En un mercado volátil, recrudecen los temores sobre abastecimiento de aceite para calefacción y refinados en Estados Unidos. Hay un aspecto curioso en esta corrida: se sabía –como señaló este sitio hace diez días- que la Reserva Federal rebajaría medio punto la tasa básica, tras no tocarla desde 2005 (cosa que hizo y por un margen no registrado desde 2002). Algunos creyeron que ese gesto bastaría para superar las crisis hipotecaria y de liquidez global –una expresión de deseos-, por lo que la demanda de petróleo continuaría firme.
En el plano real, huracanes y otros riesgos al abastecimiento de combustibles en EE.UU. se combinan con el menor flujos de fondos bursátiles al negocio del petróleo y derivados. Esta peculiar mezcla ya ha empujado los crudos tejanos dulces más de 32% en cuanto va del año.
El arbitraje vespertino en la plaza de futuros y opciones (Nueva York) marcaba US$ 82,05 el barril de 161 litros con entrega en octubre e inicios de noviembre, tras picos de 82,50. El Brent nórdico subió a su propio máximo nomnal, US$ 78,75 el barril de 159 litros. Por primera vez desde 1981, el oro registraba US$ 735 a 743 la onza troy. Entretanto, el euro subía hasta US$ 1,407 (pico absoluto) y se proyectaba en más de 1,44 para fin de mes.
En Wall Street hubo cierres el moderada baja, tras quedar casi neutros en Europa occidental y Asia oriental. Salvo en Londres (-0,48%), Fráncfort (-0,2%) y Singapur (-1.17%). Por supuesto, la crisis hipotecaria –ahora contagiada a Gran Bretaña- y su efecto clave (la ola de iliquidez financiera global- se resisten a amainar.
No obstante, ahora el petróleo pasa a primer plano. Por una parte, la Opep reclama porque la divisa usaba para tarifar crudos (el dólar) sigue perdiendo terreno ante el euro. Por la otra, el alza de combustibles en EE.UU. –rozan 57 centavos por litro- pone en peligro la incipiente recuperación del negocio aerocomercial.
En un mercado volátil, recrudecen los temores sobre abastecimiento de aceite para calefacción y refinados en Estados Unidos. Hay un aspecto curioso en esta corrida: se sabía –como señaló este sitio hace diez días- que la Reserva Federal rebajaría medio punto la tasa básica, tras no tocarla desde 2005 (cosa que hizo y por un margen no registrado desde 2002). Algunos creyeron que ese gesto bastaría para superar las crisis hipotecaria y de liquidez global –una expresión de deseos-, por lo que la demanda de petróleo continuaría firme.
En el plano real, huracanes y otros riesgos al abastecimiento de combustibles en EE.UU. se combinan con el menor flujos de fondos bursátiles al negocio del petróleo y derivados. Esta peculiar mezcla ya ha empujado los crudos tejanos dulces más de 32% en cuanto va del año.
El arbitraje vespertino en la plaza de futuros y opciones (Nueva York) marcaba US$ 82,05 el barril de 161 litros con entrega en octubre e inicios de noviembre, tras picos de 82,50. El Brent nórdico subió a su propio máximo nomnal, US$ 78,75 el barril de 159 litros. Por primera vez desde 1981, el oro registraba US$ 735 a 743 la onza troy. Entretanto, el euro subía hasta US$ 1,407 (pico absoluto) y se proyectaba en más de 1,44 para fin de mes.
En Wall Street hubo cierres el moderada baja, tras quedar casi neutros en Europa occidental y Asia oriental. Salvo en Londres (-0,48%), Fráncfort (-0,2%) y Singapur (-1.17%). Por supuesto, la crisis hipotecaria –ahora contagiada a Gran Bretaña- y su efecto clave (la ola de iliquidez financiera global- se resisten a amainar.
No obstante, ahora el petróleo pasa a primer plano. Por una parte, la Opep reclama porque la divisa usaba para tarifar crudos (el dólar) sigue perdiendo terreno ante el euro. Por la otra, el alza de combustibles en EE.UU. –rozan 57 centavos por litro- pone en peligro la incipiente recuperación del negocio aerocomercial.