Alemania ha votado. El resultado está, pero lo que menos necesitamos ahora son cálculos político-partidistas. El objetivo debe ser formar un gobierno capaz de actuar con rapidez. Los futuros partidos gobernantes deben demostrar que la protección del clima y la transición energética no son sólo temas de campaña electoral.
Hay muchas tareas importantes por delante que un solo grupo no puede resolver, lo que también se refleja en los votos del electorado. Para alcanzar los objetivos climáticos de París, necesitamos una política climática y energética mucho más ambiciosa – y mucho más rápida.
Al mismo tiempo, hay que equilibrar la seguridad del suministro, la competitividad de la industria alemana y la cohesión social. ¿Cómo puede lograrlo la nueva coalición de gobierno?
El instrumento más importante en el camino hacia la neutralidad climática es la cuantificación del CO2. Cada tonelada ahorrada cuenta cuando se trata de reducir las emisiones. Lo que se necesita es una combinación de señales de precios específicos para cada sector sumado a requisitos de cuotas que proporcionen un incentivo económico para la transformación, pero sin sobrecargar a los consumidores y a la industria. El rédito procedente de la cuantificación del CO2 debe utilizarse íntegramente en la exención de gravámenes a las fuentes de energía renovables, contribuyendo así a aliviar la carga.
Durante la campaña electoral, se pidió unánimemente una expansión más rápida y consistente de la generación de energía renovable. Pero ahora las palabras deben ir seguidas de los hechos. La creciente demanda de electricidad debe satisfacerse con una mayor electrificación de la movilidad, la industria y los edificios.
Esto sólo funcionará con requisitos de planificación más simplificados, aceleración masiva de los procedimientos de aprobación, áreas de expansión adicionales en tierra y mar, una expansión más rápida de la red eléctrica y la importación de energía renovable en forma de hidrógeno y combustibles verdes.
Este camino no funcionará sin soluciones transitorias. Sí, el carbón sigue constituyendo la mayor parte de nuestro mix eléctrico. Y sí, esto debe cambiar rápidamente. Pero al mismo tiempo, es necesario que el suministro de energía sea fiable, incluso cuando el sol no brilla o el viento no sopla. Con las centrales de gas, podemos garantizar eficazmente la seguridad del suministro incluso cuando aumenta la demanda.
En comparación con el carbón, la electricidad generada con gas ya reduce las emisiones hasta en dos tercios de forma inmediata. Gracias a su capacidad para producir hidrógeno, estas centrales también pueden reconvertirse de forma rentable y seguir utilizándose sin CO2, si se dispone de hidrógeno renovable en cantidades suficientes. El nuevo gobierno debe crear las condiciones adecuadas para que las inversiones en soluciones provisionales también tengan sentido desde el punto de vista económico.
Y, por último, la transición energética necesita más mercado. El apoyo gubernamental es importante para estimular tecnologías, pero no puede sustituir a la inversión privada a largo plazo. En lugar de un exceso de regulación y de micro gestión gubernamental, el gobierno debería crear un marco con objetivos e incentivos claros en el que prevalezcan las mejores ideas, las tecnologías más innovadoras y eficientes y los modelos de negocio más favorables al cliente.
La campaña electoral ha terminado. Ahora, los partidos deben demostrar en las negociaciones de la coalición de gobierno que se toman en serio la transición energética. Y esto incluye una mayor honestidad en el debate: la transformación implicará dolorosas restricciones y, al menos al principio, también costará puestos de trabajo.
Aun así, debemos conseguir que la gente nos acompañe en el viaje, porque, de lo contrario, la factura será aún más cara para las generaciones futuras. Alemania debe crear un entorno confiable y amigable, que incentive la inversión a largo plazo y fomente así la competitividad de su industria. El nuevo gobierno tiene mucho trabajo que hacer y nos estamos quedando sin tiempo.