Durante el fin de semana se concretó la amenaza. Estados Unidos impuso este impuesto a sus importaciones desde la potencia asiática. Pero Beijing no se intimida: anunció represalias por el mismo monto, US$ 34 mil millones el mes próximo. El resto, US$ 16 mil millones, en los meses siguientes.
Esta es la devolución del favor por el 25% punitivo que implementa Washington contra Beijing. Después de varios meses de amenazas, ruidos y negociaciones, esta vez parece que comienza en serio la guerra comercial entre ambas potencias, que se puede expandir en breve a otras áreas del planeta.
Uno de los productos estadounidenses castigados será la soja. Lo que puede convertirse en una oportunidad para aumentar las exportaciones argentinas a China.
Las maniobras de la administración Trump, contra China, la Unión Europea, Canadá, México y otros socios comerciales (y aliados) parecía parte de una estrategia disuasora para que esos países redujeran aranceles a favor de Washington. Pero como no funcionó, la lógica de la amenaza lleva a la acción. Con resultados impensables.
Pero en el plano interno, esta actitud belicosa genera respaldo de la base electoral que encumbró a Donald Trump a la Casa Blanca.
Este conflicto se genera justo cuando para muchos observadores, China está comenzando a ganar la gran carrera por la tecnología. Algo impensado hasta hace pocos años. Las noticias se concentran en Uber, Airbnb y Space X, pero lo cierto es que China brilla en el mundo de los “unicornios” o empresas con un valor de mercado superior a US$ 1.000 millones.
El ranking de Wikipedia sobre unicornios, puede sorprender. De las 50 empresas líderes, 26 son chinas, y 16 son estadounidenses. No hay ninguna europea.