<p>Aquel día Standard & Poor’s degradó a AIG y la sacó de la categoría AAA. Esto concluyó en un escandaloso rescate por US$ 187.000 millones y un balde de agua fría: “las tres agencias calificadoras, S&P, Moody’s Investors Service y Fitch Ratings, ya no son confiables. No vieron venir casos como AIG y una serie de entidades financieras”. Por supuesto, tampoco reaccionaron a tiempo ante los colapsos de Bear Sterns y Lehman Brothers.<br />
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Eso lo señalaba Dominique Strauss-Kahn, director gerente del Fondo Monetario Internacional. En efecto, esas agencias ya no influyen en las bolsas, sino al revés. El rey estaba desnudo.<br />
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Tiempo después, S&P y Fitch degradaron España y Portugal. Con cierto retraso, Moody’s había rebajado Grecia a chatarra (BB+, BBB). Quedó pues claro que las calificadoras no determinan el sesgo de los mercados, sino que lo acompañan. Eran malos días para sus directores ejecutivos, a saber Deven Sharma (S&P), Stephen Joynt (FT) y Raymond McDaniel (Moody’s), obligados a declarar ante un comité del senado norteamericano. También fueron vapuleados por haber ignorado a Bernard Madoff y sus estafas por US$ 65.000 millones. <br />
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Por supuesto, la desordenada caída de títulos griegos, públicos y privados, se aceleraba ya en marzo y no hacían falta los gurúes de las agencias ni sus voceros en los medios. Su papel fue cumplido con creces por Angela Merkel y, ahora, también por el primer ministro Yioryios Papandréu: “no podemos recortar nuevamente salarios ni jubilaciones. Ardería el país”, le reiteró el lunes al presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet. Pese a que Atenas ha recibido € 13.500 millones para no caer en bancarrota el miércoles 19.<br />
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Días antes, Merkel, Guido Westerwelle (ministro de relaciones exteriores) y Wolfgang Schäuble (hacienda) decidieron parlamentar con el FMI –vía el segundo de Strass-Kahn- y el BCE. Pero ya no se trataba del paquete de € 45.000 millones en préstamos bilaterales (20% a cargo de Alemania), sino de 110.000 millones que incluían y, por fin, un megapaquete de € 750.000 millones para toda la Unión Europea.<br />
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Señales de alarma no escaseaban. El 9 de mayo hubo elecciones en el estado alemán de Renania norte-Vestfalia, el más poblado, donde la coalición centroderechista fue arrasada. Si finalmente, como muchos temen, Grecia no cumple, entrará en cese de pagos; o sea, años de negociaciones para reestructurar pasivos por diez veces el monto total más punitorios.<br />
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Nuevamente, el problema se complicará debido a la exposición de los principales acreedores: alemanes (€ 34.250 millones a diciembre), franceses (57.000 millones) e italianos (5.300 millones). En este cuadro, las “prestigiosas” agencias calificadoras son inútiles, como lo fueron durante las crisis sistémicas de 1997/8 y 2006/9 o el episodio argentino de 2000/02, secuelas inclusive.<br />
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Obviamente, si los apresurados programas de austeridad fallan también en Portugal, España, Italia y Gran Bretaña, se hundirá la Eurozona como expresión financiera de la Unión Europea. Algunos analistas creen percibir una señal en ese sentido: cada día más bancos privados de Europa occidental optan por acumular fondos y no prestarlos. Exactamente, como sucede en Estados Unidos desde 2007. <br />
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Ya muy pocos les tienen fe a las agencias calificadoras
Esta historia empezó el 16 de septiembre de 2008, cuando Robert Willumsted dirigía una aseguradora poco diáfana, pero la mayor del mundo. Era American International Group, manejado durante años por el inescrupuloso Maurice Greenberg y magnates chinos.