<p>El conflicto en torno de las normas contables conocidas como “Basilea II” involucra a ministros financieros y banqueros centrales. Los abolicionistas buscan volver a “Basilea I” y anular reglas que favorecen el abuso de instrumentos derivativos, origen de la crisis sistémica actual. En otras palabras, eliminar transacciones “mercado a mercado”.</p>
<p>Las divergencias quedaron a la vista este fin de semana en otro encuentro en Roma, convocado por el grupo de los Ocho. Vale decir el G-7 (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Canadá, Gran Bretaña e Italia) más Rusia. El BCE y el BAI eran observadores. Pero, a los objetores de Basilea II, se unió la Organización por la Cooperación y Desarrollo (OCDE).<br />
“Las normas de 1998 fallaron y precisamos algo distinto”, señalaba el mexicano Ángel Gurría (OCDE). Tanto él como el BCE coinciden en que “Basilea I tampoco sirve, por ser muy procíclico.<br />
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Dominique Strauss-Kahn, director gerente del Fondo Monetario Internacional –presente en las sesiones-, cree que “de esta crisis se sale limpiando los balances de los bancos mismos”. La tarea, estiman Francia y Alemania, debiera empezar en la Eurozona; o sea los dieciséis adherentes a la moneda común.<br />
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Ahí salieron a luz divergencias políticas. Por una parte, algunos estados –los aludidos, Italia, Canadá y Rusia- plantean abolir Basilea II y definir otro conjunto de normas. Por la otra, el BCE, Gran Bretaña, EE.UU., Japón y el Benelux se aferran a las reglas de 1998 porque, en realidad, no saben bien qué hacer. Hasta la Eurozona está dividida.<br />
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Puja por suspender las normas de Basilea
Giulio Tremonti (ministro de Economía) y Mario Draghi ( de la Banca dItalia) piden abolir las reformas 1998 del comité de Basilea (Banco de Ajustes Internacionales). Lorenzo Bini Smaghi asesor de Jean-Claude Trichet, del Banco Central Europeo- se opone de modo rotundo.