La inversión en la región ignora la crisis económica

La redistribución del mapa mundial de la cadena de suministros impulsa a la región. 2022 fue un año lleno de tumulto político en América latina, dice Michael Stott en el Financial Times.

Colombia eligió como presidente a un ex guerrillero de izquierda. Chile analizó (y luego desistió) cambiar la constitución. Perú llevó a juicio político y luego a prisión a su recién elegido presidente cuando este intentó arrogarse poderes especiales y Jair Bolsonaro, el presidente ultra-derechista de Brasil, perdió su reelección por pocos votos.

Simultáneamente, fue un año récord para la inversión extranjera directa. Los inversores comprometieron 225.000 millones en América latina y el Caribe, según ECLAC, la agencia económica de Naciones Unidas para la región.  Eso fue 55% más que el año anterior y también más que el pico máximo de la década anterior.  Parte de ese aumento se debió a la recuperación post-pandémica, pero también subió el número de proyectos anunciados.

Hubo más sorpresas.  A pesar de la alarma en Washington sobre el creciente interés de China en América latina, Beijing y Hong Kong representaron apenas 3% del dinero que ingresó en la región el último año. Una cifra muy inferior al 38% de Estados Unidos y 29% de la Comunidad Europea, aunque algunas inversiones chinas podrían haberse canalizado a través de terceros países.

Por primera vez en 10 años se vió que más inversiones fueron para proyectos de combustibles fósiles que para energía solar o eólica. Una razón importante es el deseo de Exxon de aumentar la explotación de petróleo en Guyana. Brasil y Argentina están aumentando la producción de gas y petróleo. La mayoría de los gobiernos latinoamericanos desean aprovechar al máximo sus reservas de combustibles fósiles antes de que el mundo diversifique sus fuentes de energía.

Alejo Czerwonko, gerente de inversiones de UBS Wealth Management, cree que el boom de inversiones en América latina refleja un rápido rediseño del mapa mundial de las cadenas de suministro. “Por primera vez en 30 años, los países y las empresas promocionan resiliencia sobre precio y eficiencia”, dice. “Eso es bueno para América Latina”.

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