Pero no se puede dejar de importar. En el actual contexto internacional, donde es cada vez más difícil vender, crece la aprensión por el temor a que las compras sean demasiado importantes e introduzcan perturbaciones macro.
El gobierno del presidente Macri desmanteló, morigeró o redujo restricciones y obstáculos a las importaciones. Sin embargo, en los primeros 4 meses del año 2016, las importaciones están descendiendo 5% en comparación con el mismo período del año anterior.
Pese a que hay temor a una exagerada apertura de importaciones, lo cierto es que llegarían en 2016 a US$ 51.651 millones: la cifra más baja (en importaciones) desde 2009 (casi US$ 23.000 millones menos que en el récord de 2013).
Las importaciones – como recuerda Marcelo Marcelo Elizondo, Director General de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI)- son un relevante componente del sistema productivo argentino. El último año las importaciones estuvieron compuestas en alrededor de un tercio (32%) por bienes intermedios, que son insumos para la producción. Y a ello se lo completa con un 21% en bienes de capital (equipamiento), un 19% de piezas y partes (para armado o reposición), un 19% por combustibles y lubricantes (2/3 se usan para la producción), y un 7% por vehículos (más de la mitad se utiliza, directa o indirectamente, para la producción). Sólo el resto (13%) han sido importaciones de bienes de consumo. Ahora bien: si se compara el ratio importaciones/PBI en los últimos 20 años (incluyendo años de la década de los años 90) se observa que en tiempos de la convertibilidad esa comparación daba un resultado sustancialmente menor o inferior al de tiempos de la presidencia de Néstor Kirchner; y a la vez también menor que en las dos presidencias de Cristina Fernández. Así, en lo que va del siglo XXI el nivel de importaciones comparadas con el PBI ha sido mucho mayor que en los 90, y en los últimos 15 años ha sido menor en las dos presidencias de Cristina Fernández que en la del Nestor Kirchner, cuando se alcanzó el máximo nivel de importaciones comparadas con el PBI. Por caso, y a solo efecto de tomar algunos años como referencia (en el informe se analiza cada año desde 1995 hasta la proyección para 2016) obsérvese que mientras en 2001 (último año de la convertibilidad) las importaciones equivalían a 6,3% del PBI; en el año 2008 llegaron a representar 14,15% del PBI; en 2011 el 13,2;, y este año (aún cuando se denuncia cierta “apertura indiscriminada”) se espera que equivalgan a 11,79% del PBI. Lo que ocurre es que las importaciones (y especialmente el ratio importaciones/PBI) crecen ante periodos de alza en el PBI y se estancan o aún decrecen cuando la economía no crece. Por ello, debe decirse que si Argentina estuviera en un momento de crecimiento económico, el nivel de importaciones sería considerablemente más alto (y ello hasta podría atenuar el denunciado atraso cambiario -aun incrementado exportaciones, porque el grueso de la producción industrial es para el mercado doméstico en Argentina-). Un crecimiento impulsado por inversiones (y especialmente directas) incrementaría importaciones. También debe decirse que crecerían la importaciones si se implementara (aún con el actual tipo de cambio real) una política de mayor competencia (algo paradójicamente reclamando en el plano doméstico, pero que es más fácil de lograr con una mayor apertura), especialmente ante una situación inflacionaria como la que se sufre. Y, por otro lado, y dado el propósito hecho público por el gobierno de impulsar exportaciones, también hay que sabe que los países que más exportan son los que más importan, por lo que también un alza de exportaciones llevará a más importaciones. Esto es: es altamente probable que en este año la comparación entre importaciones con el PBI arroje un resultado más bajo que en la mayoría de los “años K” (pese a los temores). Pero también que en el futuro, si se da un proceso de crecimiento económico, ello lleve a una no desdeñable alza de las importaciones.