Las últimas grandes crisis económicas de nuestro país tuvieron tres momentos: un salto cambiario, que derivó en corrida bancaria y luego crisis de deuda. Tras la corrida cambiaria tiene sentido analizar la solidez del sistema financiero local, advierte la consultora Ecolatina en su último informe.
Un retiro masivo de depósitos marcaría desconfianza en el sistema bancario. Sin embargo, nada de ello ocurrió: los depósitos del sector privado crecieron 12,9% en términos nominales (+4,1% deflactado) en el segundo trimestre de 2018, marcando que el sistema bancario se encuentra sólido.
Aunque el nivel de depósitos siguió trepando, se observó una sustitución en su composición: producto de la dolarización de activos durante la corrida, la participación de los depósitos privados en divisas rozó un tercio en julio de 2018 (máximo desde 2011), cuando representaba sólo un cuarto del total a fines de marzo de 2018.
Por ende, aunque el peso argentino está débil, la confianza de los depositantes en el sistema bancario luce fuerte. Veamos ahora la otra principal cuenta de la hoja de balance del sistema financiero local: los préstamos.
En 2017, los préstamos privados crecieron más de 15% i.a. en términos reales impulsados principalmente por el crédito en moneda extranjera. Esta dinámica se profundizó en los primeros meses del año: los préstamos en pesos se contrajeron levemente en términos reales en el primer trimestre de 2018 (-0,5%) pero el financiamiento en moneda extranjera escaló 8,4%.
Sin embargo, en el segundo trimestre de 2018 su evolución empeoró de manera significativa. Por caso, el stock de créditos en moneda local cayó 1,8% en términos reales, a la par que los nominados en moneda dura redujeron sensiblemente su tasa de crecimiento, pasando del 8,4% al 1,8%. En julio, la tendencia se agravó: los préstamos en pesos volvieron a caer 1,8% en términos reales y los nominados en dólares cayeron 1,4% en moneda de origen.
Esta dinámica negativa respondió a tres causas: el enfriamiento de la actividad; el aumento en el costo de financiamiento; y la mayor incertidumbre y desconfianza que cubrió a la economía argentina.
En relación al riesgo de descalce de moneda, las estimaciones del Banco Central (que contempla a los activos y pasivos en divisas del sistema bancario) lo ubicaban por debajo del 15% en mayo (último dato disponible). Si bien este número saltó 3 p.p. en relación al cierre del primer trimestre, se encuentra en un nivel acotado. Por otra parte, considerando al cociente entre préstamos y depósitos en moneda dura, el mismo se mantuvo estable durante la corrida (en torno a 53%) y se redujo 3 p.p. en julio por causas adversas (la menor demanda de inversión y consumo a plazo y la dolarización de ahorros).
Por último, el descalce de plazos también permanece en niveles acotados (el ratio entre préstamos y depósitos totales no cambió durante la corrida) y la tasa de morosidad del sector privado –que creció como consecuencia del mayor costo de financiamiento- apenas superó el 2% en mayo. Por ende, las chances de que el sistema financiero local sufra problemas de iliquidez o insolvencia son bajas por el momento.