(EFE).- La aseguradora japonesa de vida Kiyoei Life Insurance ha decidido pedir protección legal de sus acreedores, lo que dará origen a la mayor quiebra del sector en la posguerra, después de la bancarrota a comienzos de este mes de Chiyoda Mutual Life, informaron ayer (viernes 29) fuentes del sector.
Kiyoei L.I., décima aseguradora de vida japonesa, se acogerá a una legislación de rehabilitación que permite a las firmas de seguros reorganizarse, en una acción similar a la de Chiyoda M. L., la duodécima del sector, que el pasado 9 de octubre se declaró en quiebra con deudas de 2,93 billones de yenes (unos US$ 26.450 millones).
La firma, con activos de 4,6 billones de yenes (US$ 42.592 millones) anunciará en una conferencia de prensa el total de sus deudas.
La deudas de la empresa se agravaron en los últimos meses debido al descenso de las ventas de pólizas y el retroceso de valores en la bolsa de Tokio.
Tras el anuncio de la quiebra de Chiyoda muchos clientes de Kiyoei se apresuraron a cancelar sus contratos, lo que incrementó las dificultades de la firma, dijeron las fuentes.
Analistas financieros consideran que las quiebras de las aseguradoras japonesas podrían desembocar en otra crisis bancaria debido a la interdependencia de estos dos sectores, que en el pasado han recurrido a la concesión recíproca de créditos para reforzar sus respectivos coeficientes de garantía.
Al igual que otras grandes firmas financieras japonesas fallidas como la casa de valores Yamaichi o entidades como el nacionalizado y ya privatizado Banco de Crédito de Japón (NCB), las dificultades de Chiyoda M.L. se remontan a la época de gran especulación conocida como la “burbuja económica”, en la década de los ´80.
Los bancos y aseguradoras japoneses comparten muchos beneficiarios corporativos de sus créditos y las dificultades en el sector asegurador repercuten en la banca, dicen los expertos.
Chiyoda M.L., llegó a la quiebra al haber rechazado las entidades financieras una inyección de fondos de emergencia, entre ellas su principal acreedor, el banco Tokai, que rehusó conceder un crédito solicitado de 300.000 millones de yenes (unos US$ 2.700 millones).
(EFE).- La aseguradora japonesa de vida Kiyoei Life Insurance ha decidido pedir protección legal de sus acreedores, lo que dará origen a la mayor quiebra del sector en la posguerra, después de la bancarrota a comienzos de este mes de Chiyoda Mutual Life, informaron ayer (viernes 29) fuentes del sector.
Kiyoei L.I., décima aseguradora de vida japonesa, se acogerá a una legislación de rehabilitación que permite a las firmas de seguros reorganizarse, en una acción similar a la de Chiyoda M. L., la duodécima del sector, que el pasado 9 de octubre se declaró en quiebra con deudas de 2,93 billones de yenes (unos US$ 26.450 millones).
La firma, con activos de 4,6 billones de yenes (US$ 42.592 millones) anunciará en una conferencia de prensa el total de sus deudas.
La deudas de la empresa se agravaron en los últimos meses debido al descenso de las ventas de pólizas y el retroceso de valores en la bolsa de Tokio.
Tras el anuncio de la quiebra de Chiyoda muchos clientes de Kiyoei se apresuraron a cancelar sus contratos, lo que incrementó las dificultades de la firma, dijeron las fuentes.
Analistas financieros consideran que las quiebras de las aseguradoras japonesas podrían desembocar en otra crisis bancaria debido a la interdependencia de estos dos sectores, que en el pasado han recurrido a la concesión recíproca de créditos para reforzar sus respectivos coeficientes de garantía.
Al igual que otras grandes firmas financieras japonesas fallidas como la casa de valores Yamaichi o entidades como el nacionalizado y ya privatizado Banco de Crédito de Japón (NCB), las dificultades de Chiyoda M.L. se remontan a la época de gran especulación conocida como la “burbuja económica”, en la década de los ´80.
Los bancos y aseguradoras japoneses comparten muchos beneficiarios corporativos de sus créditos y las dificultades en el sector asegurador repercuten en la banca, dicen los expertos.
Chiyoda M.L., llegó a la quiebra al haber rechazado las entidades financieras una inyección de fondos de emergencia, entre ellas su principal acreedor, el banco Tokai, que rehusó conceder un crédito solicitado de 300.000 millones de yenes (unos US$ 2.700 millones).