sábado, 28 de diciembre de 2024

¿Restricciones a la megaespeculación?

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La Securities & Exchange Commission (SEC) estudia medidas para seguir más de cerca la franja financiera más volátil de la actual globalización: los fondos de cobertura, que operan con futuros, opciones y contratos derivados.

Según definiciones de Joseph Stiglitz, George Soros y Paul Krugman, son
formas muy peligrosas de megaespeculación.

Debido a una serie de colapsos y escándalos, iniciada en 1995 cuando
la ludopatía de Nichola Leeson acabó con Baring Brothers, la comisión
buscará formas de recortarles las alas a un sector que, sólo en
EE.UU., maneja activos básicos superiores a los US$ 560.000 millones.

Debe recordarse que -según estimaciones del FMI- las coberturas con
derivados suelen multiplicar por hasta 40 el valor virtual de los activos de
sustento.

Hasta ahora y pese a desastres como el de Long Term Capital Management en
1998 (superfondo manejado por tres econometristas que acababan de obtener el
Nobel por sus aportes matemáticos a los instrumentos derivativos), este
tipo de carteras -orientado a financistas e inversores profesionales, dispuestos
a afrontar riesgos tan altos como complejos- gozaba a total libertad.

En otras palabras, ni los reguladores bursátiles ni los bancos centrales
les ponían límites. Había una explicación: los especuladores
adinerados tienen posibilidades de evaluar riesgos por cuenta propia y no necesitan
protección. No obstante, un repentino auge de estas colocaciones -su
monto trepó 73% en activos básicos en apenas dos años-
y miles de millones en quebrantos desde 1995, más el abuso derivados
en casos como Enron, Global Crossing y similares, desvela a la SEC.

Según definiciones de Joseph Stiglitz, George Soros y Paul Krugman, son
formas muy peligrosas de megaespeculación.

Debido a una serie de colapsos y escándalos, iniciada en 1995 cuando
la ludopatía de Nichola Leeson acabó con Baring Brothers, la comisión
buscará formas de recortarles las alas a un sector que, sólo en
EE.UU., maneja activos básicos superiores a los US$ 560.000 millones.

Debe recordarse que -según estimaciones del FMI- las coberturas con
derivados suelen multiplicar por hasta 40 el valor virtual de los activos de
sustento.

Hasta ahora y pese a desastres como el de Long Term Capital Management en
1998 (superfondo manejado por tres econometristas que acababan de obtener el
Nobel por sus aportes matemáticos a los instrumentos derivativos), este
tipo de carteras -orientado a financistas e inversores profesionales, dispuestos
a afrontar riesgos tan altos como complejos- gozaba a total libertad.

En otras palabras, ni los reguladores bursátiles ni los bancos centrales
les ponían límites. Había una explicación: los especuladores
adinerados tienen posibilidades de evaluar riesgos por cuenta propia y no necesitan
protección. No obstante, un repentino auge de estas colocaciones -su
monto trepó 73% en activos básicos en apenas dos años-
y miles de millones en quebrantos desde 1995, más el abuso derivados
en casos como Enron, Global Crossing y similares, desvela a la SEC.

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