Se pretende que la operación tenga absoluta transparencia. Desde 1980, cuando se concluyó la nacionalización de la empresa, se calcula que las famosas reservas permanecen en torno a 260 mil millones de barriles. Pero los estudios y perfiles sobre yacimientos realizados en las últimas décadas permanecieron inéditos.
Ahora, los compradores tendrán acceso a datos de auditoría, estudios realizados, datos concretos y estimaciones sobre potencial futuro de los yacimientos.
Como la idea es que la empresa cotice en Bolsa, es obvio que habrá que suministrar y hacer pública toda la información que se demanda en estos casos.
Lo que realmente importa es que la información es confiable, ya que el país logró reemplazar cada barril de crudo extraído, con más perforación y nuevos descubrimientos.
La expectativa es enorme y mantiene en vilo a los mercados petroleros, que pueden resultar afectados con la información que se conozca. Se sabrá por cuánto puede mantener su producción uno de los productores más grandes del planeta.
El trascendido de medios oficiales es que las reservas pueden durar por lo menos 70 años más. Pero el dato no tiene confirmación externa. Naturalmente que los sauditas no entregarán el management de la empresa, y el país seguirá siendo siempre el dueño de las reservas bajo tierra. Pero el dato importa a los efectos de la valuación de la firma, que se que calcula en US$ 2 billones (millones de millones).
La empresa saudita planea extender sus actividades: energías renovables, productos químicos especiales y gas natural licuado. Pero nada impide, dicen los directivos, incursionar en Internet de las Cosas, robótica y otros campos de la economía digital.
