directivos tienen muy amplias
atribuciones para crecer a cualquier costo, sumado a sus estrechas
vinculaciones con el Estado, han provocado el aumento de los casos de
corrupción (como el caso de una gran empresa de logística Grupa HNA), a
pesar de las fuertes penas que llegan hasta la prisión perpetua.
Ahora se propicia un crecimiento más equilibrado y se limitará la
descontrolada acumulación de capital, sobre todo de los gigantes del internet,
para evitar, también, las prácticas anticompetitivas.
El presidente Xi Jinping y el nuevo concepto de desarrollo. Para el presidente
Xi Jinping, el mejor y más eficiente control estatal es la respuesta tanto a las
amenazas inmobiliarias como a las bancarias. Esto revela las limitaciones de
la filosofía económica de Xi porque muchas de las distorsiones que afectan a
los mercados fueron creadas por un rígido y deficiente control estatal.
De alguna manera, coincide con lo que venían señalando varios estudios que
indicaban que, para retomar las tasas de crecimiento moderadamente altas, el
país necesita una revolución de la productividad y volver a su anterior
pragmatismo para darle al mercado un papel más decisivo en la asignación de
capital y otros recursos, y poder retomar así el crecimiento de los años
precedentes.
Si se continua con la actual tónica, varios analistas (ver The Economist, 27-5-
22) indican que por primera vez desde 1990 podría tener dificultades para
crecer más rápido que EE.UU. Además, XI está planteando un “nuevo
concepto de desarrollo”, con el que pretende abordar grandes cambios para
hacer frente a la desigualdad, los monopolios y la deuda, y garantizar que
China domine las nuevas tecnologías y se fortalezca contra potenciales
sanciones occidentales, tal como sucedió con Rusia.
En todos los casos Xi cree que el Partido Comunista Chino debe tomar la
iniciativa, que ha sido punitiva y errática: oleada de multas, nuevas
regulaciones y purgas ha provocado el estancamiento de la dinámica de la
industria tecnológica y lo comentado contra el sector inmobiliario. Considera
también que se debe promover la autosuficiencia, siguiendo los pasos de sus
predecesores que desarrollaron un arma nuclear, un misil y un satélite de

cosecha propia. Parece extraño, porque con la globalización China ha sacado
muy buen provecho, pero pareciera que ahora no se sienten tan cómodos. Les
preocupa depender comercialmente de EE.UU., Europa y Japón y de la
infiltración de las ideas occidentales. Para evitar tales peligros se proponen
construir una posición dominante en las industrias estratégicas: tecnología y
energía, y desarrollar otros nuevos y mejores socios más cerca de casa; la
iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda es un mecanismo para encontrar
nuevos amigos económicos.
Pero hay que tener en cuenta que para la autosuficiencia se requiere el
aumento de la productividad total de los factores (cantidad de producción por
unidad de trabajo y capital), que está prácticamente estancada desde 2011. Sin
aumento de la productividad se pierde competitividad frente al resto del
mundo y así no se podrá elevar, de manera duradera, los niveles de vida.
Además, el comercio y la inversión crean un beneficio mutuo y, por lo tanto,
una vulnerabilidad mutua por su propia naturaleza.
En este nuevo planteo, de alguna manera, se propone ampliar el alcance de la
parte menos productiva de la economía: la gestionada por el gobierno,
mientras que los incentivos de la parte más productiva, el sector privado, se
han visto perjudicados: el costo del capital ha aumentado y las acciones chinas
cotizan con un descuento del 45% respecto a las estadounidenses.
Por este cambio de concepción, hay dudas sobre si China podrá recuperar las
anteriores tasas de crecimiento. Por cierto, que lo que suceda en China
afectará a todo el mundo.
Mensaje del presidente Xi Jinping en Davos (enero 2022) Pidió coordinación
macroeconómica internacional y cooperación, reclamando a los países
desarrollados (PD) una mayor contribución para hacer frente al cambio
climático. Además, celebró la entrada en vigencia del Acuerdo Integral de
Asociación Económica y recordó la intención de incorporarse al Acuerdo de
Asociación Transpacífico y al Acuerdo de Asociación de Economía Digital
para reafirmar el compromiso de China con la globalización.
Un año antes había firmado un Acuerdo Integral de Inversiones con la UE que
prevé́ la apertura de nuevos sectores a la inversión europea (salud, automotriz,
finanzas, construcción, servicios empresariales, etc.), eliminación de los topes
de capital extranjero en empresas conjuntas, transparencia de las operaciones

de las empresas públicas y política de subsidios, estándares industriales y
prohibición de obligación de transferencia de tecnología.
China refrenda con este acuerdo su intención de facilitar las inversiones para
el desarrollo de su mercado interno y mejorar la productividad. Si bien los
datos de comercio exterior fueron muy impactantes (el aumento del superávit
se concentra en EE.UU. y la UE), China se resiste a la revalorización del yuan
como mecanismo para equilibrar su comercio exterior porque continúa
representando el 36% del PBI a pesar de las promesas de impulsar una
“economía dual” basada en el consumo interno y más importaciones.
Se suma a la enorme acumulación de reservas que superan los US$ 3,2
billones, lo cual le permite sumar adhesiones de muchos países por fuera de
los organismos financieros internacionales.
El Presidente Xi recuerda que China necesita aún de un progreso substancial
que permita el desarrollo de las personas y la prosperidad común de toda la
población que “no debe confundirse con igualitarismo”. En sus palabras,
primero hay que “agrandar la torta” y recién entonces dividirla a través de
razonables arreglos institucionales.
Decimocuarto Plan Quinquenal de China. A medida que las presiones
políticas, el COVID y la guerra de Rusia contra Ucrania empujan a muchos
países, PD y PED, a adoptar políticas más proteccionistas, el apogeo de la
globalización pronto podría ser reemplazado por una era moldeada por
preocupaciones de seguridad nacional y controles fronterizos. Esta no es una
buena noticia para China, que preferiría que el mundo mantuviera la apertura
económica que logró en las últimas décadas.
Pero ahora parece que China debe prepararse para un futuro caracterizado por
mayores barreras y restricciones comerciales. Por este motivo, el
Decimocuarto Plan Quinquenal señala que el país buscará reducir su
dependencia de la demanda externa. La anunciada "estrategia de economía
dual" (más consumo y más importaciones), en cambio, enfatiza la dependencia
y necesidades de la enorme población del país.
China también planea invertir fuertemente en sectores de vanguardia, como
inteligencia artificial y semiconductores, y trabajar para lograr la
autosuficiencia en tecnologías centrales. Los extranjeros sospechan de los
movimientos de China para aumentar el control estatal sobre su desarrollo

económico, como imponer nuevas regulaciones a las empresas de tecnología y
los mercados de capitales.
Temen que el país esté priorizando sus objetivos geopolíticos sobre la
búsqueda de construir una economía de mercado. Es poco probable que China
regrese a una economía controlada totalmente por el Estado o promulgue
políticas aislacionistas. En cambio, el papel cada vez mayor del Estado en la
economía y un cambio hacia la autosuficiencia deben interpretarse como una
respuesta a un entorno externo cambiante.

La situación de Estados Unidos

Las propuestas de Joe Biden para la economía. J. Biden, quien fuera
vicepresidente de Obama, asumió la presidencia en enero de 2021,
encontrándose con un país cuyo PIB había caído (3,4 %) en 2020 debido a la
pandemia COVID. En 2022 debió enfrentar los efectos de la guerra provocada
por Rusia cuando invade Ucrania.
En sus inicios, planteó aumentar el endeudamiento y mantener muy bajas las
tasas de interés para hacer frente a los efectos de la pandemia, incrementar los
impuestos personales para las familias con ingresos superiores a US$
1.000.000, elevar la alícuota del impuesto a las ganancias de las empresas del
21 % al 28% (una de las más elevadas dentro de los PD), combatir las
transferencias de ganancias de las multinacionales y favorecer políticas para
promover la producción local y desalentar las inversiones en el exterior que
posteriormente reexportan a EE.UU. (le aplicarán un impuesto del 10 % a las
importaciones de esas filiales -impuesto a la deslocalización-). Biden vuelve a
sostener, como lo hacía Trump, que EE.UU. puede producir todo
independientemente de los costos y su impacto sobre la competitividad.
Además, se agregan US$ 1,9 billones a las ayudas familiares, que sumado a
las decididas por Trump hacen un total de US$ 3 billones; a ello se suman
US$ 2,5 billones de otras ayudas dando un total de US$ 5,5 billones que
equivalen al 25% del PBI de un año.
Justifican el endeudamiento por las bajas tasas de interés, la necesidad de
invertir en infraestructura para mejorar la competitividad y porque el
crecimiento esperado favorecerá́ una reducción relativa de la deuda en el largo
plazo

Es la mayor expansión de la asistencia gubernamental desde la década de
1960: un ingreso garantizado para la mayoría de las familias con hijos. Los
ingresos en el quintil más bajo aumentarán 20%; los del segundo más bajo el
9% y los del medio, el 6%. La Ley de Cuidados de Trump, en marzo de 2020,
dio a la mayoría de los estadounidenses cheques de US$ 1,200 con la idea de
elevarlo a 2.000. Pero la mayor entrega de Trump fue la reducción de
impuestos de US$ 1.9 billones aumentando el ingreso de los más ricos en 20
%.
Durante 2020, los 660 multimillonarios de EE.UU. se convirtieron en
US$1.3billones más ricos, suficientes para dar a cada estadounidense un
cheque de $3,900 y seguir siendo tan ricos como antes de la pandemia.
Fue una vuelta a los Reaganomics: durante años, los economistas
conservadores argumentaron que los recortes de impuestos para los ricos
generan inversiones que crean empleo, algo que nunca sucedió. Bidenomics es
lo contrario: dar dinero en efectivo a los dos tercios inferiores y su poder
adquisitivo impulsará el crecimiento para todos, algo más plausible
El estímulo de Biden es una apuesta riesgosa. El resultado fue un fuerte rebote
en 2021 que era impensable durante la pandemia. Como no podían gastar, los
consumidores acumularon US$ 1,6 billones (7% del PIB de un año) en
ahorros excedentes.
El estímulo que le da a la mayoría de los estadounidenses son otros US$ 1.400
a cada uno; gran parte de este efectivo será destinado al consumo, sobre todo
en los de ingresos bajos y moderados. Sin embargo, esto es una estrategia con
impactos inciertos. Fuerte estímulo fiscal, tolerancia hacia una mayor
inflación y enormes ahorros que no se conoce si los consumidores los
acapararán o gastarán.
Este experimento no tiene paralelo desde la Segunda Guerra Mundial y el
peligro para EE.UU. es que la economía se sobrecaliente y aumente aún más
la inflación. Si da sus frutos, EE.UU. evitará la trampa de baja inflación y bajo
crecimiento (como Japón y Europa). El riesgo, sin embargo, es que EE.UU. se
quede con deudas crecientes, inflación elevada y una Reserva Federal que
enfrenta una prueba de su credibilidad. En 2021 el PIB creció 5,7 % y se
espera 3,7 % en este año; hay pleno empleo y dificultades para cubrir las
vacantes.

Cambio de paradigma Según D. Rodrik (setiembre 2021), la discusión sobre
la política económica en EE.UU. ha cambiado mucho en los últimos años. El
neoliberalismo, el Consenso de Washington, o el fundamentalismo de
mercado, está siendo reemplazado por algo diferente. En política
macroeconómica, los temores sobre la deuda y la inflación han dado paso a
una preferencia por sobre estimular la economía y minimizar los riesgos para
la estabilidad de precios. En cuanto a los impuestos, la carrera mundial
implícita hacia su reducción se terminó́, y el establecimiento de una alícuota
mínima global para las ganancias de las corporaciones multinacionales está de
moda.
La política industrial, que ni siquiera podía mencionarse hasta hace poco, ha
vuelto con fuerza. En materia del mercado laboral la política solía ser la
desregulación y flexibilidad, mientras que ahora se habla de buenos empleos,
corregir los desequilibrios en el poder de negociación y empoderar a los
trabajadores y sindicatos.
Las grandes empresas de tecnología y plataformas solían ser vistas como una
fuente de innovación y beneficios para el consumidor; ahora son monopolios
que necesitan ser regulados y posiblemente desarticulados. La política
comercial tenía que ver con la división global del trabajo y la búsqueda de la
eficiencia; ahora se trata de resiliencia y salvaguardar las cadenas de
suministro nacionales.
Nouriel Roubini (agosto 2021) dice que la “doctrina económica Biden” tiene
puntos en común con Trump, ya que están marcando una ruptura con el credo
neoliberal seguido por todos los presidentes desde Bill Clinton.
Cada una de esas administraciones anteriores abogaron por acuerdos de
liberalización comercial, respetaron la independencia de la Reserva Federal y
apoyaron su compromiso con la estabilidad de precios. Cada uno siguió́ una
política fiscal moderada, recurriendo a estímulos principalmente como
respuesta a las recesiones, y fueron relativamente acogedoras con las grandes
tecnologías, las grandes empresas y Wall Street.
Cada uno presidió la desregulación de los sectores de bienes y servicios,
creando las condiciones para la concentración actual del poder oligopólico en
los sectores empresarial, tecnológico y financiero. Bajo este pensamiento, se
impulsaron las ganancias corporativas y redujeron la participación del trabajo,
exacerbando así ́ la desigualdad y el efecto previsto del “derrame” fue ínfimo.

Pero la situación comenzó a cambiar en otra dirección con Trump y Biden. Si
bien Trump fue más duro con su proteccionismo, Biden, no obstante, está
aplicando políticas comerciales nacionalistas y orientadas hacia adentro
similares.
Mantuvo los aranceles sobre China y otros países, e introdujo políticas de
adquisiciones más estrictas para "comprar estadounidense", así ́ como políticas
industriales para reorientar sectores de fabricación clave y ha continuado la
disociación más amplia entre China y EE.UU. y la carrera por el dominio en el
comercio, la tecnología, los datos, la información y las industrias del futuro.
Para revertir la desigualdad de ingresos y riqueza, Biden favorece las grandes
transferencias directas y los impuestos más bajos para los trabajadores, los
desempleados y los que se quedan atrás. Nuevamente, esta es una política que
comenzó́ bajo Trump, con un paquete de subsidios directos para los sectores
de menores recursos
Si bien Biden está presionando por una tributación más progresiva que Trump,
la capacidad de su administración para aumentar los impuestos está limitada.
Por lo tanto, al igual que con Trump, los grandes déficits fiscales se
financiarán, principalmente, con deuda que la FED se verá́ obligada a
monetizar con el tiempo.
La actual administración estadounidense parece pensar que el mercado no
asigna y no se comporta eficientemente porque tiene una conducta que no
contempla las necesidades de la sociedad. Así se expresa en el mensaje del
presidente Biden del 9 de julio de 2021 sobre "Promoción de la competencia
en la economía estadounidense" en el cual se lee como un conjunto de
distorsiones y manipulaciones del mercado.
La lista es larga, pero entre los que se destacan se encuentran los grandes
actores de los sectores agrícola, sanitario, financiero, farmacéutico,
tecnológico y de transporte. Estos incluyen una concentración excesiva dentro
de industrias clave; falta de transparencia del mercado; fijación de precios
injustos, discriminatorios y engañosos; barreras de entrada al mercado erigidas
por empresas establecidas; no respeto del medio ambiente, y prácticas de
distribución anticompetitivas.
Entre las víctimas se encuentran usuarios promedio de Internet, usuarios de
redes sociales y plataformas minoristas, clientes de aerolíneas, nuevos

empresarios y una variedad de pequeñas y medianas empresas, incluidos
cerveceros y agricultores independientes.
Todos estos grupos están siendo estafados por empresas que distorsionan el
mercado en su propio beneficio. Algunos de estos cambios son ajustes
necesarios ante el COVID-19. Pero quizás también sean el inevitable cambio
de dirección generado por un largo periodo de creciente desigualdad,
inseguridad económica y poder de mercado concentrado en la economía
estadounidense.
La lección de estos cambios que otros países deberían extraer es que la
economía, como ciencia social, respalda diferentes consejos de política para
diferentes circunstancias. La economía no es una ciencia con reglas fijas
porque si las condiciones varían se exigen políticas diferentes.
El problema de la inflación La inflación comenzó a aumentar con la pandemia
a partir de las necesarias ayudas fiscales y monetarias, el desabastecimiento a
nivel mundial por las restricciones que todos los países impusieran a la
producción y que ahora se potencia por los cierres debidos a la nueva oleada
de Covid en China, y últimamente por la invasión de Rusia en Ucrania que
afectó los precios del petróleo y gas y de las materias primas alimenticias y de
algunos minerales.
En abril los precios aumentaron 8,3% anualizado. Es la inflación más alta en
40 años. Kenneth Rogoff (4-5-2022) dice que con la pandemia comenzó a
ganar espacio la idea de que la deuda de EE.UU. podía aumentar
sustancialmente sin provocar un aumento significativo de la inflación o de las
tasas de interés.
La Teoría Monetaria Moderna (S. Kelton es quien la promueve) dice que la
FED debía comprar toda la deuda que emitiera el Tesoro porque no generaría
inflación, y si lo hiciera no sería un gran problema; su preocupación es la
reactivación, más allá de los impactos de la emisión en el mediano y largo
plazo. Pero la inflación terminó siendo superior a lo esperado, claro que no lo
hizo de manera inmediata, sino que hay un rezago de un año entre emisión e
inflación, y ahora se está viendo el resultado. La FED será la responsable de
volver a la estabilidad para lo cual su plan es comenzar a aumentar la tasa de
interés y a restringir la oferta monetaria. En junio, la tasa de interés subió 0,75
puntos, a 1,50%-1,75 %. Es el aumento más pronunciado desde 1994 y se
espera continúe ascendiendo durante este año.

El efecto es que los préstamos serán más costosos para los hogares (hipotecas)
y las empresas, lo cual tienden a enfriar la economía. Por otra parte, la FED
comenzará a reducir sus tenencias en bonos (del Tesoro e hipotecarios) desde
junio. En la actualidad, la FED acumula un total de US$ 9 billones en deuda
estadounidense. En junio, julio y agosto, se desprenderá de US$ 47.500
millones en títulos cada mes, y a partir de septiembre, estas cifras mensuales
subirán a US$ 85.000 millones; el proceso concluirá cuando sus reservas
alcancen niveles considerados razonables.
Se deja de lado la flexibilización cuantitativa (QE) y toma su lugar el proceso
inverso denominado ajuste cuantitativo (QT). El desafío es hacerlo de manera
tal que no enfríe la economía. Es un delicado equilibrio: se debe ir retirando su
apoyo a la economía, pero las autoridades deben moverse lentamente y no con
demasiada fuerza, o las tasas podrían subir demasiado rápido, incitar a las
empresas a despedir empleados o mandar al país a la recesión.
Powell, sin embargo, descartó un enfriamiento grave y sostenido porque la
economía de EE.UU. es fuerte y nada sugiere que esté cerca una recesión. Un
efecto de la suba de la tasa de interés es que la demanda del dólar como
refugio de valor a nivel mundial aumentó. Las inversiones en mercados
emergentes podrían disminuir y, además, un dólar más fuerte puede significar
precios de las commodities más bajos. Eso podría ser una amenaza para países
productores de materias primas. EE.UU. se beneficia de una mayor inflación
para poder licuar su deuda pública, que luego de la pandemia asciende al
125% del PBI y sólo tiene un quinto del total indexado.

(*) Editado por la escuela de Economía y Negocios, Universidad Nacional de San Martín.

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