Las cifras del tercer trimestre en la Eurozona indican claramente que la trabajosa recuperación de la economía europea de la recesión sufrida en 2013 se hace cada vez más lenta, con un desaceleramiento del 0,3% en este período, por debajo del 0,4% previsto por los expertos en prognosis económica, señala el analista Angel Jozami.
En los primeros tres meses de este año, el aumento del PIB de la Eurozona había sido del 0,5%, a una tasa anualizada del 2,1%, una cifra que descendió al 0,4% en el segundo trimestre y que en el tercero, como ya ha sido señalado fue de apenas el 0,3%.
A nivel de países, la sorpresa positiva en el tercer trimestre la dio la alicaída economía de Francia, la segunda de la región, que pasó de un estancamiento en los dos trimestres anteriores a un crecimiento del 0,3%, la tasa promedio de crecimiento de la Eurozona.
Sin embargo, la economía más dinámica y más importante, la de Alemania, pasó de crecer un 0,4% en el segundo trimestre a un 0,3% de avance en el tercero, golpeada principalmente por la menor participación de sus exportaciones en su PIB.
También hubo reducciones de ritmo en Italia (del 0,3% al 0,2%, de un trimestre al otro) y del 1% al 0,8% en el caso de España, la economía que, junto a la de Alemania, se venía comportando con mayor fortaleza y firmeza a lo largo de este año.
El gasto en consumo ha sido muy importante en el mantenimiento de la recuperación europea a pesar del menor vigor exhibido en este trimestre, ya que los menores precios de la energía y las políticas monetarias y crediticias laxas han impulsado fuertemente la demanda interna.
Otro tanto puede decirse sobre el impacto del dinero barato y del euro depreciado respecto a otras divisas para el negocio de los exportadores que, a pesar de las dificultades creadas por el retroceso de China y de los países emergentes, pudo seguir avanzando contra estos obstáculos.
Sin embargo, tanto a escala interna como de la economía global, las economías europeas enfrentan poderosos límites ya que el estancamiento de los salarios, de una parte, y la creciente caída de la demanda de los emergentes y, en particular, de China, terminarán afectando a lo largo de 2016 a la producción de la Unión Europea.
En este sentido, debe remarcarse que las economías emergentes compran a la Eurozona aproximadamente un 25% de sus exportaciones. Alemania, más que ningún otro país de la región, es uno de los mayores proveedores de bienes de capital y de autos de lujo, pasando por una extensa gama de productos, de la República Popular China.
La menor demanda china repercutió negativamente sobre la producción industrial germana que, en el tercer trimestre, cayó un 0,3% mientras en el conjunto de la Eurozona progresó un 0,1%, a consecuencia de menores cantidades de órdenes de compra externas.
Desde este punto de vista, resulta evidente que la próxima reunión del Consejo del Banco Central Europeo, que tendrá lugar en Frankfurt el 3 de diciembre, no sólo mantendrá la política de flexibilidad monetaria iniciada el año pasado sino que se estima que se profundizará todavía más.
Además, fuentes bancarias europeas se muestran convencidas de que también se extenderá hasta 2017 el período de vigencia de la política de dinero barato y que, incluso, el BCE podría elevar la tasa de interés negativa, actualmente en el 0,2%, que cobra a los bancos por sus depósitos en el ente monetario.
Sin embargo, esta última eventualidad podría no ocurrir en el caso de que la Reserva Federal de Estados Unidos resuelva, a mediados de diciembre, elevar su tasa de interés, una medida que tendería a debilitar aún más al euro frente al dólar.