El escenario internacional comenzó a sufrir algunas turbulencias en los últimos meses: a la incertidumbre política de Brasil, que impacta negativamente en su crecimiento, se sumó la potencial “guerra comercial” entre Estados Unidos y China.
Mientras que la pérdida de dinamismo de la recuperación brasileña ralentizaría la expansión de la industria local, las tensiones entre las superpotencias impactarían por la vía financiera, según advierte la consultora Ecolatina. Un influjo de capitales menor al esperado complicaría los objetivos económicos del gobierno.
Por otro lado, sobresale el alza de las tensiones políticas en Brasil, con el encarcelamiento del ex presidente Lula da Silva como mayor ejemplo. Este hecho tuvo lugar una vez que los problemas económicos que habían azotado a nuestro principal vecino comenzaban a ceder. Sin embargo, motivadas por la incertidumbre política, sus proyecciones de crecimiento para este año pasaron de casi 3,0% i.a. al inicio de marzo a 2,7% i.a. a mediados de abril.
En cuanto a las tensiones entre Estados Unidos y China, lo primero a considerar es que ambos países son actores principales de la economía internacional. Su guerra comercial perjudicaría el normal desarrollo de la actividad mundial: un menor crecimiento esperado del PBI global golpearía a la demanda de exportaciones, con su correlato negativo en los precios.
Más importante aún resultan los impactos financieros. En este sentido, sobresale la repercusión inmediata de la escalada de tensiones en los mercados financieros de ambos países: una caída intra-diaria cercana al 3%. Asimismo, el Ãndice de Volatilidad a tres meses (VIX) de Standard & Poor’s trepó más de 20% en tan sólo dos jornadas, marcando el incremento de la aversión al riesgo de los inversores.
Recuerda así el temor que despertó la posible suba más abrupta de tasas de la FED a mediados de febrero: este índice ya superó en dos oportunidades los picos de los últimos años. La mayor aversión al riesgo en el plano internacional podría recortar el ingreso de capitales hacia las economías emergentes. Por ende, en caso de profundizarse la actual incertidumbre global, se complicaría la estrategia de ajuste gradual financiado con endeudamiento externo llevada a cabo por el gobierno nacional.
En este sentido, cabe recordar que actualmente el único ingreso neto de divisas de nuestra economía es financiero: mientras que el rojo comercial de la cuenta corriente más que se duplicó el año pasado, rozando US$ 31.000 millones, el saldo positivo de la cuenta financiera (incluyendo a los activos de reserva) se incrementó más de 50% i.a. al pasar de casi US$ 30.000 millones en 2016 a US$ 45.000 millones en 2017. Por ende, las repercusiones por esta vía serán más importantes que las del canal comercial.