“El actual perfil de los mercados denota una evaluación históricamente baja de riesgos, no necesariamente sostenible en el mediano o el largo plazo”, sostuvo Trichet durante un simposio hecho en Ciudad del Cabo, lugar más apto para el turismo que para reuniones técnicas.
Poco antes, Bernanke señalaba: “Operadores e intermediarios no se esfuerzan lo suficiente en cuanto a gestión de riesgos. Ignoramos aún de dónde provendrá el golpe, pero acabará ocurriendo”. Pocas veces dos instancias de ese nivel han formulado opiniones tan distantes del optimismo panglosiano prevalente en los mercados grandes, medianos y chicos.
Sin embargo, desde hace varios meses, autoridades, ex altos funcionarios (como Alan Greenspan) y economnistas serios –Joseph Stiglitz, Paul Krugman, Jeffrey Sachs- vienen formulando advertencias. “Los inversores institucionales están tomando riesgos excesivos en pos de ganancias fàciles. Pero lo ocurrido del 27de febrero al 11 de marzo, a partir del derrumbe chino, puede repetirse en otros lugares”, alertaba al Grupo de los 8 un informe del ministerio alemán de hacienda, centrado en fondos “langostas”, o sea los de cobertura (derivados) y compras apalancadas.
En efecto, las primas sobre bonos privados de alto riesgo, en Estados Unidos, han caído a un piso récord esta misma semana, exactamente mientras las letras de Tesorería a diez años alcanzaban un techo de 5% anual. Por su parte, las empresas de la Eurozona han tomado un record de € 194.500 millones en enero-mayo en bonos por debajo del umbral recomendable para colocarse en ellos.
Al respecto, Trichet se mostró preocupado, pues los modelos operativos empleados por los canales de inversión “se basan en presunciones por demás optimistas”. Inclusive comparadas con una economía mundial que, imagina el jefe del BCE, “vive su mejor momento en veinticinco años” (un mantra casi obsesivo de los propios mercados).
Amén del auge de compras apalancadas, los activos de sostén manejados por fondos de cobertura se han triplicado. A fines de marzo, sumaban US$ 1,57 billones, que pueden multiplicarse hasta cuarenta veces vía futuros, opciones y los derivados consiguientes. En los primeros cinco meses de 2007, entretanto, las compras apalacabas acumularon US$ 460.000 millones contra 240.000 millones en igual lapso de 2006. No extraña, pues, que algunos de los mayores fondos cerrados vislumbren el desinfle de la burbuja.
“El actual perfil de los mercados denota una evaluación históricamente baja de riesgos, no necesariamente sostenible en el mediano o el largo plazo”, sostuvo Trichet durante un simposio hecho en Ciudad del Cabo, lugar más apto para el turismo que para reuniones técnicas.
Poco antes, Bernanke señalaba: “Operadores e intermediarios no se esfuerzan lo suficiente en cuanto a gestión de riesgos. Ignoramos aún de dónde provendrá el golpe, pero acabará ocurriendo”. Pocas veces dos instancias de ese nivel han formulado opiniones tan distantes del optimismo panglosiano prevalente en los mercados grandes, medianos y chicos.
Sin embargo, desde hace varios meses, autoridades, ex altos funcionarios (como Alan Greenspan) y economnistas serios –Joseph Stiglitz, Paul Krugman, Jeffrey Sachs- vienen formulando advertencias. “Los inversores institucionales están tomando riesgos excesivos en pos de ganancias fàciles. Pero lo ocurrido del 27de febrero al 11 de marzo, a partir del derrumbe chino, puede repetirse en otros lugares”, alertaba al Grupo de los 8 un informe del ministerio alemán de hacienda, centrado en fondos “langostas”, o sea los de cobertura (derivados) y compras apalancadas.
En efecto, las primas sobre bonos privados de alto riesgo, en Estados Unidos, han caído a un piso récord esta misma semana, exactamente mientras las letras de Tesorería a diez años alcanzaban un techo de 5% anual. Por su parte, las empresas de la Eurozona han tomado un record de € 194.500 millones en enero-mayo en bonos por debajo del umbral recomendable para colocarse en ellos.
Al respecto, Trichet se mostró preocupado, pues los modelos operativos empleados por los canales de inversión “se basan en presunciones por demás optimistas”. Inclusive comparadas con una economía mundial que, imagina el jefe del BCE, “vive su mejor momento en veinticinco años” (un mantra casi obsesivo de los propios mercados).
Amén del auge de compras apalancadas, los activos de sostén manejados por fondos de cobertura se han triplicado. A fines de marzo, sumaban US$ 1,57 billones, que pueden multiplicarse hasta cuarenta veces vía futuros, opciones y los derivados consiguientes. En los primeros cinco meses de 2007, entretanto, las compras apalacabas acumularon US$ 460.000 millones contra 240.000 millones en igual lapso de 2006. No extraña, pues, que algunos de los mayores fondos cerrados vislumbren el desinfle de la burbuja.