sábado, 23 de noviembre de 2024

Tres fideicomisarios en AIG y transparencia cero

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En otra señal de cómo puede complicarse la gestión de una empresa en tiempos de rescates públicos, tres ignotos administrarán la aseguradora American International Group. Sin equipo, oficinas ni objetivos claros. ¿Otro escándalo en puerta?

<p>El tr&iacute;o abarca a Charles Feldberg, ex ejecutivo de Wall Street, Jill Considine (directiva de una firma &ldquo;off shore)&rdquo; y el presidente de la tejana El Paso, Douglas Foshee. Todo esto huele raro. Aunque el gobierno haya rescatado AIG poniendo US$ 170.000 millones del contribuyente y el Tesoro controle 77,9% de las acciones, el tr&iacute;o tendr&aacute; el poder en sus manos.<br />
No obstante, permanecen cuidadosamente fuera de la vista p&uacute;blica. Mientras crec&iacute;a en marzo un clamor por las remuneraciones a ejecutivos de la aseguradora &ndash;pasados y presentes-, probablemente con fondos ligados a su propio salvamento, ninguno de los fideicomisarios quebr&oacute; el silencio hablando de sus planes o actividades.<br />
Este curioso tr&iacute;o afrontar&aacute; la primera prueba en mayo, durante la asamblea de accionistas. Un grupo disidente, encabezado por sindicalistas, busca votos para echar a la junta de AIG y a los tres flamantes administradores, am&eacute;n de rebajar a&uacute;n m&aacute;s las remuneraciones a ejecutivos. El Tesoro y la Reserva Federal de resistir&aacute;n con un argumento trivial: eso acentuar&aacute; el &eacute;xodo de personal claves (quiz&aacute; el mismo que llev&oacute; al desastre v&iacute;a derivados hipotecarios).&nbsp; </p>
<p>Eso pondr&aacute; a los fideicomisarios en postura embarazosa: cada uno cobrar&aacute; US$ 100.000 anuales. Son, por tanto, jueces y partes. Adem&aacute;s, el caso sugiere que las actuales autoridades federales no son diferentes ni mejores que sus antecesoras, y el potencial esc&aacute;ndalo pol&iacute;tico podr&iacute;a ir mucho m&aacute;s all&aacute; de AIG.<br />
Por de pronto, el Tesoro est&aacute; a punto de convertirse en el mayor accionista de Citigroup, con 36% del paquete. Adem&aacute;s, si algunos de los otros dieciocho bancos sometidos a pruebas &aacute;cidas llegasen a precisar m&aacute;s liquidez, el gobierno quiz&aacute;s tome acciones y los entregue a fideicomisarios. En s&iacute;ntesis, otro festival de estatizaciones a costa de los contribuyentes que Obama, se supone, defiende. <br />
El debut del tr&iacute;o en la asamblea de AIG tambi&eacute;n pondr&aacute; en&nbsp; tela de juicio si ellos o el Tesoro controlan algo. &ldquo;Si uno tiene 77,9% de acciones, debe actuar en consecuencia&rdquo;, apunta Espen Eckbo, director del Centro Lindenauer para Gesti&oacute;n Empresaria. A su criterio, el origen de los tres no tranquiliza, pues los seleccion&oacute; la RF de Nueva York, que Geithner presid&iacute;a antes de pasar al Tesoro. Por otra parte, Considine abandon&oacute; la RF para dirigir Butterfield Fulcrum, un grupo que provee apoyo administrativo a fondos de cobertura… desde las Bermudas.&nbsp; <br />
&nbsp;Feldberg, otro ex Reserva Federal de Nueva York, estaba en Barclay&rsquo;s Americas. Pero el tercero, Foshee, s&oacute;lo se explica por su amistad con Geithner pues, en la vida privada, dirige una firma dedicada a oleoductos. Los tres son legalmente independientes del Tesoro y la RF y no pueden ser echados por disidencias sobre pol&iacute;ticas o medidas concretas. Varios legisladores creen que es demasiado.<br />
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