Mercados en el subibaja: nuevo salto de tasas largas

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Bastaron tres nuevas señales de reactivación, difundidas hoy, para que la tasa larga clave saltase de 4,35 a 4,51% anual. Vale decir, cayó el precio de los bonos de Tesorería a diez años.

Como viene ocurriendo desde mayo, primó la ansiedad de los mercados en pos de un repunte que permita salir en serio de la recesión iniciada en 2001. Ahora, ya no pesa tanto el apoyo de Wall Street a la reelección de George W.Bush, pues su suerte parece cifrada más bien en el descontrol de posguerra (Afganistán, Irak) y la impotencia ante el terrorismo profesional.

En cuanto a señales, provienen del desempleo (cede de 6,4 a 6,2% anual) y el ritmo de crecimiento económico. Esto pese a que la confianza de los consumidores en el futuro haya bajado este mismo mes. Curiosamente, los tres síntomas tienen algo en común: un horizonte más inflacionario que el actual. Justamente ese factor explica que letras y bonos federales (o sea, deuda soberana) estén pasando el peor bimestre en veinte años. En lo atinente a la economía real, Alfred Broadus –Reserva Federal de Richmond- pronostica 4% para el año próximo. Obviamente, descarta riesgos de deflación.

Por su parte, varios operadores relevantes en la plaza de títulos ya no esperan que las tasas largas vuelvan al 3,1% de hace pocos meses. Si la economía, en efecto, crece lo bastante como para llevar a 2% la inflación anual, la T-10 probablemente oscile de 4 a 4,5%. Otros analistas amplían el especto y lo ubican entre 3,8 y 4,4%. Como es obvio, también se encarecerán el crédito hipotecario y los costos del dinero plástico.

Como viene ocurriendo desde mayo, primó la ansiedad de los mercados en pos de un repunte que permita salir en serio de la recesión iniciada en 2001. Ahora, ya no pesa tanto el apoyo de Wall Street a la reelección de George W.Bush, pues su suerte parece cifrada más bien en el descontrol de posguerra (Afganistán, Irak) y la impotencia ante el terrorismo profesional.

En cuanto a señales, provienen del desempleo (cede de 6,4 a 6,2% anual) y el ritmo de crecimiento económico. Esto pese a que la confianza de los consumidores en el futuro haya bajado este mismo mes. Curiosamente, los tres síntomas tienen algo en común: un horizonte más inflacionario que el actual. Justamente ese factor explica que letras y bonos federales (o sea, deuda soberana) estén pasando el peor bimestre en veinte años. En lo atinente a la economía real, Alfred Broadus –Reserva Federal de Richmond- pronostica 4% para el año próximo. Obviamente, descarta riesgos de deflación.

Por su parte, varios operadores relevantes en la plaza de títulos ya no esperan que las tasas largas vuelvan al 3,1% de hace pocos meses. Si la economía, en efecto, crece lo bastante como para llevar a 2% la inflación anual, la T-10 probablemente oscile de 4 a 4,5%. Otros analistas amplían el especto y lo ubican entre 3,8 y 4,4%. Como es obvio, también se encarecerán el crédito hipotecario y los costos del dinero plástico.

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