<p>El trío abarca a Charles Feldberg, ex ejecutivo de Wall Street, Jill Considine (directiva de una firma “off shore)” y el presidente de la tejana El Paso, Douglas Foshee. Todo esto huele raro. Aunque el gobierno haya rescatado AIG poniendo US$ 170.000 millones del contribuyente y el Tesoro controle 77,9% de las acciones, el trío tendrá el poder en sus manos.<br />
No obstante, permanecen cuidadosamente fuera de la vista pública. Mientras crecía en marzo un clamor por las remuneraciones a ejecutivos de la aseguradora –pasados y presentes-, probablemente con fondos ligados a su propio salvamento, ninguno de los fideicomisarios quebró el silencio hablando de sus planes o actividades.<br />
Este curioso trío afrontará la primera prueba en mayo, durante la asamblea de accionistas. Un grupo disidente, encabezado por sindicalistas, busca votos para echar a la junta de AIG y a los tres flamantes administradores, amén de rebajar aún más las remuneraciones a ejecutivos. El Tesoro y la Reserva Federal de resistirán con un argumento trivial: eso acentuará el éxodo de personal claves (quizá el mismo que llevó al desastre vía derivados hipotecarios). </p>
<p>Eso pondrá a los fideicomisarios en postura embarazosa: cada uno cobrará US$ 100.000 anuales. Son, por tanto, jueces y partes. Además, el caso sugiere que las actuales autoridades federales no son diferentes ni mejores que sus antecesoras, y el potencial escándalo político podría ir mucho más allá de AIG.<br />
Por de pronto, el Tesoro está a punto de convertirse en el mayor accionista de Citigroup, con 36% del paquete. Además, si algunos de los otros dieciocho bancos sometidos a pruebas ácidas llegasen a precisar más liquidez, el gobierno quizás tome acciones y los entregue a fideicomisarios. En síntesis, otro festival de estatizaciones a costa de los contribuyentes que Obama, se supone, defiende. <br />
El debut del trío en la asamblea de AIG también pondrá en tela de juicio si ellos o el Tesoro controlan algo. “Si uno tiene 77,9% de acciones, debe actuar en consecuencia”, apunta Espen Eckbo, director del Centro Lindenauer para Gestión Empresaria. A su criterio, el origen de los tres no tranquiliza, pues los seleccionó la RF de Nueva York, que Geithner presidía antes de pasar al Tesoro. Por otra parte, Considine abandonó la RF para dirigir Butterfield Fulcrum, un grupo que provee apoyo administrativo a fondos de cobertura… desde las Bermudas. <br />
Feldberg, otro ex Reserva Federal de Nueva York, estaba en Barclay’s Americas. Pero el tercero, Foshee, sólo se explica por su amistad con Geithner pues, en la vida privada, dirige una firma dedicada a oleoductos. Los tres son legalmente independientes del Tesoro y la RF y no pueden ser echados por disidencias sobre políticas o medidas concretas. Varios legisladores creen que es demasiado.<br />
</p>
Tres fideicomisarios en AIG y transparencia cero
En otra señal de cómo puede complicarse la gestión de una empresa en tiempos de rescates públicos, tres ignotos administrarán la aseguradora American International Group. Sin equipo, oficinas ni objetivos claros. ¿Otro escándalo en puerta?