Rajhuram Rajan, ex economista jefe del FMI pero gran crítico del pensamiento predominante en economía, reclama en su último libro – The Third Pillar – la devolución del poder económico a las comunidades locales como un antídoto a la difusión del populismo en el mundo occidental.
De esa forma, explica, volverá la fe en los mercados y se vigilará la competencia entre los intereses rivales de los mercados y del Estado.
Allí dice que la “flexibilización cuantitativa” (Quantitative Easing, o QE) no funciona y los bancos centrales deberían tener prohibido aplicarla. Siempre tuvo la sospecha, dice, que el mecanismo funciona depreciando la tasa de interés y robando demanda a otros países. Al hacerlo inflama las tensiones internacionales sin generar crecimiento.
Recordemos que la flexibilización cuantitativa, o también expansión cuantitativa, fue una herramienta de política monetaria que usaron los bancos centrales luego de la gran crisis financiera de 2008 para aumentar la oferta de dinero aumentando el exceso de reservas del sistema.
En Estados Unidos, la Reserva Federal inyectó US$ 600.000 millonesen el primer semestre de 2011. El Banco de Inglaterra, más modesto, bombeó US$ 320.000 millones en el mismo periodo. Pero nadie sabe muy bien adónde fue a parar toda esa liquidez.
También les costaría explicarlo a los gestores de la teoría cuantitativa, en los siglos XVIII y XIX, David Hume y John Stuart Mill. Los padres del monetarismo quedarían muy desorientados ante las medidas de los grandes bancos centrales o el Fondo Monetario Internacional. Mucho más lo estarían ante Estados Unidos o Gran Bretaña, empeñados en el mayor experimento mundial para crear dinero mágico vía “flexibilización cuantitativa” (FC), otra forma de emitir.
Luego, en 2014, la FED decidió acabar con seis años de activación de la economía con monumentales compras de activos financieros para permitir que su economía camine sola.
El ataque a la QE de Rajan – que dice que el rol del banco central se ha vuelto intensamente político — es inusual entre los economistas, aunque sí admite que los bancos centrales, con sus medidas, evitaron la depresión luego de la crisis financiera.
La impresión de dinero fue usada por Estados Unidos, la eurozona, Gran Bretaña y Japón en la década que comenzó en 2008 y en su pico llegó a US$ 14 billones (14 millones de millones).
Haciendo referencia específica a Gran Bretaña, dice que si llegara a haber un Brexit sin acuerdo con la CE, el Banco de Inglaterra volverá a recurrir a la flexibilización cuantitativa.