Tras un proceso de varios meses y en un clima político enrarecido, hoy la Acrópolis será escenario para la firma del tratado que ampliará a la Unión Europea. Pero ocurre que, de los diez futuros socios, ocho –Polonia, las tres repúblicas bálticas, Hungría, Eslovenia, la República Checa y Eslovaquia- integran el “grupo de Vilnius”, que apoyó la invasión de Irak. Visto como un triunfo personal del británico Tony Blair, sólo quedaron fuera Chipre (cuyos dos tercios griegos se suman a la UE) y Malta.
En realidad, el documento a suscribirse en Atenas es formal. Todavía falta que cada país candidato ratifique legislativamente el voluminoso “pliego de condiciones”. La fecha real es el 1º de mayo de 2004, cuando quienes lo acepten entrarán en la UE.
Posteriormente, sobrevendrá un proceso gradual. Entre otras cosas, porque ni siquiera “los 15” actuales están todavía integrados a la moneda común ni, por supuesto, al Banco Central Europeo. La entidad maneja la política monetaria general –inclusive tipos básicos de interés-, salvo en los casos de Gran Bretaña, Noruega y Dinamarca. La vulnerabilidad del dólar y la repreciación del euro parecen darle la razón a Londres y su defensa de la esterlina.
Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea y motor de la ampliación, insiste en la necesidad de que la moneda única abarque a “los 15” antes de que se transformen en “los 25”. Pero también están la cuestión agrícola –léase, Polonia- y los subsidios industriales a Eslovaquia, Hungría y los checos. El fracaso inicial de la “rueda Dohá”, es decir de la Organización Mundial de Comercio, no ayuda al respecto. Tampoco ayuda la heterogeneidad de las economías en juego, entre las cuales sólo la checa, la eslovena y la húngara se aproximan al nivel medio de desarrollo imperante entre “los 15” (si se excluye Grecia).
Tras un proceso de varios meses y en un clima político enrarecido, hoy la Acrópolis será escenario para la firma del tratado que ampliará a la Unión Europea. Pero ocurre que, de los diez futuros socios, ocho –Polonia, las tres repúblicas bálticas, Hungría, Eslovenia, la República Checa y Eslovaquia- integran el “grupo de Vilnius”, que apoyó la invasión de Irak. Visto como un triunfo personal del británico Tony Blair, sólo quedaron fuera Chipre (cuyos dos tercios griegos se suman a la UE) y Malta.
En realidad, el documento a suscribirse en Atenas es formal. Todavía falta que cada país candidato ratifique legislativamente el voluminoso “pliego de condiciones”. La fecha real es el 1º de mayo de 2004, cuando quienes lo acepten entrarán en la UE.
Posteriormente, sobrevendrá un proceso gradual. Entre otras cosas, porque ni siquiera “los 15” actuales están todavía integrados a la moneda común ni, por supuesto, al Banco Central Europeo. La entidad maneja la política monetaria general –inclusive tipos básicos de interés-, salvo en los casos de Gran Bretaña, Noruega y Dinamarca. La vulnerabilidad del dólar y la repreciación del euro parecen darle la razón a Londres y su defensa de la esterlina.
Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea y motor de la ampliación, insiste en la necesidad de que la moneda única abarque a “los 15” antes de que se transformen en “los 25”. Pero también están la cuestión agrícola –léase, Polonia- y los subsidios industriales a Eslovaquia, Hungría y los checos. El fracaso inicial de la “rueda Dohá”, es decir de la Organización Mundial de Comercio, no ayuda al respecto. Tampoco ayuda la heterogeneidad de las economías en juego, entre las cuales sólo la checa, la eslovena y la húngara se aproximan al nivel medio de desarrollo imperante entre “los 15” (si se excluye Grecia).