jueves, 26 de diciembre de 2024

La industria automotriz: saldo en rojo con Brasil

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Para cumplir el acuerdo, nuestras exportaciones deberían crecer 50% o las importaciones reducirse 35%.

En los últimos dos años las ventas y producción del complejo automotor se desacoplaron: mientras la producción cayó 10%, las ventas en el mercado interno crecieron 40%. Como resultado, la participación de vehículos nacionales se redujo 15 puntos porcentuales, según el último informe de la consultora Ecolatina.  

Para sacar provecho de las economías de escala, Argentina y Brasil firmaron un acuerdo de complementariedad productiva para garantizar el libre comercio de vehículos y autopartes manteniendo una proporción de importaciones y exportaciones.

Acercándonos a la mitad del período total del acuerdo, no parece haber posibilidades de que el mismo se cumpla. Para lograrlo, nuestras exportaciones deberían crecer 50% o bien las importaciones reducirse 35%, de mantenerse la otra variable estable.

Pese a que el intercambio bilateral con Brasil continuará siendo deficitario, esperamos que la producción automotriz se mantenga en alza. En primer lugar, todavía existe una importante capacidad ociosa en la industria. En 2017, la producción fue 75% menor a la de 2011 (830.000 unidades). En segundo lugar, se espera que las ventas en el mercado interno cierren por encima del millón de unidades, superando el récord histórico de 2013. De manera adicional, el mercado brasileño será un gran impulsor, teniendo en cuenta que un tercio de la producción tienen a dicho mercado como destino.

No obstante, dado el alto componente importado de Brasil que tienen los autos nacionales, un incremento de la producción generaría un alza de las compras de autopartes al país vecino, profundizando el déficit bilateral. En línea con esto, el reciente anuncio de reducción de los aranceles para la importación de autopartes que no se fabriquen en el país, aunque reduciría el pago futuro por el excedente importado, profundizaría el déficit de autopartes con Brasil, transformando la convergencia productiva en poco menos que una utopía.

 

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