Hay consenso en que el resultado de la reunión entre miembros de la organización petrolera y Rusia, terminará con un acuerdo en reducir la producción que hoy entregan al mercado. La incógnita es saber cuánto será el monto de ese descenso en la oferta.
El objetivo es estabilizar o aumentar en algo el precio del barril de crudo visto el descenso significativo que tuvo ese precio en los dos últimos meses.
Hace seis meses, con precios en alza que tocaban ya los US$ 100 por barril, los grandes productores mundiales (la OPEP +, como se llama a los socios del cartel que actúan junto con Rusia) decidieron aumentar la producción diaria y el suministro al mercado para evitar que pasara esa barrera.
Apenas seis meses después, estamos en la situación opuesta. La necesidad ahora es que no siga cayendo el valor del barril que está en torno a US$ 60, y que según algunos analistas, corre el riesgo de llegar a US$ 50.
El encuentro, como es habitual es en Viena. El marco: el brutal descenso en el mes de noviembre. La OPEP y el segundo productor mundial, Rusia, buscan estabilizar el precio de cualquier manera, aunque haya que hacer el sacrificio de reducir la producción actual con la consiguiente pérdida de ingreso económico que supone. Rusia dice estar de acuerdo, pero el punto crítico es cuando se discuta en cuánto reducirá su producción diaria.
Arabia Saudita, líder de los países productores enfrenta –tal vez por primera vez- situaciones complicadas que son novedosas. La presión de su principal aliado en el mundo, Estados Unidos, es para que deje que los precios sigan cayendo. Sin contar la actitud crítica –que podría empeorar- de Washington por la responsabilidad del príncipe heredero –y hombre fuerte del gobierno saudita- por el brutal asesinato del periodista en Turquía.
Para los expertos hay tres escenarios posibles: a) una gran reducción de la producción diaria. Se estima que el cartel y Rusia podrían recortar la producción diaria en 1,5 millones de barriles diarios (500.000, a cargo de los sauditas que en octubre extrajeron 10.6 mbd)). A pesar del enojo y represalia que puede ejercer Estados Unidos.
b) una reducción más modesta. Algo así como un compromiso entre la exigencia estadounidense, y la situación de los restantes países productores mundiales. Aunque la eficacia de esta medida sobre el mercado petrolero mundial parece que tendría efecto limitado.
c) algunos optimistas aseguran que no habrá cortes productivos. Parece algo más deseado que realista.
El punto crucial es que Estados Unidos no es más, como en el pasado, un ávido consumidor. Ahora es, nuevamente, un gran productor (entre los tres primeros del mundo). Y esta potencia exportadora se traduce en capacidad exportable. Un rival no previsto por la OPEP. Esta era la razón por la que los países árabes querían un precio alto. Suponían que con precios bajos se fortalecía la viabilidad económica del shale oil & gas. Pero la industria de EE.UU demostró que aunque con precios bajos era capaz de seguir extrayendo del subsuelo estadounidense.
Lo que preocupa a Trump es el efecto que pueden tener las importaciones petroleras de terceros países, sobre una economía que sigue en franco crecimiento.