sábado, 28 de diciembre de 2024

Washington castiga bonos excesivos a los ejecutivos

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Para neutralizar en parte los efectos negativos originado en la ola de despidos en la economía real (ya son tres millones),  Estados Unidos castiga las escandalosas remuneraciones de ejecutivos financieros. Pero la lista en circulación mira hacia atrás.

<p>En efecto, varios legisladores dem&oacute;cratas exhiben una n&oacute;mina encabezada por Stanley O&rsquo;Neal, antecesor de John Thain en Merrill Lynch. Tras p&eacute;rdidas colosales, el hoy magnate cobr&oacute; una &ldquo;indemnizaci&oacute;n por despido&rdquo; de US$ 160 millones.<br />
Los acompa&ntilde;a el abogado Charles Prince, ex director ejecutivo de Citigroup (2003/7), puesto por el entonces mandam&aacute;s, Stanford Weill, cuando su proyecto de &ldquo;supermercado financiero&rdquo; empezaba a resquebrajarse. Al bueno de Prince le regalaron US$ 130 millones para irse a jugar golf.<br />
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Tiempo despu&eacute;s, un &iacute;cono clintoniano y ahora asesor de Barack Obama, Robert Rubin percibi&oacute; US$ 115 millones, ya en 2008, para abandonar el directorio de Citigroup. A diferencia de O&rsquo;Neal o Prince, ni siquiera ejerc&iacute;a facultades ejecutivas pero, como miembro de junta, particip&oacute; en errores que llevaron a la divisi&oacute;n del otrora primer banco norteamericano.<br />
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Un poquito m&aacute;s adelante, el ya c&eacute;lebre John Thain obtuvo bonificaciones secretas de US$ 124 millones por arreglar la malventa de Merrill Lynch a Bank of America. Junto con tres ejecutivos allegados, cobraron US$ 484 millones y de esto estaba al tanto Henry Paulson, entonces secretario del Tesoro, seg&uacute;n denuncia senatoriales. Al lado de todo esto, los US$ 40 millones embolsados por John Mack (Morgan Stanley) son una bicoca.<br />
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