Fueron casi quince años de deflación y siete de tasa 0. Ahora, los mercados especulativos occidentales no saben cómo reaccionar a las decisiones del Banco del Japón (emisor) y el ministerio de Hacienda. “Siguen sin entender los mecanismos de nuestra economía”, reflexionaban algunos operadotes tokiotas. En efecto, la bolsa había subido 2,6%, aunque más por los nuevos síntomas de reactivación.
En ese plano, Hacienda informó que, durante el tercer trimestre del ejercicio fiscal 2005 (octubre-diciembre), el producto bruto interno alcanzaba 4,2% de ritmo anual. Eso representa una notable mejora sobre la proyección del semestre previo –primero del ejercicio-, que había sido 2,8% anual. Entretanto, el banco central da la impresión de suponer que la tendencia se mantiene durante el trimestre en curso, último del ejercicio.
Naturalmente, la trayectoria de la economía nipona desde 1991 da pábulo a la cautela. Hasta hace dos años, era una serie de ondas recesivas con intervalos de magra expansión. Este perfil hizo que, desde 1999, el Banco del Japón mantuviera la política pro tasa 0, pues –desde 1998- se notaba deflación en precios minoristas. El público agudizaba la resistencia a gastar y eso era un factor típicamente recesivo.
Puesto de otro modo, el emisor abastecía de liquidez al sistema bancario comercial inyéctandole “call” a una tasa que casi nunca pasaba de 0,1% anual. O sea, un 0 virtual. En teoría, esos fondos debían financiar el consumo y las inversiones; pero la contracción del primero desestimulaba a las segundas.
Esos siete años de yen gratis fue resultado de una de las operaciones de su tipo más grandes en la historia del capitalismo mundial. Uno de sus efectos fue clave para la economía norteamericana y su adicción a los megadéficit (presupuesto, pagos externos, comercio): Japón era la máxima fuente de dinero fácil para mercados que ofrecían rindes más altos; por ejemplo Estados Unidos y sus títulos de deuda.
El jueves, Toshihiko Fukui –jefe del central- anunció que había terminado la larga era de fondos a costo nulo. Entre otras cosas, porque hay una poderosa razón “técnica”: a fin del corriente ejercicio, el sector privado y los particulares habrán acumulado más de un billón de dólares en activos extranjeros. En gran parte, bonos de la Tesorería estadounidense. Esta peculiar combinación de factores incluye las costosas intervenciones del gobierno en el mercado cambiario tokiota (el mayor del globo), para impedir que el dólar baje de ¥ 115.
Fueron casi quince años de deflación y siete de tasa 0. Ahora, los mercados especulativos occidentales no saben cómo reaccionar a las decisiones del Banco del Japón (emisor) y el ministerio de Hacienda. “Siguen sin entender los mecanismos de nuestra economía”, reflexionaban algunos operadotes tokiotas. En efecto, la bolsa había subido 2,6%, aunque más por los nuevos síntomas de reactivación.
En ese plano, Hacienda informó que, durante el tercer trimestre del ejercicio fiscal 2005 (octubre-diciembre), el producto bruto interno alcanzaba 4,2% de ritmo anual. Eso representa una notable mejora sobre la proyección del semestre previo –primero del ejercicio-, que había sido 2,8% anual. Entretanto, el banco central da la impresión de suponer que la tendencia se mantiene durante el trimestre en curso, último del ejercicio.
Naturalmente, la trayectoria de la economía nipona desde 1991 da pábulo a la cautela. Hasta hace dos años, era una serie de ondas recesivas con intervalos de magra expansión. Este perfil hizo que, desde 1999, el Banco del Japón mantuviera la política pro tasa 0, pues –desde 1998- se notaba deflación en precios minoristas. El público agudizaba la resistencia a gastar y eso era un factor típicamente recesivo.
Puesto de otro modo, el emisor abastecía de liquidez al sistema bancario comercial inyéctandole “call” a una tasa que casi nunca pasaba de 0,1% anual. O sea, un 0 virtual. En teoría, esos fondos debían financiar el consumo y las inversiones; pero la contracción del primero desestimulaba a las segundas.
Esos siete años de yen gratis fue resultado de una de las operaciones de su tipo más grandes en la historia del capitalismo mundial. Uno de sus efectos fue clave para la economía norteamericana y su adicción a los megadéficit (presupuesto, pagos externos, comercio): Japón era la máxima fuente de dinero fácil para mercados que ofrecían rindes más altos; por ejemplo Estados Unidos y sus títulos de deuda.
El jueves, Toshihiko Fukui –jefe del central- anunció que había terminado la larga era de fondos a costo nulo. Entre otras cosas, porque hay una poderosa razón “técnica”: a fin del corriente ejercicio, el sector privado y los particulares habrán acumulado más de un billón de dólares en activos extranjeros. En gran parte, bonos de la Tesorería estadounidense. Esta peculiar combinación de factores incluye las costosas intervenciones del gobierno en el mercado cambiario tokiota (el mayor del globo), para impedir que el dólar baje de ¥ 115.