Salvar al planeta de los peores efectos del cambio climático no va a ser barato. Un nuevo informe de Naciones Unidas dice que el mundo va a tener que movilizar US$ 90 billones (billón: millón de millones) en capital privado y público en los próximos 15 años.
El tema es cómo pagarlo dada la limitada disponibilidad de financiamiento estatal, especialmente en países en desarrollo.
La respuesta está en el sector privado. En el mundo hay abundancia de capital privado. Para destrabar esas fortunas, los gobiernos deben crear las condiciones que fomenten la inversión privada en tecnologías limpias y desarrollo sustentable. Con políticas inteligentes, bien diseñadas y bien coordinadas, los instrumentos y modelos de financiamiento como bonos y programas de incentivos tienen la posibilidad de resolver algunos de los problemas ambientales más apremiantes mientras simultáneamente se mantiene el crecimiento económico.
Por eso es que es fundamental que la reunión esta semana de los líderes mundiales en Nueva York para la Semana del Clima se dedique específicamente a crear consenso internacional alrededor del “financiamiento verde”.
Ya hubo experimentos exitosos en financiamiento verde. El mercado global de bonos verdes crece con rapidez. Además, hay soluciones innovadoras de financiamiento que se están usando en el mundo: firmas privadas en México y en India están financiando parques eólicos privados; fondos multinacionales están sosteniendo plantas solares en India, Sudáfrica y Marruecos. Un nuevo universo de instrumentos financieros está bajando el costo del capital para el crecimiento verde.
El desafío ahora es asegurar que los mecanismos de financiamiento verde se adopten ampliamente para que los mercados de capitales puedan asignar financiamiento a sectores bajos en carbono de la economía que tienen la posibilidad de generar crecimiento y empleos.
Ara que esto ocurra los países tienen que adoptar políticas que reduzcan el precio de las inversiones en bajo carbono haciéndolas así más atractivas a los inversores privados. Esas políticas incluyen regulaciones ambientales para estimular el desarrollo limpio y sustentable; incentivos y subsidios para inversiones energéticas limpias y ponerle precio a las emisiones de carbono, algo que se puede hacer de diversas maneras. También es necesario eliminar los subsidios que fomentan la extracción de combustibles fósiles como el carbón y el petróleo. Esas políticas exigen mucha voluntad política, especialmente en un momento de escaso desarrollo.