<p>Las utilidades en la primera mitad de 2009 se estiman entre US$ 4.000 y 10.000 millones, una amplitud que revela lo peligroso del segmento. Ante este panorama, legisladores, reguladores y economistas se preguntan si las TAF no acabarán perjudicando a ahorristas e inversores físicos. <br />
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“La gente no entiende estas estrategias y flota un aire de desconfianza acerca de sus efectos en los mercados”, señala Robert Stambaugh en Knowledge@Wharton.<br />
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Sus defensores en cambio sostienen que las TAF crean liquidez, asegurando que siempre habrá compradores o vendedores disponibles. Colegas del analista indican que, hasta ahora, no aparecen amenazas ni peligros. Por el contrario, esas transacciones pueden significar ventajas en costos para quienes se colocan en fondos mutuales y otras variantes.<br />
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Al mismo tiempo, otros expertos consultados por el sitio subrayan que no se sabe lo suficiente sobre la modalidad, los efectos de sus veloces operaciones y el peligro de facilitar apalancamientos y especulaciones. Eventualmente, un grupo lo bastante nutrido de jugadores podría interactuar y generar otra crisis sistémica internacional.<br />
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El universo TAF “involucra operadores con computadoras capaces de aprovechar leves discrepancias en precios”, explica Marshall Blume. “Por lo común, los economistas financieros creen que el método devuelve finalmente las cotizaciones al nivel donde debieran estar. Por ende, si las TAF aportan liquidez y aseguran precios justos, serán positivas. Pero existe un riesgo difícil de documentar: la manipulación de mercados”.<br />
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Entregar a una máquina la toma de decisiones no siempre resulta bien, advierte Ital Goldstein, profesor de finanzas en Wharton. “Muchos piensan que el crac de 1987 (bonos chatarra) fue causado por maniobras tipo TAF. En ese caso, un círculo vicioso salió de control porque complejos programas informáticos generaron ventas en masa, en respuesta a una caída de precios, y el resto de las computadoras enchufadas se unió a la estampida”.<br />
Las transacciones de alta frecuencia echan mano a supercomputadoras tipo C-5 que buscan utilidades asociadas a cambios tan rápidos que el ojo humano no los percibe. Por ejemplo, un minúsculo aumento en la brecha entre precios de compra y venta o una leve, fugaz diferencia de valores entre diversos mercados del mundo. <br />
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En 1997, la <em>Securities & Exchange Commission </em>(comisión federal de valores) instituyó sistemas de transacción alternativos (ATS), que abrieron los pisos bursátiles a plataformas electrónicas capaces de competir con los mercados tradicionales. Dos años después, se cotizaban especies no hasta el 1/16 de fracción usual, sino hasta 1/100 (un centavo). Esto achicó las diferencias (spreads) y obligó a buscar alternativas.<br />
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En 1999, pues, los ATS les abrieron las puertas a las plataformas electrónicas para competir con las principales bolsas, empezando por Nueva York. Más tarde, proliferaban transacciones por hasta 1/100 de brecha. Justamente, entre 2000 y 2001 se desinfló la burbuja puntocom. Era inevitable que se buscasen alternativas de sobrevivencia.<br />
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Por fin, el sistema nacional para regulación nacional de mercados (RNMS en inglés), otro instrumento creado de apuro por la SEC en 2005, requirió que las órdenes de compraventa se cursaran en escala nacional, no sólo en determinadas bolsas. Ello permite a los operadores de alta frecuencia ganar jugando con leves diferencias entre un mercado y otro.<br />
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Ahora, reguladores y legisladores se muestran particularmente alertas ante eventuales riesgos ocultos en instrumentos o estrategias opacas aun para Wall Street. Así, sonó la alarma al proliferar nuevas cuentas, a mediados de 2009, centradas en órdenes ultrarrápidas (“flash”), un subsegmento de TAF que explota huecos normativos y depara acceso un segundo antes de que se las trasmita al resto de los operadores.<br />
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Esas TAF ultraveloces han sido objetadas porque “otorgan ventajas a los privilegiados y promueven abusos”, opina Franklin Allen, otro experto de Wharton. “Es una forma de correr con ventajas generalmente ilícitas, pues implica utilidades originadas en información adelantada, en desmedro para el resto del mercado”.<br />
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Hacia mediados de septiembre, la SEC propuso una veda y el Nasdaq se apresuró a prohibir la práctica. En pocos días, un número de intermediarias abandonaron las TAF ultrarrápidas.</p>
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Operaciones alta frecuencia: otra manipulación riesgosa
Este tipo de transacciones (high-frequency trading, TAF en castellano), en manos de bancas de inversión, fondos de cobertura derivativos- y otros jugadores al límite representa 60% de operaciones volátiles en Estados Unidos. De ahí su proliferación.