Trump y los mercados: fin de la luna de miel

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En el corto plazo, la expectativa de estímulos, más bajos impuestos y desregulación, puede alentar el comportamiento de la economía y mejorar el mercado bursátil en el corto plazo. Pero en el largo plazo, políticas inconsistentes, erráticas y destructivas, cobrarán un alto precio.

La salutación de los mercados bursátiles y financieros al nuevo mandatario de EE.UU, fue impresionante. Apenas conocidos los resultados, los precios de las acciones comenzaron una sostenida escalada. Los inversores se sentían alentados con las promesas de Donald Trump: estímulos fiscales, desregulación en el campo energético, en el de la salud, y en los servicios financieros.

Además, reducción generalizada de impuestos, tanto para los individuos, para las corporaciones, como para las ganancias financieras.

Ahora bien, ¿es que la realidad de la política económica de Trump seguirá alimentando un continuo ascenso en el precio de las acciones? La pregunta se la hace, en una reciente columna periodística, el prestigioso economista Nouriel Roubini.

Según una organización independiente como el Tax Policy Center, la mitad de los beneficios que se esperan de los recortes impositivos prometidos por Trump, beneficiarán exclusivamente al 1% de la población que percibe los mayores ingresos. No se espera que haga nada por crear nuevos empleos o por mejorar lo sueldos de los obreros y empleados.

Pero lo sorprendente –dice Roubini- es que ya se percibe que la máquina se está quedando sin vapor, y el precio de las acciones interrumpe o estanca su ascenso. Hay varias razones que explican esta flamante realidad.

El estímulo fiscal aumenta el precio de las acciones, pero en simultáneo lleva a un alza de las tasas de interés de largo plazo, lo que erosiona gastos de capital y nivel de intereses en actividades vitales, como el sector inmobiliario y de la construcción.

Al mismo tiempo –pronostica Roubini- un dólar fortalecido destruirá más empleos en el campo de obreros calificados y empleados, que han sido la base electoral de Trump. Esta apreciación del dólar puede llegar a destruir 400.000 puestos de trabajo.

Con un recorte importante de impuestos y sin reducir el gasto fiscal, la situación puede empeorar. Trump promete un gran plan de obras públicas (mucho más gasto). La consecuencia inevitable será alza en las tasas de interés y fortalecimiento mayor del dólar, deteriorando las perspectivas de la economía en el largo plazo.

Además, recuerda Roubini, los inversores perciben el fantasma de la inflación. Con una economía que está cerca del pleno empleo, los estímulos fiscales propuestos, en lugar de hacer crecer la economía, impulsarán el nivel de inflación.

Este panorama hará que la Reserva Federal aumente las tasas de interés mucho más pronto de lo que deseaba, lo que contribuirá a deteriorar el largo plazo y a aumentar más el valor del dólar.

Si encima de todo esto –asegura el prestigioso economista- un proteccionismo rampante desata guerras comerciales, todos responderán a las restricciones de importación de EE.UU con medidas similares de retaliación. Lo que puede provocar una severa crisis mundial.

 

 

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