El presidente de la SEC, William Donaldson –elegido por Washington y confirmado hace poco por el Senado-, eligió personalmente a McDonough (68 años), que ya había anunciado su retiro de la RF para julio próximo. La flamante entidad (Junta de Supervisión Contable sobre Sociedades Cotizantes o Public Company Accounting Oversight Board, PCAOB) deberá controlar a los contadores profesionales y disciplinar a auditores y actuarios. En realidad, es un derivado de la ley general Sarbanes-Oxley (septiembre), a su vez una reacción legislativa -en pos de recobrar la confianza de accionistas, inversores y público- ante la larga serie de fraudes, escándalos e irregularidades que todavía no se agota en el sector privado norteamericano.
Los cinco vocales de la SEC secundaron en bloque a Donaldson. “La labor que afrontamos hace a estados financieros y otros documentos confeccionados por contadores, emitidos por firmas que cotizan en bolsa y certificados por auditores. Nuestro objetivo –señalaba McDonough- son balances completos, verídicos, puntuales y fidedignos”.
La conformación de la junta fue centro de controversias al día siguiente de sancionarse la ley que la originaba. Harvey Pitt –entonces presidente de la SEC, controlado desde la Casa Blanca- propuso a William Webster, veterano del FBI y la CIA. Este quedó descartado, en noviembre, al conocerse su dudoso papel en la auditoría de US Technologies (firma cuyo CEO sigue procesado por defraudación). Este paso en falso acabó también con Pitt, quien no había informado al directorio sobre los antecedentes de Webster.
Por el contrario, “McDonough es un funcionario de primerísima línea y total integridad. Justo lo que precisa la nueva junta”, declaró anoche el temido Eliot Spitzer, fiscal general de Nueva York. “Su larga carrera pública y privada es una garantía”, coincidieron los legisladores Paul Sarbanes, Michael Oxley (autores de la ley homónima) y Richard Shelby, jefe de la comisión senatorial de Banca.
El presidente de la SEC, William Donaldson –elegido por Washington y confirmado hace poco por el Senado-, eligió personalmente a McDonough (68 años), que ya había anunciado su retiro de la RF para julio próximo. La flamante entidad (Junta de Supervisión Contable sobre Sociedades Cotizantes o Public Company Accounting Oversight Board, PCAOB) deberá controlar a los contadores profesionales y disciplinar a auditores y actuarios. En realidad, es un derivado de la ley general Sarbanes-Oxley (septiembre), a su vez una reacción legislativa -en pos de recobrar la confianza de accionistas, inversores y público- ante la larga serie de fraudes, escándalos e irregularidades que todavía no se agota en el sector privado norteamericano.
Los cinco vocales de la SEC secundaron en bloque a Donaldson. “La labor que afrontamos hace a estados financieros y otros documentos confeccionados por contadores, emitidos por firmas que cotizan en bolsa y certificados por auditores. Nuestro objetivo –señalaba McDonough- son balances completos, verídicos, puntuales y fidedignos”.
La conformación de la junta fue centro de controversias al día siguiente de sancionarse la ley que la originaba. Harvey Pitt –entonces presidente de la SEC, controlado desde la Casa Blanca- propuso a William Webster, veterano del FBI y la CIA. Este quedó descartado, en noviembre, al conocerse su dudoso papel en la auditoría de US Technologies (firma cuyo CEO sigue procesado por defraudación). Este paso en falso acabó también con Pitt, quien no había informado al directorio sobre los antecedentes de Webster.
Por el contrario, “McDonough es un funcionario de primerísima línea y total integridad. Justo lo que precisa la nueva junta”, declaró anoche el temido Eliot Spitzer, fiscal general de Nueva York. “Su larga carrera pública y privada es una garantía”, coincidieron los legisladores Paul Sarbanes, Michael Oxley (autores de la ley homónima) y Richard Shelby, jefe de la comisión senatorial de Banca.