Wall Street: vuelven volatilidad e incertidumbres sobre la economía real

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El jueves, el Dow-Jones industrial ganaba 1,7%, pero cerró en apenas +0,37%. El viernes se acentuó la tónica descendente… porque los analistas se habían equivocado en cuanto al desempleo, las ventas automotrices, etc.

En pocas horas, cambió el clima y se desinfló otra “onda optimista” generada desde usinas estadigráficas. En otras palabras, la economía estadounidense no creó trabajo, sino que lo eliminó en julio. Tampoco la industria y los resultados de las empresas responden a las expectativas creadas durante la semana.

“Necesitamos mejoras apreciables en materia laboral, si queremos justificar los actuales precios de las acciones”, admitía Allan Meyers, de First Third Bank, una cartera que maneja US$ 30.000 millones. Hubo, por supuesto, detonantes propios de la plaza. Por ejemplo, la caída de Johnson & Johnson, el mayor fabricante mundial de instrumental médico, tras saberse que Merrill Lynch les había bajado nota a sus papeles.

No obstante, el factor clave parece ser laboral, porque está ligado al consumo. Un informe del departamento federal de Trabajo reveló que en julio se quedó sin empleo un “neto” de 44.000 personas (diferencia entre quienes encontraron trabajo y quienes lo perdieron). Los infaltables analistas que consulta Bloomberg decían que la economía había generado 10.000 puestos laborales y el índice de desocupación cedería de 6,4% (máximo en nueve años) a 6,3%. No ocurrió.

A su vez, otra fuente privada, el Institute for Supply Management (reúne a los gerentes de compras), señaló que su índice de expectativas industriales marcaba 51,8 puntos, no los 52 que habían pronosticado los gurúes. Igual subió, porque en junio registraba 49,8 puntos. Finalmente, la universidad de Michigan informó que su indicador de confianza entre consumidores pasaba de 89,7 puntos en junio a 90,9 en julio y, en este caso, superaba las presunciones del mercado (90,5).

Mientras tanto, la industria automotriz sigue en aprietos y esto repercute en el recinto neoyorquino. Las ventas de DaimlerChrysler cedieron 7,6% en julio, en tanto las de Ford caían 11%; ambas, respecto del mismo mes en 2002. Los inefables sabios de Bloomberg habían predicho3,5 y 8,4%, respectivamente. Chrysler colocó 178.408 vehículos y Ford, 297,265. Eso significa que las proyecciones anualizadas de todo el sector bajan de 18.100.000 millones (un récord) hace un año a 16.900.000 ahora (-6,6%).

Horas antes, el espinel europeo tampoco las pasaba bien. Especialmente Fráncfort, cuyo índice DAX venía de una ola eufórica: aumentó 3,9% de lunes a jueves y acumuló +10,8% en julio. Sin sustento, pues la economía alemana tiene más problemas que la estadounidense (salvo el megadéficit). El mes arranca, pues, con pérdidas en ese índice, el londinense FT 100 (1,4 cada uno) y el DJ EuroStoxx 50 (-1,7%). En Wall Street bajaron el Dow Jones industrial (0,86%, el Standard & Poor’s (1,03) y el Nasdaq compuesto (1,11%).

En pocas horas, cambió el clima y se desinfló otra “onda optimista” generada desde usinas estadigráficas. En otras palabras, la economía estadounidense no creó trabajo, sino que lo eliminó en julio. Tampoco la industria y los resultados de las empresas responden a las expectativas creadas durante la semana.

“Necesitamos mejoras apreciables en materia laboral, si queremos justificar los actuales precios de las acciones”, admitía Allan Meyers, de First Third Bank, una cartera que maneja US$ 30.000 millones. Hubo, por supuesto, detonantes propios de la plaza. Por ejemplo, la caída de Johnson & Johnson, el mayor fabricante mundial de instrumental médico, tras saberse que Merrill Lynch les había bajado nota a sus papeles.

No obstante, el factor clave parece ser laboral, porque está ligado al consumo. Un informe del departamento federal de Trabajo reveló que en julio se quedó sin empleo un “neto” de 44.000 personas (diferencia entre quienes encontraron trabajo y quienes lo perdieron). Los infaltables analistas que consulta Bloomberg decían que la economía había generado 10.000 puestos laborales y el índice de desocupación cedería de 6,4% (máximo en nueve años) a 6,3%. No ocurrió.

A su vez, otra fuente privada, el Institute for Supply Management (reúne a los gerentes de compras), señaló que su índice de expectativas industriales marcaba 51,8 puntos, no los 52 que habían pronosticado los gurúes. Igual subió, porque en junio registraba 49,8 puntos. Finalmente, la universidad de Michigan informó que su indicador de confianza entre consumidores pasaba de 89,7 puntos en junio a 90,9 en julio y, en este caso, superaba las presunciones del mercado (90,5).

Mientras tanto, la industria automotriz sigue en aprietos y esto repercute en el recinto neoyorquino. Las ventas de DaimlerChrysler cedieron 7,6% en julio, en tanto las de Ford caían 11%; ambas, respecto del mismo mes en 2002. Los inefables sabios de Bloomberg habían predicho3,5 y 8,4%, respectivamente. Chrysler colocó 178.408 vehículos y Ford, 297,265. Eso significa que las proyecciones anualizadas de todo el sector bajan de 18.100.000 millones (un récord) hace un año a 16.900.000 ahora (-6,6%).

Horas antes, el espinel europeo tampoco las pasaba bien. Especialmente Fráncfort, cuyo índice DAX venía de una ola eufórica: aumentó 3,9% de lunes a jueves y acumuló +10,8% en julio. Sin sustento, pues la economía alemana tiene más problemas que la estadounidense (salvo el megadéficit). El mes arranca, pues, con pérdidas en ese índice, el londinense FT 100 (1,4 cada uno) y el DJ EuroStoxx 50 (-1,7%). En Wall Street bajaron el Dow Jones industrial (0,86%, el Standard & Poor’s (1,03) y el Nasdaq compuesto (1,11%).

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