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La ley Sarbanes-Oxley (2002) y otros instrumentos, resistidos por el “lobby” de auditores, vienen siendo hostigados por George W. Bush desde su sanción. En rigor, eran y son reformas orientadas a impedir o frustrar el fraude y la corrupción contables en gran escala. Ahora, juristas, reguladores y legisladores demócratas sostienen que las medidas propuestas por Paulson (ex Goldman Sachs) pondrán a accionistas, inversores y ahorristas a merced de leyes extranjeras débiles, que no atienden los riesgos como debieran.<br />
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Eso implica plazas extraterritoriales o tan salvajes como Londres. Luxemburgo, Zürich, Singapur, etc. Por otra parte, los reguladores extranjeros están fuera de alcance para el congreso estadounidense. El poder legislativo, en efecto, supervisa todo el sistema donde actúan las bolsas, la Securities & Exchange Commission (comisión de valores), etc.<br />
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Justamente, Bush encargó a la SEC –cuya mayoría sigue siendo republicana- un cronograma que permita a las compañías norteamericanas pasar a “normas internacionales”. Esta contradicción significa ponerse al amparo de jurisdicciones tan peligrosas como las citadas más arriba, donde la laxitud contable facilita utilidades hasta 8% superiores a las habituales en EE.UU.<br />
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En general, las pautas exteriores exigen menos información sobre paquetes de títulos respaldados en hipotecas, derivados u otros instrumentos, hoy responsables de la doble crisis –bienes raíces, iliquidez- iniciada en Wall Street. Una flexibilización como la propuesta fomentaría derrumbes como los de Countrywide Financial o Bear Stearns.<br />
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Pero quizás el objetivo real sea borrar las restricciones contables dictadas tras el colapso de Arthur Andersen. Sin duda, Paulson responde al cabildeo de los auditores profesionales, que presionan por una medida clave: eliminar la veda a que la misma firma sea auditora y consultora de una compañía. “Bush pretende tercerizar en el exterior las normas contables norteamericanas”, afirma James Cox, experto en legislación financiera.<br />
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La SEC proyecta además anunciar un “programa piloto” que permitirá a intermediarios bursátiles extranjeros tratar directamente con inversores norteamericanos, sin renunciar a sus propias jurisdicciones. La plaza de ensayo será Australia, caracterizada por la extrema tolerancia normativa.<br />
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Según la Casa Blanca, “los cambios planteados reflejan decenios de globalización en los mercados". También lo hacen las crisis hipotecaria, financiera y de productos primarios. Pero Bush arriesga despedirse con un escándalo contable como el que inauguró su mandato en 2001. Justamente cuando “globalización” es mala palabra.
Otra maniobra del gobierno Bush para diluir normas contables
En teoría, son reformas ideadas por Henry Paulson (hacienda) para mejorar competitividad en el exterior y atraer inversores. En realidad, es un postrer intento de atenuar pautas impuestas tras Enron y su secuela de escándalos empresarios.