<p>La clave del problema reside en el endeudamiento a tasa flotante, contraído sobre todo en 2006. Gran parte de esos papeles y paquetes de títulos vence desde septiembre próximo hasta agosto de 2009 y las dificultades para obtener fondos frescos, obliga a malvender activos, competir agresivamente por depósitos y emitir deuda nueva a tipos de interés exorbitantes. Esto explica el cimbronazo de esta semana en los paneles financieros de Wall Street, Londres, etc.</p>
<p>Sólo el mes entrante vencen US$ 95.000 millones en bonos norteamericanos a tasa flotante. Uno de los bancos más expuestos, JP Morgan Chase, estima en casi US$ 790.000 millones los vencimientos totales hasta fin de 2009 en su propio sector. Ello significa 44% más que en los dieciocho meses hasta este viernes.</p>
<p>La contradicción crediticia en las principales plazas occidentales (Eurozona, Estados Unidos, Gran Bretaña, Suiza) acaba de ingresar al segundo año. No hay signos de que la crisis de liquidez amaine o deje de afectar las economías reales. Mientras los bancos intentan cubrir obligaciones, continúan menguando los márgenes de utilidad. Inversores y prestamistas insisten en exigir tasas crecientes, por lo cual las propias entidades financieras son renuentes a extender créditos a empresas y personas (absurdamente llamadas “consumidores”).</p>
<p>Las trabas “serán este semestre mayores que en el anterior y se prolongarán hasta marzo o abril próximos”. Así sostienen Société Générale (París) y Crédit Suisse (Ginebra). Hacia fin de año, entidades como Goldman Sachs, Merrill Lynch, Morgan Stanley, Wachovia o Lehman Brothers –en venta- afrontarán cada cual unos US$ 50.000 millones en vencimientos. Igual situación comparten General Elecgtric Finance, Wells Fargo o el ítalogermano UniCredito. Hace un año, nadie habría imaginado semejantes deterioro.</p>
<p>Aparte de intereses mucho más caros que en 2007, la puja por dinero fresco y la malventa de activos exacerban las presiones sobre los mercados monetarios. Los bancos que opten por préstamos cortos deberán renovarlos más a menudo y correrán el riesgo de no conseguir fondos a tiempo. Este contexto explica la transformación en “timbas” de grandes pisos bursátiles: escaso nivel operativo, vaivenes, burbujas artificiales y gurúes desorientados. Este cúmulo de factores tornan bancos, firmas de valores y otras entidades financieras más dependientes de los bancos centrales. Eso crea otra distorsión: muchos jugadores están empaquetando hipotecas y demás acreencias como colaterales para obtener financiamiento de los emisores. Esto es, dinero de los contribuyentes. Como señalan varios economistas serios desde el siglo XIX, “cuando las cosas marchan mal, los mercados se vuelven a los gobiernos para que los saquen del brete”.</p>
Siguen los problemas en bancos de EE.UU. y Europa occidental
El negocio financiero en Occidente afronta nuevos estragos por pérdidas. En mediano plazo, por ejemplo, debe pagar cientos de miles de millones por créditos tomados antes de estallar la crisis hipotecaria y de iliquidez.