Acompañando el rebote en bolsas europeas, Wall Street abría subiendo a mayor ritmo que ayer. Nuevamente, surgen expectativas de que Saddam sea derrocado en cualquier momento. De ahí que sean los futuros accionarios los más benewficados: aumentan hasta 2,5% sobre junio. “Esta guerra acaba pronto y, de inmediato, todo subirá 10%”, pronostica desde Paris un informe de Axa Investment Managers.
En el escenario bélico, se intensificaba los bombarderos “regulares” sobre Bagdad y Mosul. En Basora, tropas norteamericanas y británicas estaban a la vista de la ciudad, primer objetivo del avance anglosajón por tierra (o pantanos).
Tanto en Nueva York como en Londres, empero, varios operadores objetaban la “acción psicológica” que ciertas firmas de valores hacen. “Rumores y trascendidos interesados empiojan el piso”, decía un agente de Jeffries, Scott & Jacobson. Horas antes, un negociador de en BankAmerica Securities se había puesto frenético por una “noticia” proveniente del mercado de futuros: “¡Se murió Saddam, dicen en Chicago!”, gritaba. Similar clima añadía volatilidad a la plaza petrolera, donde hoy comienzan a negociarse crudos con entrega en mayo. “Los bonos caen y suben las tasas de retorno por tantos rumores. No hay dos cadenas de TV que digan lo mismo”, comentaba Brian Edmonds, experto en bonos de Tesorería.
En lo tocante a crudos, con la península arábiga, Nigeria, Venezuela, Méjico, Irán, Libia y la Comunidad de Estados Independientes (ex URSS) extrayendo casi al máximo de sus posibilidades, “no parece fácil mantener el abasto, si los precios son demasiado bajos como para incentivas la producción. Podemos estar acercándonos a un problema de rentabilidad”, coincidían la consultora Thomson Financial, Alí Na’imí (ministro saudí del ramo) y el secretario general de la OPEP.
En un plano más amplio, el Banco del Japón (central) resolvió inyectar en el sistema unos US$ 8.000 millones como “liquidez de emergencia para afrontar efectos de la guerra”. Pero la Reserva Federal no puede hacer lo mismo, a causa de los enormes déficit fiscal, comercial y de pagos. “Nuestros problemas económicos no se centran en la guerra ni se compondrán si ésta termina pronto. Tampoco parece que la euforia bursátil de esta semana tenga muchos fundamentos objetivos”. Así sostenía anoche William McDonough, director general de la RF Nueva York, ante consultas de la Asociación de Bancos local.
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Acompañando el rebote en bolsas europeas, Wall Street abría subiendo a mayor ritmo que ayer. Nuevamente, surgen expectativas de que Saddam sea derrocado en cualquier momento. De ahí que sean los futuros accionarios los más benewficados: aumentan hasta 2,5% sobre junio. “Esta guerra acaba pronto y, de inmediato, todo subirá 10%”, pronostica desde Paris un informe de Axa Investment Managers.
En el escenario bélico, se intensificaba los bombarderos “regulares” sobre Bagdad y Mosul. En Basora, tropas norteamericanas y británicas estaban a la vista de la ciudad, primer objetivo del avance anglosajón por tierra (o pantanos).
Tanto en Nueva York como en Londres, empero, varios operadores objetaban la “acción psicológica” que ciertas firmas de valores hacen. “Rumores y trascendidos interesados empiojan el piso”, decía un agente de Jeffries, Scott & Jacobson. Horas antes, un negociador de en BankAmerica Securities se había puesto frenético por una “noticia” proveniente del mercado de futuros: “¡Se murió Saddam, dicen en Chicago!”, gritaba. Similar clima añadía volatilidad a la plaza petrolera, donde hoy comienzan a negociarse crudos con entrega en mayo. “Los bonos caen y suben las tasas de retorno por tantos rumores. No hay dos cadenas de TV que digan lo mismo”, comentaba Brian Edmonds, experto en bonos de Tesorería.
En lo tocante a crudos, con la península arábiga, Nigeria, Venezuela, Méjico, Irán, Libia y la Comunidad de Estados Independientes (ex URSS) extrayendo casi al máximo de sus posibilidades, “no parece fácil mantener el abasto, si los precios son demasiado bajos como para incentivas la producción. Podemos estar acercándonos a un problema de rentabilidad”, coincidían la consultora Thomson Financial, Alí Na’imí (ministro saudí del ramo) y el secretario general de la OPEP.
En un plano más amplio, el Banco del Japón (central) resolvió inyectar en el sistema unos US$ 8.000 millones como “liquidez de emergencia para afrontar efectos de la guerra”. Pero la Reserva Federal no puede hacer lo mismo, a causa de los enormes déficit fiscal, comercial y de pagos. “Nuestros problemas económicos no se centran en la guerra ni se compondrán si ésta termina pronto. Tampoco parece que la euforia bursátil de esta semana tenga muchos fundamentos objetivos”. Así sostenía anoche William McDonough, director general de la RF Nueva York, ante consultas de la Asociación de Bancos local.
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