Si bien este incremento no debería llamar la atención en un contexto de creciente incertidumbre –en este caso dada la escalada del dólar blue, el cual superó la barrera de los $10 a principios del mes pasado-, es una sorpresa para esta administración que se ha negado sistemáticamente a convalidar subas de tasas, analiza el gerente de Desarrollo de Negocios de abeceb.com, Juan Pablo Ronderos.
El empuje se presenta por dos vías:
Por un lado, a través de un incremento en la tasa de interés que paga el BCRA para colocar deuda al sistema financiero (LEBACs y NOBACs).
En este sentido, la tasa de interés implícita en la última colocación de LEBACs a 12 meses (que tuvo lugar el 18/06) ascendió a 18,0% anual, lo que representó un incremento de 250 puntos básicos respecto a la tasa acordada dos meses atrás. Este valor constituye un máximo de esta tasa desde 2003.
Por otro lado, a través de un aumento de la tasa call (que es la que se paga entre bancos para prestarse dinero de cortísimo plazo).
El gobierno influye sobre esta tasa a través de las operaciones que realiza diariamente el Banco Nación.
En este caso, la presión oficial obligó a las entidades financieras a tomar pesos a un mayor precio en las últimas semanas, pero además muchas se vieron forzadas a liquidar bonos en dólares, lo que contribuyó a la caída del dólar implícito en el contado con liquidación.
Estos dos factores explican el reciente aumento de la tasa BADLAR (que es la que pagan las entidades bancarias por los depósitos a plazo mayoristas).
Mientras que hacia fines de febrero de 2013 los bancos comerciales privados pagaban, en promedio, un 13,9% anual por las colocaciones mayoristas a 30 días de plazo, actualmente dicha tasa gira en torno del 16,2% (datos al 17 de junio), luego de tocar un máximo de 16,8% el 4 de este mes.
Nadie sabe si hay un cambio de política detrás de estas medidas o si ha sido meramente coyuntural. Tal como lo probaron los sucesos del mes pasado, la escalada del dólar “blue†(que fue aquietada en parte mediante un incremento del premio de quedarse en pesos) no resulta para nada inofensiva, teniendo en cuenta su elevado impacto sobre la opinión pública.
Pero además, el alza de tasas tampoco es deseable para el gobierno -menos teniendo en cuenta que este año es electoral-, dado que conspiraría aún más contra una actividad económica que atraviesa serias dificultades.
En este sentido, las autoridades ya han utilizado en el pasado la suba de tasas para controlar situaciones de stress financiero, pero nunca terminó convalidando los mayores niveles, sino que más tarde revirtió rápidamente esta decisión.
Por el momento, las señales no son contundentes. La fuerte expansión de la base monetaria -principalmente a través del otorgamiento de créditos al sistema financiero y al gobierno- registrada en la primera semana de junio (otorgando un importante caudal de crédito tanto al sector público como al sector financiero) pone un interrogante sobre lo que puede pasar en el futuro.
Mientras que las presiones oficiales sobre la tasa call parecieran haber desaparecido ya, dado que la misma mostró una estabilización en torno del 10,4% luego de alcanzar un máximo de 18,8% a mediados de mayo.
Los antecedentes y la dominancia fiscal sobre la política monetaria no presagian que se esté frente a un golpe de timón. Como es la norma general de la política económica actual, seguirá primando la estrategia de la no estrategia.