Según analistas independientes, parte del súbito rojo estaba disimulado por contabilidad fraudulenta. “Nadie pierde de pronto US$ 123 millones”, señala Gradient Analytics, una investigadora sectorial, a cuyo criterio “en agosto AIG debía estar ocultando quebrantos por miles de millones. Más tarde se vino un colapso y la RF le dio US$ 85.000 millones para impedirlo”. Ese agujero negro fue gestado entre la compañía y Goldman Sachs en tiempos de Henry Paulson, actual secretario de hacienda. Esa inyección fue luego incrementada en 38.000 millones.
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Pero esas enormes pérdidas no aparecen todavía en las declaraciones ante la muy tolerante Securities & Exchange commission (SEC, comisión de valores). En vez, AIG se recapitalizó en mayo emitiendo US$ 20.000 millones en acciones y bonos (deuda), explicando a la SEC que era un colchón mientras mejoraba prácticas contables. Ahora, varios expertos escrutan esas declaraciones en pos de ese imaginario colchón y de funcionarios que supieran de los quebrantos ocultos meses antes del rescate. </p>
<p>Algunos indicios sugestivos surgen de grescas intestinas sobre cómo evaluar contratos derivados (ahí aparece el nexo Goldman Sachs). El dictamen de un contador, incorporado tras los escándalos de 2006, fue descartado por “inconveniente”, en tanto los auditores externos (PriceWaterhouseCoopers) advertían severas inconsistencias en libros. Aquel profesional terminó renunciando para retirarse a la vida. Pero su informe final fue leído días atrás por el diputado Henry Waxman (demócrata, California), durante audiencia pública ante la comisión para reforma de sistemas de contralor, que el legislador preside. </p>
<p>Estas cuestiones interesan no sólo porque los contribuyentes pagan las gigantescas facturas de AIG. También revelan una falla fundamental –inadvertida hasta ahora- en los rescates encarados por la RF y hacienda. En este caso, se capitaliza una aseguradora y sus socios, cuyas necesidades de caja podrían superar el salvamento, si continuase el deterioro inmobiliario. </p>
<p>El temor a mayores pérdidas y más sorpresas desagradables es, por ciento, un factor clave de las turbulencias crediticias. AIG no quiere dar detalles de cómo usa dineros públicos, pero la RF indica que ya retiró US$ 90.000 millones, o sea 73,2% de los 123.000 millones disponibles. En apariencia, buena parte se ha destinado a avalar contratos derivados y créditos en cese de pagos, o sea las claves del semicolapso. Se trata de un tipo de seguro que protege contra ceses de pagos asociados a títulos de renta fija. AIG comprometió miles de millones en deuda, mayormente hipotecaria. </p>
<p>La compañía es remisa informar y la SEC la secunda. Pero una cartera de US$ 447.000 millones en pases de créditos incobrables puede necesitar mucha más asistencia, si la economía sigue debilitándose. Como observa William Bergman, analista de la consultoría Morninstar, “sería preferible dejar que se realicen las pérdidas y recaigan sobre quienes tomaron los riesgos”. Justamente, lo que Benjamin Bernanke y Paulson no desean.</p>
Misterio AIG: ¿adónde fueron US$ 123.000 millones en fondos públicos?
American International Group quema velozmente US$ 85.000 millones en plata fresca provista por la Reserva Federal, o sea los contribuyentes. Eso y otros 38.000 millones fueron a una firma que parecía solvente en agosto y patinó en octubre.