jueves, 26 de diciembre de 2024

Japón: ¿Volverán o no los viejos buenos tiempos?

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Después de la II guerra, el país tuvo dos fases dinámicas, 1950-69 y 1977-88. Ésta terminó en un colapso (1989/9o) que afectó a cajas de ahorro, bienes raíces, industrias, etc. Ahora, tras un atisbo de rebote en 2003/4, hay nuevas dudas.

Entretanto, el problema del envejecimiento de la población nunca fue encarado en serio. Ya en 2005 y con vistas a 2006, la tercera economía del mundo muestra señales poco tranquilizadoras. Antes o después de la burbuja de 2003/4, en efecto, las trabas son las mismas.

Desde el crac bursátil y financiero de 1989/90, Japón ha tratado –a menudo infructuosamente- de recobrar impulso. Pese a algunos signos preocupantes, el presente marco parece más promisorio. Recientes reformas lanzadas por el Banco de Japón (central) han estabilizado los medios de pago y mejorado la oferta crediticia, lo cual contribuye a los resultados del sector privado. El arrasador triunfo electoral de Junichiro Koizumi, en septiembre, abre camino al “descongelamiento” de US$ 10.000 billones en ahorro postal.

Tiempo antes, analistas locales y del exterior deban la bienvenida a la guerra entre dos gigantes financieros (bancos Sumitomo y Mitsubishi) para quedarse con otro líder. La asociaban a reformas que, de un modo u otro, promoverán un tipo de competencia infrecuente en el país.

“La reactivación es real, pese a los vaivenes recientes”, sostenía Hiroshi Yoshikawa (universidad de Tokio). Pero, tras aludir al avance del producto bruto interno (de 3,1 a 3,5% anual entre 2003 y 2004), puntualizó que para 2005 no se estima más de 1,5 a 2%. No obstante, “hay cuatro factores positivos a mediano y largo plazo: capital humano, ahorro interno, tecnología y China”.

Pero no sólo el gobierno necesita hacer más cambios. También los exigen el entorno y la cultura de negocios, que deben generar un clima propicio a innovaciones. Japón tiene apenas 4% de firmas emprendedoras, la menor proporción entre las economías industriales. Por otro lado, el comercio minorista se halla estancado en alrededor de US$ 1,4 billón, mientras su contraparte norteamericana se ha doblado en unos diez años. Muchas empresas se han estereotipado y ni piensan en cambios, por lo cual urgen reformas de fondo.

“Para lograr una recuperación en serio, también se precisa modificar el management, en particular los sistemas de promoción”, afirma Ikuo Nishioka, ex director de Intel Japan. “Cuando un gerente alcanza la conducción superior, por lo común tiene más de sesenta años y quiere que lo dejen en paz. No le gustan los cambios. No es casual que Sony haya optado por un director ejecutivo galés para timonear la segunda reorganización en tres años”.

El mercado para capitales de riesgo también impone restricciones, originadas en su propio auge. Durante la burbuja tecnológica local (años 80), las inversiones en ese campo generaban retornos espectaculares. Pero casi no hubo reinversión. Ahora, apunta Nishioka, “hay déficit de capitales emprendedores”.

A menudo, se dice que el imperio abarca dos economías. Por una parte, la de operadores estelares de alcance mundial, por ejemplo Canon, Toyota, Sony o los bancos líderes. Por la otra, una masa de empresas menos exitosas, cuando no directamente mediocres. George Fields, experto en marketing y asesor del gobierno, suele citar un amplio estudio sobre la industria nipona (2003), según el cual las manufacturas exportadoras tienen índices de productividad que casi doblan el promedio general. “El problema –advierte- es que ese sector dinámico representa apenas 10% del total. Entonces, es cierto: Japón es dos países”.

Como ha ocurrido en siglos de historia, nuevamente China es clave para el futuro de Japón. Ahora, el gigantesco vecino plantea disyuntivas económicas, políticas y sociales, magnificadas por el lento ritmo de la economía insular, aunque su producto bruto por habitante sea aún varias veces superior al chino. Pero, mientras la cantidad de japoneses en edad laboral tiende a reducirse, la de chinos activos mantiene leve tendencia a aumentar.

Por desgracia, las buenas señales de recuperación en 2003/4 se debilitan este año y el desempleo vuelve a subir. En junio, su tasa (4,9% de la población activa) fue la más alta en un año y venía rebotando desde febrero. Eso hace temer que la recuperación del bienio previo haya durado demasiado poco.

Entretanto, el problema del envejecimiento de la población nunca fue encarado en serio. Ya en 2005 y con vistas a 2006, la tercera economía del mundo muestra señales poco tranquilizadoras. Antes o después de la burbuja de 2003/4, en efecto, las trabas son las mismas.

Desde el crac bursátil y financiero de 1989/90, Japón ha tratado –a menudo infructuosamente- de recobrar impulso. Pese a algunos signos preocupantes, el presente marco parece más promisorio. Recientes reformas lanzadas por el Banco de Japón (central) han estabilizado los medios de pago y mejorado la oferta crediticia, lo cual contribuye a los resultados del sector privado. El arrasador triunfo electoral de Junichiro Koizumi, en septiembre, abre camino al “descongelamiento” de US$ 10.000 billones en ahorro postal.

Tiempo antes, analistas locales y del exterior deban la bienvenida a la guerra entre dos gigantes financieros (bancos Sumitomo y Mitsubishi) para quedarse con otro líder. La asociaban a reformas que, de un modo u otro, promoverán un tipo de competencia infrecuente en el país.

“La reactivación es real, pese a los vaivenes recientes”, sostenía Hiroshi Yoshikawa (universidad de Tokio). Pero, tras aludir al avance del producto bruto interno (de 3,1 a 3,5% anual entre 2003 y 2004), puntualizó que para 2005 no se estima más de 1,5 a 2%. No obstante, “hay cuatro factores positivos a mediano y largo plazo: capital humano, ahorro interno, tecnología y China”.

Pero no sólo el gobierno necesita hacer más cambios. También los exigen el entorno y la cultura de negocios, que deben generar un clima propicio a innovaciones. Japón tiene apenas 4% de firmas emprendedoras, la menor proporción entre las economías industriales. Por otro lado, el comercio minorista se halla estancado en alrededor de US$ 1,4 billón, mientras su contraparte norteamericana se ha doblado en unos diez años. Muchas empresas se han estereotipado y ni piensan en cambios, por lo cual urgen reformas de fondo.

“Para lograr una recuperación en serio, también se precisa modificar el management, en particular los sistemas de promoción”, afirma Ikuo Nishioka, ex director de Intel Japan. “Cuando un gerente alcanza la conducción superior, por lo común tiene más de sesenta años y quiere que lo dejen en paz. No le gustan los cambios. No es casual que Sony haya optado por un director ejecutivo galés para timonear la segunda reorganización en tres años”.

El mercado para capitales de riesgo también impone restricciones, originadas en su propio auge. Durante la burbuja tecnológica local (años 80), las inversiones en ese campo generaban retornos espectaculares. Pero casi no hubo reinversión. Ahora, apunta Nishioka, “hay déficit de capitales emprendedores”.

A menudo, se dice que el imperio abarca dos economías. Por una parte, la de operadores estelares de alcance mundial, por ejemplo Canon, Toyota, Sony o los bancos líderes. Por la otra, una masa de empresas menos exitosas, cuando no directamente mediocres. George Fields, experto en marketing y asesor del gobierno, suele citar un amplio estudio sobre la industria nipona (2003), según el cual las manufacturas exportadoras tienen índices de productividad que casi doblan el promedio general. “El problema –advierte- es que ese sector dinámico representa apenas 10% del total. Entonces, es cierto: Japón es dos países”.

Como ha ocurrido en siglos de historia, nuevamente China es clave para el futuro de Japón. Ahora, el gigantesco vecino plantea disyuntivas económicas, políticas y sociales, magnificadas por el lento ritmo de la economía insular, aunque su producto bruto por habitante sea aún varias veces superior al chino. Pero, mientras la cantidad de japoneses en edad laboral tiende a reducirse, la de chinos activos mantiene leve tendencia a aumentar.

Por desgracia, las buenas señales de recuperación en 2003/4 se debilitan este año y el desempleo vuelve a subir. En junio, su tasa (4,9% de la población activa) fue la más alta en un año y venía rebotando desde febrero. Eso hace temer que la recuperación del bienio previo haya durado demasiado poco.

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