Por supuesto, el otorgamiento de cunatiosas remuneraciones extraordinarias, casi siempre en secreto, es cuestión de las empresas y bancos que las pagan. También de los accionistas, a menudo irritados ante tanta rumbosidad, pocas veces justificada por los resultados anuales. Ahora, la entidad reguladora interviene.
A principios de enero, en efecto, la Securities & Exchange commission (comisión federal de valores) les presentará a las bolsas del país un esquema para imponer la difusión amplia y masiva de esas bonificaciones. Según sus términos, las cotizantes en cada piso deberám entregar a accionistas e inversores datos completos sobre salarios, bonificaciones, fondos jubilatorios, opciones accionaris y otros canales usados para “premiar” al management.
Al respecto, el “Financial Times” recuerda que las actuales normas para divulgar esos datos han sido criticadas por expertos universitarios, analistas e intermediarios buirsátiles. En general, sostienen que la reglamentación es anticuada y poco eficaz, por lo cual no permite discriminar las retribuciones a ejecutivos en determinado ejercicio contable.
Christopher Cox, presidente de la SEC, plantea “la necesidad de ir eliminando sorpresas desagradables cuando salen a luz pagos secretos y altos al management superior. Accionistas e inversores tienen derecho a averiguar los costos reales disimulados en complejos paquetes remuneratorios”. Sólo en 2004, la retribución media para directores ejecutivos aumentó 30% sobre el año anterior, revela un sondeo entre 1.520 CEO, hecho por la consultoría especializada Corporate Library.
De acuerdo con las futuras normas de la SEC, la evaluación de planes jubilatorios y opciones accionarias para ejecutivos deberá incluirse en las planillas salariales. Además, las empresas especificarán los pagos a sus cinco managers de mayor jerarquía en el último balance anual y los dos previos.
En forma separada, habrá nuevas pautas para asentar opciones accionarias. Abriendo el paraguas, Wall Street vislumbra algunos meses de confusión, a medida que el mercado y sus agentes aprendan a “leer” las futuras planillas. Contadores y auditores, que se habían rasgado las vestiduras en 2001 a causa de la ley Sarbanes-Oxley-, vuelven a hacerlo. En su momento, aquella ley no sembró al caos que prometían. En 2006, esa historia probablemente se repita.
Por supuesto, el otorgamiento de cunatiosas remuneraciones extraordinarias, casi siempre en secreto, es cuestión de las empresas y bancos que las pagan. También de los accionistas, a menudo irritados ante tanta rumbosidad, pocas veces justificada por los resultados anuales. Ahora, la entidad reguladora interviene.
A principios de enero, en efecto, la Securities & Exchange commission (comisión federal de valores) les presentará a las bolsas del país un esquema para imponer la difusión amplia y masiva de esas bonificaciones. Según sus términos, las cotizantes en cada piso deberám entregar a accionistas e inversores datos completos sobre salarios, bonificaciones, fondos jubilatorios, opciones accionaris y otros canales usados para “premiar” al management.
Al respecto, el “Financial Times” recuerda que las actuales normas para divulgar esos datos han sido criticadas por expertos universitarios, analistas e intermediarios buirsátiles. En general, sostienen que la reglamentación es anticuada y poco eficaz, por lo cual no permite discriminar las retribuciones a ejecutivos en determinado ejercicio contable.
Christopher Cox, presidente de la SEC, plantea “la necesidad de ir eliminando sorpresas desagradables cuando salen a luz pagos secretos y altos al management superior. Accionistas e inversores tienen derecho a averiguar los costos reales disimulados en complejos paquetes remuneratorios”. Sólo en 2004, la retribución media para directores ejecutivos aumentó 30% sobre el año anterior, revela un sondeo entre 1.520 CEO, hecho por la consultoría especializada Corporate Library.
De acuerdo con las futuras normas de la SEC, la evaluación de planes jubilatorios y opciones accionarias para ejecutivos deberá incluirse en las planillas salariales. Además, las empresas especificarán los pagos a sus cinco managers de mayor jerarquía en el último balance anual y los dos previos.
En forma separada, habrá nuevas pautas para asentar opciones accionarias. Abriendo el paraguas, Wall Street vislumbra algunos meses de confusión, a medida que el mercado y sus agentes aprendan a “leer” las futuras planillas. Contadores y auditores, que se habían rasgado las vestiduras en 2001 a causa de la ley Sarbanes-Oxley-, vuelven a hacerlo. En su momento, aquella ley no sembró al caos que prometían. En 2006, esa historia probablemente se repita.