<p>Para empezar, la cadena de mandos de la cual dependía el audaz bretón “era débil y no supo reaccionar adecuadamente a una serie de alertas tempranas”. El documento de setenta páginas, suscripto por un comité especial (lo integran directores), pone en evidencia una estructura defectuosa, negligente, amén de las conexiones internas del operador. </p>
<p>Deshacer esas posiciones insumió €49.000 millones, récord nominal absoluto en la historia de la banca comercial en Occidente. Quienes debían supervisar al joven Kerviel “no notaron el volumen de sus ganancias, flujos de efectivo, gastos de intermediación y otros síntomas”.</p>
<p>Tampoco prestaron atención a las advertencias de Eurex, la mayor bolsa europea de futuros, opciones y derivados. En síntesis, el treintañero mintió, falsificó instrumentos y correos electrónicos, pirateó el sistema informático de SG y ocultó transacciones completas. Por supuesto, Kerviel es objeto de un proceso penal. </p>
<p>Las pérdidas emergentes de este escándalo han borrado casi dos años de utilidades brutas en el sector banca de inversión. Ademán, se han radicado demandas judiciales de accionistas contra SG en la Eurozona y Estados Unidos. Daniel Bouton, presidente de la junta (todavía) renunció como director gerente tras presentar el cuarto trimestral de 2007.</p>
<p>En abril, SG señaló que gastará hasta €100 millones para mejorar contralores internos, pero no hay suma que pueda devolver al banco el prestigio y la confianza de tantos años. Pero, tras casos como éste, el de Nicholas Leeson (acabó con Baring Brothers, que había aguantado 250 años) o Bear Stearns, economistas serios como Paul Krugman o Jeffrey Sachs se preguntan si no es hora de poner coto a las especulaciones con derivativos, una masa que triplica el producto bruto global.</p>
<p><em><font color="#800000">En el video relacionado, el compositor español Giorgio Bassmatti dedica una canción a Jerome Kerviel</font></em></p>
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Société Générale: el desastre resultó de controles negligentes
Jérôme Kerviel armó 49.000 millones en futuros – aire caliente – no autorizados gracias a supervisión deficiente o cómplice. Así revela un informe, pedido por el segundo banco francés, que deja maltrecha su imagen.