Por entonces, el Fondo Monetario Internacional convalidaba un maquillaje contable merced al cual se disimulaba un creciente, letal déficit en las cuentas nacionales. Por supuesto, en julio de 1997 la crisis sistémica desatada en el sudeste asiático acabó con la ficción, la convertibilidad y el presidente Fernando de la Rúa.
Después, el riesgo soberano alcanzaría un máximo de 7.220 puntos (agosto de 2002). Más tarde, el difícil canje de deuda encarado por Roberto Lavagna y Guillermo Nielsen precisó más de dos años para emerger exitoso, contra los reiterados pronósticos de quienes solían otrora exaltar a Cavallo, Roque Fernández y sus allegados.
Al mismo tiempo, una fuerte ofensiva de medios –locales y del exterior- fue montada, tampoco sin resultados, por fondos buitres y especuladores tipo Nicola Stock o Charles Dallara. Ya en los tiempos actuales, esos grupos se apoyan en “rankings” de competitividad –los fabrica una usina privada- o clima de negocios, que una consultoría hace para el Banco Mundial.
Esta última lista, difundida durante la reciente asamblea semestral FMI-Banco Mundial, fue un papelón. Entre los quince mejores países estaba Tailandia, donde un golpe militar desalojó al gobierno mientras el ya ex ministro de economía exponía en Singapur. Estos días la OCDE, un reducto de monetarismo neoclásico, tomó la posta objetando medidas antimonopólicas argentinas.
Por entonces, el Fondo Monetario Internacional convalidaba un maquillaje contable merced al cual se disimulaba un creciente, letal déficit en las cuentas nacionales. Por supuesto, en julio de 1997 la crisis sistémica desatada en el sudeste asiático acabó con la ficción, la convertibilidad y el presidente Fernando de la Rúa.
Después, el riesgo soberano alcanzaría un máximo de 7.220 puntos (agosto de 2002). Más tarde, el difícil canje de deuda encarado por Roberto Lavagna y Guillermo Nielsen precisó más de dos años para emerger exitoso, contra los reiterados pronósticos de quienes solían otrora exaltar a Cavallo, Roque Fernández y sus allegados.
Al mismo tiempo, una fuerte ofensiva de medios –locales y del exterior- fue montada, tampoco sin resultados, por fondos buitres y especuladores tipo Nicola Stock o Charles Dallara. Ya en los tiempos actuales, esos grupos se apoyan en “rankings” de competitividad –los fabrica una usina privada- o clima de negocios, que una consultoría hace para el Banco Mundial.
Esta última lista, difundida durante la reciente asamblea semestral FMI-Banco Mundial, fue un papelón. Entre los quince mejores países estaba Tailandia, donde un golpe militar desalojó al gobierno mientras el ya ex ministro de economía exponía en Singapur. Estos días la OCDE, un reducto de monetarismo neoclásico, tomó la posta objetando medidas antimonopólicas argentinas.