sábado, 28 de diciembre de 2024

Riesgos: entre desbordes de optimismo y cautela

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La crisis de 2007/9 se resume en dos bancos que Alan Germes y Peter Golder (Booz & Co.) no quieren identificar. Quizá sean Citigroup y Goldman Sachs, muy golpeados y cerca del desastre en 2008. Ambos optaron por métodos diametralmente opuestos.

<p>Al primero estos expertos lo llaman &ldquo;banco cauteloso&rdquo;.&nbsp; Su conducci&oacute;n resolvi&oacute; reducir cr&eacute;ditos y establecer altas exigencias en reservas l&iacute;quidas. Trataba de anticiparse a ulteriores restricciones regulatorias. Al cabo de algunos meses, ya en 2009 la direcci&oacute;n determin&oacute; volver a tomar m&aacute;s riesgos, pero sus operadores de piso se negaban. Al principio, claro, la entidad fue sumamente elogiada en el mercado por su conducta responsable (o sea, conservadora); despu&eacute;s ya no.<br />
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El otro caso era un &ldquo;banco intr&eacute;pido&rdquo;. Sus ejecutivos superiores se decidieron por mayores riesgos, v&iacute;a una ambiciosa pol&iacute;tica crediticia, en pos de inversiones con altos retornos. La dicotom&iacute;a result&oacute; en desempe&ntilde;os y resultados absolutamente contrarios.<br />
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Naturalmente, el banco cauteloso tuvo p&eacute;rdidas en el primer trimestre de su nueva gesti&oacute;n y, reservadamente, algunos directores le echaron la culpa a su t&iacute;mida actitud en materia de riesgos. Al contrario, el banco intr&eacute;pido obtuvo utilidades r&eacute;cord en igual lapso (abril-junio del a&ntilde;o pasado) y apart&oacute; reservas para nuevos pr&eacute;stamos y generosas bonificaciones al personal.<br />
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El primero es un cl&aacute;sico ejemplo de vacilaciones al cabo de una crisis sist&eacute;mica. En muchas instancias, el p&eacute;ndulo oscila entre extremos, desde la disminuci&oacute;n inicial de riesgos hasta la toma excesiva. Esto se&ntilde;ala tambi&eacute;n cu&aacute;n dif&iacute;cil puede ser para la conducci&oacute;n superior coordinar sus expectativas de riesgo con las percepciones de los operadores. Sin duda, existen serias dificultades competitivas para bancos que cambian pr&aacute;cticas de un d&iacute;a para el otro.<br />
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Los excesos de cautela son comunes hoy en una variedad de sectores. La descapitalizaci&oacute;n financiera en Occidente (o ahora en el golfo P&eacute;rsico) ha hecho a muchos ejecutivos tan reticentes al riesgo que se pierden una oportunidad tras otra de mejorar retornos. &iquest;Por qu&eacute;? Porque una pol&iacute;tica correcta al respecto es clave. Por ejemplo, el cr&eacute;dito interempresario&nbsp; siempre implica cierto grado de riesgos. Recortarlos suele secar fuentes de capital y fomentar m&aacute;s deflaci&oacute;n.<br />
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Para superar estos problemas bancos y&nbsp; empresas deben definir sus opciones de riesgo, determinando que proporci&oacute;n requieren y cu&aacute;nto capital est&aacute;n dispuestos a insumir. Por ende, operadores y gestores de negocios han de entender los riesgos subyacentes y su papel en el desempe&ntilde;o del conjunto.<br />
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La mera definici&oacute;n de riesgos equivale a establecer los montos&nbsp; deseables en lo cotidiano. Fijarlos y cumplirlos vinculan las estrategias directamente con su instrumentaci&oacute;n operativa, asegurando que los riesgos asumidos est&eacute;n en l&iacute;nea con las metas de la conducci&oacute;n superior. Sin la menor duda los procesos y marcos atinentes a riesgos tiene efectos de largo alcance. Por ejemplo, durante la crisis sist&eacute;mica de 2007/8 Estados Unidos y Gran Breta&ntilde;a rescataron bancos, aseguradoras e inmobiliarias.<br />
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Por consiguiente, tomaron porciones de paquetes accionarios y, por tanto debieron reevaluar riesgos. Bastan dos casos t&iacute;picos: Citigroup (US$ 45.000 millones) y American International Group (170.000 millones). Ambos siguen en problemas que no quieren admitir.<br />
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