Días atrás, Barclay’s Capital y un puñado sostenían que el Sistema de Reserva Federal hará por lo menos tres ajustes más. Por tanto, hacia noviembre el tipo referencial tocará 6% anual. Estos “pesimistas” tienen motivos. Para empezar, el petróleo está a más de US$ 74,50 y el oro rebota a más de US$ 634,50.
JP Morgan Chase y Crédit Suisse First Boston también presumen que Benjamin Bernanke no se detendrá por lo menos hasta ese 6%. Con un matiz bastante arbitrario: el nivel anunciado no sucederá a tres nuevos ajustes “regulares” (25 puntos básicos cada cinco semanas), sino que acaecerá recién a principios de 2007.
Lo relevante es que estos pronósticos neutralizaron el clima positivo iniciado con la “burbujita” bursátil del jueves 29, diluida el viernes 30, parcialmente retomada la semana que termina y pinchada el miércoles. Otro grupo de entidades espera que el SRF lleve a 5,5% la tasa básica en agosto y luego interrumpa los ajustes sin plazo definido. Es, claro, la máxima expresión de deseos en Wall Street, donde sobrevuela un fantasma indeseable: la estanflación.
Días atrás, Barclay’s Capital y un puñado sostenían que el Sistema de Reserva Federal hará por lo menos tres ajustes más. Por tanto, hacia noviembre el tipo referencial tocará 6% anual. Estos “pesimistas” tienen motivos. Para empezar, el petróleo está a más de US$ 74,50 y el oro rebota a más de US$ 634,50.
JP Morgan Chase y Crédit Suisse First Boston también presumen que Benjamin Bernanke no se detendrá por lo menos hasta ese 6%. Con un matiz bastante arbitrario: el nivel anunciado no sucederá a tres nuevos ajustes “regulares” (25 puntos básicos cada cinco semanas), sino que acaecerá recién a principios de 2007.
Lo relevante es que estos pronósticos neutralizaron el clima positivo iniciado con la “burbujita” bursátil del jueves 29, diluida el viernes 30, parcialmente retomada la semana que termina y pinchada el miércoles. Otro grupo de entidades espera que el SRF lleve a 5,5% la tasa básica en agosto y luego interrumpa los ajustes sin plazo definido. Es, claro, la máxima expresión de deseos en Wall Street, donde sobrevuela un fantasma indeseable: la estanflación.