La dirigencia sectorial, empresaria y política –dentro y fuera de Rusia-vincula el asesinado justamente con la sostenida acción del difunto vicepresidente contra una poderosa mafia. Como principal supervisor de la actividad, Kozlov cerró docenas de bancos involucrados en una serie de delitos. Resulta casi un chiste que el “Wall Street journal” en la Red use el calificativo “presuntos”.
El homicidio tiene obvias características mafiosas. Retrotrae a los borrascosos años 90, cuando eran habituales los crímenes pagados por funcionarios, ex burócratas del partido, banqueros y empresarios. Bajo el presidente Vladyímir Putin, ese tipo de delitos había disminuido, pero aún forma parte de las costumbres modernas en el país más grande del mundo.
Por ejemplo, Anatoly Chubais –amo del monopolio eléctrico y figura allegada al presidente- salió vivo de un atentado en marzo de 2005. En 2002, un gobernador regional fue liquidado a plena luz en el centro de Moscú. Es más: varios analistas temen que el método cunda durante este año y 2007, a medida como se acerquen las elecciones parlamentarias y presidenciales.
Kozlov fue bajado a tiros cuando salía de un estadio moscovita, el miércoles a la tarde, pero murió recién el jueves por la noche. El funcionario encarnaba la higienización de uno de los rincones más corruptos en la economía nacional. “Su asesinato es un claro desafío a la autoridad del gobierno central”, afirmó Chubais. Curiosamente, ni Putin ni su oficina de prensa formularon comentarios en público, lo cual despierta sospechas entre observadores extranjeros duchos en la interna rusa.
“Este crimen puede minar los esfuerzos del banco central contra el lavado de dinero. Sin duda, impondrá cautela en la entidad y en el eventual sucesor de Kozlov”, opinaba Rory MacFarquar, analista de Goldman Sachs en Moscú. Por supuesto, su proyecto era ambicioso: presuponía cortar la secuencia de crisis financieras que, en quince años, devoró los ahorros de millones, destruyó la fe pública en el sistema y enriqueció a delincuentes hoy dispuesto a todo para defender sus prebendas.
Más allá de cierres, quiebras y liquidaciones, la red financiera rusa abarca todavía casi 1.330 bancos. Kozlov la obligó a adoptar prácticas contables internacionales, declarar la identidad de propietarios o controlantes y limpiar balances cuyos activos estaban groseramente inflados. Aumentando exigencia de capital, eliminó bancos chicos. los hizo fusionarse entre sí o con entidades de mayor volumen.
Su acción más espectacular fue en mayo de 2004: revocó la licencia de Sodbizñesbank, un fuerte grupo acusado de blanquear dinero proveniente de rescates por secuestros extorsivos y otros delitos. La medida llevó a una intervención armada e inició una campaña durante la cual se cerraron catorce bancos en 2005 y 44 en 2006. Kozlov quería ir más lejos. Hace una semana, exigió la suspensión profesional de por vida para banqueros complicados en fraudes tributarios y lavado de fondos. Sin saberlo, firmó su propia sentencia. Ahora, susurran en el Kremlin, Putin da suspiros de alivio.
La dirigencia sectorial, empresaria y política –dentro y fuera de Rusia-vincula el asesinado justamente con la sostenida acción del difunto vicepresidente contra una poderosa mafia. Como principal supervisor de la actividad, Kozlov cerró docenas de bancos involucrados en una serie de delitos. Resulta casi un chiste que el “Wall Street journal” en la Red use el calificativo “presuntos”.
El homicidio tiene obvias características mafiosas. Retrotrae a los borrascosos años 90, cuando eran habituales los crímenes pagados por funcionarios, ex burócratas del partido, banqueros y empresarios. Bajo el presidente Vladyímir Putin, ese tipo de delitos había disminuido, pero aún forma parte de las costumbres modernas en el país más grande del mundo.
Por ejemplo, Anatoly Chubais –amo del monopolio eléctrico y figura allegada al presidente- salió vivo de un atentado en marzo de 2005. En 2002, un gobernador regional fue liquidado a plena luz en el centro de Moscú. Es más: varios analistas temen que el método cunda durante este año y 2007, a medida como se acerquen las elecciones parlamentarias y presidenciales.
Kozlov fue bajado a tiros cuando salía de un estadio moscovita, el miércoles a la tarde, pero murió recién el jueves por la noche. El funcionario encarnaba la higienización de uno de los rincones más corruptos en la economía nacional. “Su asesinato es un claro desafío a la autoridad del gobierno central”, afirmó Chubais. Curiosamente, ni Putin ni su oficina de prensa formularon comentarios en público, lo cual despierta sospechas entre observadores extranjeros duchos en la interna rusa.
“Este crimen puede minar los esfuerzos del banco central contra el lavado de dinero. Sin duda, impondrá cautela en la entidad y en el eventual sucesor de Kozlov”, opinaba Rory MacFarquar, analista de Goldman Sachs en Moscú. Por supuesto, su proyecto era ambicioso: presuponía cortar la secuencia de crisis financieras que, en quince años, devoró los ahorros de millones, destruyó la fe pública en el sistema y enriqueció a delincuentes hoy dispuesto a todo para defender sus prebendas.
Más allá de cierres, quiebras y liquidaciones, la red financiera rusa abarca todavía casi 1.330 bancos. Kozlov la obligó a adoptar prácticas contables internacionales, declarar la identidad de propietarios o controlantes y limpiar balances cuyos activos estaban groseramente inflados. Aumentando exigencia de capital, eliminó bancos chicos. los hizo fusionarse entre sí o con entidades de mayor volumen.
Su acción más espectacular fue en mayo de 2004: revocó la licencia de Sodbizñesbank, un fuerte grupo acusado de blanquear dinero proveniente de rescates por secuestros extorsivos y otros delitos. La medida llevó a una intervención armada e inició una campaña durante la cual se cerraron catorce bancos en 2005 y 44 en 2006. Kozlov quería ir más lejos. Hace una semana, exigió la suspensión profesional de por vida para banqueros complicados en fraudes tributarios y lavado de fondos. Sin saberlo, firmó su propia sentencia. Ahora, susurran en el Kremlin, Putin da suspiros de alivio.