viernes, 27 de diciembre de 2024

Se fue Rato y hubo signos de flexibilidad ante los acreedores

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Ido Rodrigo Rato y quizá subrayando que la misión del FMI no abarcan cobrar cuentas privadas, Roberto Lavagna mejoró algo la propuesta a bonistas (algo que se esperaba). Entretanto, la recaudación fiscal pasó de US$ 2.820 millones en agosto.

Aun sin admitir modificaciones en la oferta completa, Economía admitió que el incentivo al bono indexado por crecimiento del producto bruto interno se distribuirá íntegramente entre acreedores que participen del canje. Se trata de una clara presión para elevar la masa de potenciales adherentes. Lavagna también indicó que el superávit programado para 2005 seguirá siendo 3% del PBI, pero tomando sólo la ejecución federal.

Casi al mismo tiempo, se informó que la recaudación fiscal de agosto ($ 8.469,5 millones) superaba casi 40% la de un año atrás. Son cifras que consolidan la posición argentina ante el Fondo. Volviendo a la flexibilización, el anuncio ministerial ya había sido adelantado a la Comisión Federal de Valores norteamericana (SEC), que examina la propuesta total desde hace algunas semanas.

Frustrando las expectativas del mercado, el miércoles Rato se limitó a reiterar exigencias para pagarles más a los bonistas. Néstor Kirchner y Lavagna dijeron no. Entretanto, Raúl Alfonsín denunciaba un intento golpista para marzo próximo e involucraba intereses financieros del exterior.

Medios y espacios afines a los bonistas se quedaron en el aire, pues esperaban una mutua flexibilización de posiciones. El arribo del nuevo director gerente del Fondo Monetario Internacional había creado, por cierto, expectativas demasiado optimistas. En otras palabras, tal vez se tratase de encontrar una salida elegante al pedido de suspensión transitoria del convenio subscripto entre Argentina y el FMI en agosto de 2003.

Nada de eso sucedió. Por el contrario, Rato se plegó al libreto típico de Singh (o sea, de Anne Krueger) y habló como si fuera Nicola Stock o Hans Humes. Pidió más superávit primario para satisfacer los reclamos de los acreedores privados, que hizo prácticamente suyos, sin advertir que Argentina ya viene sobrepasando las metas del FMI en ese plano.

La posición de la entidad no es cómoda. El acuerdo contingente obligaba a cumplir ciertas metas, sujetas a revisiones trimestrales. Éstas quedaban a cargo de una misión técnica, que hizo las tres primeras y aprobó las cuentas. De hecho, en la tercera destacó su sobrecumplimiento. Pero los ejecutivos del Fondo, más preocupados por los acreedores privados –es decir, los que poseían bonos en cese de pagos, fruto de decisiones especulativas o recompras oportunistas a exiguo precio- que por sus propios estatutos, se sentaron sobre esa III revisión y postergaron la cuarta. No obstante, Lavagna presume que las revisiones trimestrales se reiniciarán en enero.

En un plano simétrico, el clima internacional no mejora para los fondos buitres que, en el caso argentino, motorizan al hoy dividido “comité global” de Stock-Humes. En efecto, un juez federal neoyorquino emitió una resolución preliminar desestimando reclamos de fondos buitres contra empresas argentinas. El magistrado admitió la eficacia de los acuerdos preventivos extrajudiciales, como instrumentos para restructurar deudas de compañías argentinas, titulizadas en forma de bonos hoy en poder de tenedores norteamericanos. El caso en particular involucra a Multicanal (grupo Clarín) y el fondo Huff.

Volviendo a la deuda pública, Lavagna aportó un dato que el blando “mea culpa” del FMI se había dejado en el tintero. Economía difundió un recálculo de rojos al terminar 2003, donde se revela que el colapso de la convertibilidad rígida –riesgo que técnicos fondistas y colocadores de bonos conocían ya en 2000/1- le generó al fisco pasivos inerciales (no voluntarios) por US$ 28.180 millones. Este monto era imputable al ejercicio 2002.

Pero los mercados continuaban sorprendidos por el ex presidente Alfonsín y sus declaraciones sobre “sectores de derecha, con apoyo extranjero, decididos a sacar a Kirchner. Han puesto como plazo marzo próximo”. Según el dirigente político, ese plan cuenta con “fuertes apoyos de grupos especulativos e inversores extranjeros”. Lo curioso es que los resabios de la UCR saliesen a condenar la actitud del único caudillo que les queda.

Hablando por un cable, Alfonsín involucró, como partícipes involuntarios, a “dirigentes y agrupaciones funcionales a las tácticas de la derecha neoliberal” (insiste en llamar neoliberales a los neoconservadores).Por elevación, acusó a capitostes piqueteros, precisamente mientras un grupo de choque otrora vinculado a regímenes militares provocaba disturbios.

Aun sin admitir modificaciones en la oferta completa, Economía admitió que el incentivo al bono indexado por crecimiento del producto bruto interno se distribuirá íntegramente entre acreedores que participen del canje. Se trata de una clara presión para elevar la masa de potenciales adherentes. Lavagna también indicó que el superávit programado para 2005 seguirá siendo 3% del PBI, pero tomando sólo la ejecución federal.

Casi al mismo tiempo, se informó que la recaudación fiscal de agosto ($ 8.469,5 millones) superaba casi 40% la de un año atrás. Son cifras que consolidan la posición argentina ante el Fondo. Volviendo a la flexibilización, el anuncio ministerial ya había sido adelantado a la Comisión Federal de Valores norteamericana (SEC), que examina la propuesta total desde hace algunas semanas.

Frustrando las expectativas del mercado, el miércoles Rato se limitó a reiterar exigencias para pagarles más a los bonistas. Néstor Kirchner y Lavagna dijeron no. Entretanto, Raúl Alfonsín denunciaba un intento golpista para marzo próximo e involucraba intereses financieros del exterior.

Medios y espacios afines a los bonistas se quedaron en el aire, pues esperaban una mutua flexibilización de posiciones. El arribo del nuevo director gerente del Fondo Monetario Internacional había creado, por cierto, expectativas demasiado optimistas. En otras palabras, tal vez se tratase de encontrar una salida elegante al pedido de suspensión transitoria del convenio subscripto entre Argentina y el FMI en agosto de 2003.

Nada de eso sucedió. Por el contrario, Rato se plegó al libreto típico de Singh (o sea, de Anne Krueger) y habló como si fuera Nicola Stock o Hans Humes. Pidió más superávit primario para satisfacer los reclamos de los acreedores privados, que hizo prácticamente suyos, sin advertir que Argentina ya viene sobrepasando las metas del FMI en ese plano.

La posición de la entidad no es cómoda. El acuerdo contingente obligaba a cumplir ciertas metas, sujetas a revisiones trimestrales. Éstas quedaban a cargo de una misión técnica, que hizo las tres primeras y aprobó las cuentas. De hecho, en la tercera destacó su sobrecumplimiento. Pero los ejecutivos del Fondo, más preocupados por los acreedores privados –es decir, los que poseían bonos en cese de pagos, fruto de decisiones especulativas o recompras oportunistas a exiguo precio- que por sus propios estatutos, se sentaron sobre esa III revisión y postergaron la cuarta. No obstante, Lavagna presume que las revisiones trimestrales se reiniciarán en enero.

En un plano simétrico, el clima internacional no mejora para los fondos buitres que, en el caso argentino, motorizan al hoy dividido “comité global” de Stock-Humes. En efecto, un juez federal neoyorquino emitió una resolución preliminar desestimando reclamos de fondos buitres contra empresas argentinas. El magistrado admitió la eficacia de los acuerdos preventivos extrajudiciales, como instrumentos para restructurar deudas de compañías argentinas, titulizadas en forma de bonos hoy en poder de tenedores norteamericanos. El caso en particular involucra a Multicanal (grupo Clarín) y el fondo Huff.

Volviendo a la deuda pública, Lavagna aportó un dato que el blando “mea culpa” del FMI se había dejado en el tintero. Economía difundió un recálculo de rojos al terminar 2003, donde se revela que el colapso de la convertibilidad rígida –riesgo que técnicos fondistas y colocadores de bonos conocían ya en 2000/1- le generó al fisco pasivos inerciales (no voluntarios) por US$ 28.180 millones. Este monto era imputable al ejercicio 2002.

Pero los mercados continuaban sorprendidos por el ex presidente Alfonsín y sus declaraciones sobre “sectores de derecha, con apoyo extranjero, decididos a sacar a Kirchner. Han puesto como plazo marzo próximo”. Según el dirigente político, ese plan cuenta con “fuertes apoyos de grupos especulativos e inversores extranjeros”. Lo curioso es que los resabios de la UCR saliesen a condenar la actitud del único caudillo que les queda.

Hablando por un cable, Alfonsín involucró, como partícipes involuntarios, a “dirigentes y agrupaciones funcionales a las tácticas de la derecha neoliberal” (insiste en llamar neoliberales a los neoconservadores).Por elevación, acusó a capitostes piqueteros, precisamente mientras un grupo de choque otrora vinculado a regímenes militares provocaba disturbios.

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