Se trata de nuevas evidencias de maniobras que involucran a Banca d’Italia (central). Justamente desde el viernes, se decidía la suerte de su presidente, Antonio Fazio, en una reunión de nivel miunisterial. En realidad, su objeto era proponer drásticas reformas en la carta orgánica del emisor, para evitar escándalos como los actuales.
Los papeles hallados ahora conmfirma las denuncias formuladas por inspectores del banco central, en cuanto a la ilicitud de maniobras para apoderarse de AntonVeneta y al papel de Fazio. Esos funcionarios y los fiscales milaneses insisten en bloquear la oferta pública accionaria (OPA) de BPI sobre la entidad padovana, por el momento suspendida.
Un pacto secreto, denominado “operación Garibaldi”, acentúa sospechas relativas a cesiones ficticias de participaciones minoritarias para formar un contubernio. Esas irregularidades ya habían sido detectadas por ABN Amro, la banca holandesa que había lanzado una OPA mucho antes que Fiorina y sus cómplices.
La policia judicial secuestró cartas, archivos, e-mails y otros documentos en las sedes centrales de BPI, AntonVeneta, Earchimede y GP. Ambas societades las maneja el financista Emilio Gnutti. Su nombre figura en cesiones ficticias de participaciones menores en el paquete BPI, que datan de junio. A principios de agosto, un juez había convalidado acusaciones sobre “acuerdos reservados”, con conocimiento de Fazio.
La “operación Garibaldi” involucró € 700 millones. Abarcaba también cesiones minoritarias a Deutsche Bank, Dresdner Bank (ambas entidades desempeñaron papeles poco claros en el escándalo Parmalat) y BNP Paribas. En realidad, la suma destinada a BPI nunca salió de DB. El truco, idéntico al hecho por gente de Calisto Tanzi en 2002/3, ha llamado la atención del Bundesbank y autoridades reguladoras alemanas.
Tras los allanamientos, la policia interrogó durante horas a Stefano Ricucci (dueño de la financiera Magiste), Luigi Belloni –gerente de créditos en BPI- y Gennaro d’Amico. Las indagaciones a este personaje son claves, porque fue director en Banca d’Italia –nombrado por Fazio- hasta ingresar en 2003 a la entonces Banca Popolare di Lodi. Los cuatro desempeñaban funciones relevantes en la “operación Garibaldi”.
Se trata de nuevas evidencias de maniobras que involucran a Banca d’Italia (central). Justamente desde el viernes, se decidía la suerte de su presidente, Antonio Fazio, en una reunión de nivel miunisterial. En realidad, su objeto era proponer drásticas reformas en la carta orgánica del emisor, para evitar escándalos como los actuales.
Los papeles hallados ahora conmfirma las denuncias formuladas por inspectores del banco central, en cuanto a la ilicitud de maniobras para apoderarse de AntonVeneta y al papel de Fazio. Esos funcionarios y los fiscales milaneses insisten en bloquear la oferta pública accionaria (OPA) de BPI sobre la entidad padovana, por el momento suspendida.
Un pacto secreto, denominado “operación Garibaldi”, acentúa sospechas relativas a cesiones ficticias de participaciones minoritarias para formar un contubernio. Esas irregularidades ya habían sido detectadas por ABN Amro, la banca holandesa que había lanzado una OPA mucho antes que Fiorina y sus cómplices.
La policia judicial secuestró cartas, archivos, e-mails y otros documentos en las sedes centrales de BPI, AntonVeneta, Earchimede y GP. Ambas societades las maneja el financista Emilio Gnutti. Su nombre figura en cesiones ficticias de participaciones menores en el paquete BPI, que datan de junio. A principios de agosto, un juez había convalidado acusaciones sobre “acuerdos reservados”, con conocimiento de Fazio.
La “operación Garibaldi” involucró € 700 millones. Abarcaba también cesiones minoritarias a Deutsche Bank, Dresdner Bank (ambas entidades desempeñaron papeles poco claros en el escándalo Parmalat) y BNP Paribas. En realidad, la suma destinada a BPI nunca salió de DB. El truco, idéntico al hecho por gente de Calisto Tanzi en 2002/3, ha llamado la atención del Bundesbank y autoridades reguladoras alemanas.
Tras los allanamientos, la policia interrogó durante horas a Stefano Ricucci (dueño de la financiera Magiste), Luigi Belloni –gerente de créditos en BPI- y Gennaro d’Amico. Las indagaciones a este personaje son claves, porque fue director en Banca d’Italia –nombrado por Fazio- hasta ingresar en 2003 a la entonces Banca Popolare di Lodi. Los cuatro desempeñaban funciones relevantes en la “operación Garibaldi”.