<p>“Hay sólo dos potencias capaces de destruir una economía nacional: la aviación estadounidense y el trío Moody’s-S&P-Fitch”. Hace unos cuarenta años, era una humorada. Con el tiempo, las “tres parcas” adquirirían peso mundial. Empezaron hostigando a deudores emergentes o subdesarrollollados, pero no se detuvieron ahí.<br />
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Hasta los años 90, sus evaluaciones podrían acorralar empresas y estados de segundo o tercer orden. En tiempos idos, se ensañaban con víctimas tan propiciatorias como Indonesia, Malasia, Tailandia o Argentina. Sus límites parecían los del propio Fondo Monetario Internacional y su tecnocracia.<br />
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No fue así. La crisis sistémica de 2007/09 y la eurocrisis de la Eurozona (desde 2009) llevaron las cosas a un punto de no retorno. Primero fue golpeado Estados Unidos, después Francia y, estos días nada menos que quince países de la Unión Europea. Estos acontecimientos trasuntan un misterio: criticadas y detestadas más que nunca, se las acusa de ser juez y parte, cuando no proclives a intervenciones poco serias o, peor, favorables a un grupo de grandes bancos privados anglosajones y holandeses.<br />
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No obstante, semejantes facultades fueron siéndoles conferidas en el curso del tiempo por las potencias y sus reguladores. Norma tras norma, el poder no ha cesado de fluir a las agencias, a quienes se les paga para calificar a sus “víctimas”. Sus notas marcan límites legales a las posibilidades de inversión de bancas especializadas, aseguradoras y fondos jubilatorios.<br />
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Asimismo, obran como referencias para el mismo Banco Central Europeo y su evaluación de títulos. Tan general capitulación acabó por dar a las agencias una influencia desmedida. Sus notas se han vuelto ultradominantes, por no decir exclusivas, en las decisiones inversoras de medio mundo. En suma, las tres parcas son ominipresentes en el negocio financiero, comercial y, ahora, político. Esto explica los ataques de EE.UU., Francia, Italia, Bélgica, etc., a las calificadoras y varios proyectos en el Europarlamento (Estrasburgo). Su objeto común, poner fuera de ley a Moody’s, S&P y Fitch.</p>
Las calificadoras: menor influencia y politizadas
Resulta irónico que, saturadas de errores y conflictos de interés, Standard & Poors, Moodys Investors Service y Fitch Ratings arriesguen sus triple A. En buena medida, porque no previeron desastres como las malas hipotecas y la eurocrisis.